2024/04/11

[193] ORTEGA Y GASSET & CHAVES NOGALES. UN APUNTE

 No cometeré la osadía de concluir que con La gran mentira Chaves pretende también patentizar su distanciamiento de Ortega, que llegó a Paris a comienzos de diciembre del 36, como él. O, incluso, que contrapone su tesis a la reconvención que el filósofo endosó a Einstein, cuyo efecto hubo ser notable dado el gran prestigio del que gozaban ambas personalidades. Pero tampoco desecho tal posibilidad.

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 En 1937, entre el 4 y el 17 de julio y en plena guerra civil, en tres ciudades de la España republicana (Valencia, Madrid y Barcelona) y en París, con el apoyo de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, se celebró el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura. La iniciativa gubernamental republicana partió del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes de España, del que por entonces era responsable el comunista Jesús Hernández Tomás* , que nombró secretarios a los poetas Emilio Prados, Arturo Serrano Plaja y Juan Gil-Albert.

El I Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura celebrado en París del 21 al 25 de junio de 1935,​ con la asistencia de 230 delegados pertenecientes a 38 países, fue el antecedente formal​de esa segunda reunión.

 El presidente del gobierno republicano Juan Negrín inauguró ese Segundo Congreso  el 4 de julio de 1937 en la Sala de Sesiones del Ayuntamiento de Valencia. También se celebraron sesiones en Madrid (los días 5, 6, 7 y 8 de julio) y en Barcelona (el día 11). Fue clausurado en París el 16 y 17 de julio de aquel año 1937. Se ha considerado «el acto de propaganda intelectual más espectacular realizado por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes durante la guerra civil española». (De Wikipedia)

*No se olvide que la mentira es un arma revolucionaria; aforismo político proclamado no mucho antes por el 'camarada' Vladimiro Lenin. Y que la publicidad política tiene una innegable componente de mentira...

En 1923Albert Einstein visitó España*. Entre otras destacadas personalidades de la época, Einstein  tuvo en Ortega y Gasset -que hablaba alemán, un excelente interlocutor, presentador/traductor, y cicerone. Así, a las seis de la tarde del viernes 9 de abril, tras una excursión por El Escorial y Manzanares del Real, Einstein impartió una conferencia en la Residencia de Estudiantes, que no había sido prevista con anterioridad, en la que fue presentado y traducido por el eminente filósofo. De esta cercanía circunstancial queda como fleco el lance que sigue, 

Einstein le preguntó a Ortega y Gasset por qué las masas se interesaban por ideas tan abstractas y el filósofo le contestó que con la fe religiosa declinando él era el nuevo mago capaz de someter los fenómenos astronómicos, que siempre habían tenido algo de fenómenos religiosos.

EL INSIGNE PROFESOR EINSTEIN, VISTO POR SIRIO, DURANTE  
SU VISITA A ESPAÑA. REVISTA 'NUEVO MUNDO'
 
*Estas líneas, algunas posteriores, y la imagen anterior, proceden de enlaces que remiten a la BNE; a un artículo del profesor Francisco González de Posada, catedrático de Fundamentos Físicos de la Universidad Politécnica de Madrid y la rememoración de aquella visita un siglo después; a una Cronología de su paso por España; a otro artículo del profesor J. Carlos Criado Cambón; y, en fin, a Ortega, exilio y enfermedad.

Pero hete aquí que, en 1937, Einstein envió al dicho Congreso un mensaje de apoyo a la República que causó la fulminante respuesta de Ortega, que lo tildó, sin contemplaciones, de insolente intervención:

Hace unos días, Alberto Einstein se ha creído con "derecho" a opinar sobre la guerra civil española y tomar posición ante ella. Ahora bien, Alberto Einstein usufructúa una ignorancia radical sobre lo que ha pasado en España ahora, hace siglos y siempre. El espíritu que le lleva a esa insolente intervención es el mismo que desde hace mucho tiempo viene causando el desprestigio del hombre intelectual, el cual, a su vez, hace que el mundo vaya hoy a la deriva, falto de «pouvoir spirituel».

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Más o menos a mitad de ese lapso, a finales de la década de los años 20, Chaves es uno de los firmantes de una carta–manifiesto en la que varios intelectuales transmiten a Ortega y Gasset su propósito de formar un grupo "de genérico y resuelto liberalismo" (documento que no he rebuscado y acción que no he verificado, pero que tomo de alguna literatura, que ahora mismo no soy capaz de evocar en sus detalles, dándolos por buenos). Desde luego que esos principios políticos orteguianos son patentes en La agonía de Francia, la última obra del sevillano que Claudio García & Cía. publican por primera vez en Montevideo en 1941; al menos a mí me lo parece.

Ahora bien, entre finales de los 20 y 1941 ha transcurrido más de una década preñada de sucesos más que notables, como la propia proclamación e instauración de la malhadada 2ª República, en cuya paternidad intelectual Ortega jugó un papel principal -otro aserto bien asentado que no creo precise prueba de cargo. 

Y en el contexto de lo que aquí trato de abordar, la fulminante defección de Ortega de esa república, de la que proclamó, en Un aldabonazo -portada de Crisol del 9 de Septiembre de 1931su famoso ¡No es esto, no es esto! La República es una cosa. El radicalismo es otra. Si no, al tiempo. 

Por contra, la filiación de Chaves al ideal 'azañista' y 'republicano', hasta que opta por dejar España atrás -a finales de 1936, desde su puesto de Director del Ahora, parece persistir incólume, si bien no sin arrojar dudas e incertidumbres, a la vista de lo que se me aparecen como ondulaciones en su esquema de pensamiento

Chaves, a comienzos de 1938, el 17 de enero, y ya perfectamente asentado en París, publica un artículo de rótulo más que elocuente: La gran mentira de las adhesiones al franquismo, cuya entradilla no lo es menos: No hay en toda Europa un solo hombre honrado capaz de suscribir la conducta de Franco y sus secuaces, texto que no ofrece duda acerca del color de las simpatías que profesaba. Su primer párrafo, que transcribo de la referencia obligada, Chaves Nogales, Manuel, 1897-1944. Crónicas de la Guerra Civil : agosto de 1936 - septiembre de 1939 ; Mª. Isabel Cintas Guillén (con prólogo de Santos Juliá. Sevilla. Espuela de Plata Ediciones, 2011), dice:

Una artera campaña de propaganda franquista, que utiliza como soporte las convicciones contrarrevolucionarias de los núcleos de intelectuales conservadores y liberales de Francia e Inglaterra, viene, desde algún tiempo, manteniendo el equívoco infame de la adhesión a Franco de prestigiosas personalidades francesas e inglesas.

Para entonces, Ercilla ya ha editado en Santiago de Chile su A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, cuyos capítulos, desgranados, habían sido esparcidos por Reves /Cooperation Press por muy variados rincones del orbe. 

En esa obra, Chaves parece decantarse por una prudente equidistancia, 

Me fui cuando tuve la íntima convicción de que todo estaba perdido y ya no había nada que salvar, cuando el terror no me dejaba vivir y la sangre me ahogaba. ¡Cuidado! En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco, asesinando mujeres y niños inocentes. Y tanto o más miedo tenía a la barbarie de los moros, los bandidos del Tercio y los asesinos de la Falange, que a la de los analfabetos anarquistas o comunistas.

Pero no está de más recordar algunas de las mimbres con las que se urdió aquella república porque, como bien sabemos -o deberíamos saber, la Historia no consiste en una secuencia de hechos fruto del azar, sino que es el resultado de la concatenación lógica de unos antecedentes/causas y sus consecuencias/efectos, por muy soterradas que estén las corrientes que mueven ese caudal.

Varas como la establecida como clave de bóveda de la Constitución republicana -su art. 1- cuya proclama España es una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia excluía de entrada a quien no fuera "trabajador", y que por cierto movía a mofa en el exterior; lo relata J. Plá en sus crónicas madrileñas de la época. República que conoció las primeras quemas de conventos en menos de 4 semanas, días 10-11 de mayo, y la suspensión de 2 diarios, el ABC y El Debate..., apenas transcurridas 6, el 31. Todo un comienzo modélico, apostillo. 

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No cometeré la osadía de concluir que con La gran mentira..., Chaves pretende también patentizar su distanciamiento de Ortega, que llegó a Paris a comienzos de diciembre del 36, como él. O, incluso, que 'le devuelve' contrapone su tesis a (texto modificado) la reconvención que el filósofo endosó a Einstein, cuyo efecto hubo ser notable dado el gran prestigio del que gozaban ambas personalidades. Pero tampoco desecho tal posibilidad. 

Porque no se puede olvidar que la eterna batalla entre barbarie y civilización, entre sometimiento y libertad, que es el común -quizás el único, móvil de fondo que subyace en toda contienda, no se dirime solo en los campos de batalla. O bien, que el terreno de la opinión pública es el campo de batalla por excelencia.

CONCLUSIÓN. El itinerario político de Chaves Nogales, con especial referencia a Ortega y Gasset, y a la vista de los posicionamientos de ambos durante el periodo republicano, es un sugerente asunto a estudiar. Aunque me echo a temblar de qué puede salir de ese estudio si lo aborda un necio, un desaprensivo, un secuaz del aforismo leninista o, simplemente, alguien que proclame que ha traducido un artículo publicado en una cabecera que nunca llegó a plasmarlo negro sobre blanco... 

Es el tono de la época, mes amis, en la que hace tiempo que está instituido llegar al más espantoso sometimiento a resultas del empobrecimiento y del embrutecimiento implacable, metódico, brutal, al que están sometidos mis compatriotas y del que se encarga el Servicio nacional de Guardería -gestionado por el MEC y los mecs de las taifas 'autonómicas' -patético y suicida-, de la mano de sus colaboradores necesarios en el crimen de lesa patria al que vengo asistiendo en este espantoso 'másquecuarentañismo', los alguacilillos del  Power without responsibility – the prerogative of the harlot throughout the ages. 

(Y al que no le guste..., pues eso)


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