2018/06/24

[43] EN LA ESTELA DE M. CHAVES NOGALES [1ª PARTE]

Una versión de este texto, de redacción básicamente similar, fue remitida hace ya cierto tiempo a sendas revistas literarias, Libros Libres y Leer; también a Luis A. de Villena, por si quisiera acogerla en su web. En ningún caso obtuve evidencia de mínima cortesía; será porque los Olimpos son clubes auténticamente selectos..., o yo qué sé.
Pero dejada constancia del episodio, pasemos hoja y vayamos a Manuel Chaves Nogales [1897, Sevilla; 1944, Londres] que es quien merece reconocimiento.
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PREPARATIVOS
No sé si el par camino/morada al que aludió la santa de Ávila guarda parecido con el de búsqueda/hallazgo; no lo sé. Tampoco si la paráfrasis “lo importante es el hallazgo, no la búsqueda” es enunciado firme o mera –y discutible– opinión; tampoco. Pudiera serlo en el caso que relato, de hallazgos. Y en el de otros episodios que salpican mi discurrir, pero ahí queda, al albur del juicio de cada cual.

1. Horacio Vázquez Rial [1947, Buenos Aires; 2012, Madrid] me favoreció con su generosa, elegantísima y muy inteligente discreción, valga la redundancia – "Caro, la inteligencia es discreta", me dijo D. Ignacio Zumeta [1929, Tolosa (Guipúzcoa); 2008, San Sebastián] en época de bachillerato-, al aceptar condescendiente mi atrevido acercamiento a él.
Horacio no era un ser libre. Me explico, en sentido estricto nadie lo es, pero ni por asomo entraré en tal digresión. Horacio quedó enredado de por vida en la maraña que un día le tendiera la musa de la Literatura, de la que cayó cautivo para siempre: “–Horacio, no me dijiste que esto de escribir creara adicción.... –Ay, amigo...”
Cuando le leí por vez primera en Libertad Digital, nada que ver con la de ahora, tras su firma añadía su dirección de correo. Horacio, todo delicadeza, contestaba las solicitudes que recibía en él. Así lo hallé. 
Y me dispuso en la estela de Manuel Chaves Nogales, de quien oía hablar por vez primera con su reseña de La Agonía de Francia [Libros del Asteroide. Barcelona, 2010] en El síndrome de Vichy  [La Agonía... ha resultado ser mi Chaves favorito, pero sin menoscabo alguno de nada de lo escrito por el sevillano].
MANUEL CHAVES NOGALES, PURO "REPÓRTER"
HORACIO VÁZQUEZ RIAL
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Al poco, Horacio volvió a obsequiar a sus seguidores con una nueva delicia: su reseña de 33 días, de Léon Werth [Veintisiete Letras. Madrid, 2010], en Léon Werth existe. Así que gracias a un hallazgo, y La suite francesa [Salamandra. Barcelona, 2012], fascinante historia relatada con sublime delicadeza por Irène Némirovsky, completaba un tríptico verdaderamente extraordinario.

[Son las tres, a mi juicio, obras “imprescindibles” para todo aquel que desee aproximarse a una instantánea de las gentes y la época, durante ese episodio de sometimiento a la barbarie padecido por nuestros vecinos del norte. Otra batalla más de la vieja y eterna lucha/guerra entre barbarie y civilización, en la que, transitoriamente, parece que esta sucumbe en contra de la evidencia que ofrece el sinuoso avance de la flecha de la Historia. La perspectiva del juicio es esencial; miradas cercanas y locales trastocan la visión nítida de la realidad por aquello de que “los árboles impiden ver el bosque”. Y al maestro Chaves, que acababa de vivir el tremendo episodio de una guerra fraticida en su patria, la circunstancia le abocó a ser testigo de privilegio del desmoronamiento de la Nación francesa en 1940]
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2. Chaves es contemporáneo de un grupo de periodistas que hicieron época, de los que sólo refiero a Augusto Assia [1904, La Mezquita (Orense); 2002, Mesía (La Coruña)],  y George Orwell [1903, Motihari (India); 1950, Londres].
El primero por sus crónicas londinenses de Cuando yunque, yunque y Cuando martillo, martillo [ 1ª ed. Mercedes. Barcelona, 1946 y 1947, respectivamente]; el único testimonio del transcurso de la guerra relatado desde Londres por un cronista español. Orwell, por su preclara visión de la granja estalinista y su integridad en defensa de la libertad – cuando los vientos dominantes soplaban en contra–, acreedor por ende del mayor de los reconocimientos.
El maestro sevillano compartió época londinense con Assía y Orwell, y no es de extrañar que hubieran coincidido en algún momento, pero no conozco dato fehaciente al respecto.
GEORGE ORWELL
AUGUSTO ASSIA
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 A finales de noviembre de 2014, Carmen de la Vega, responsable de columnas de Opinión de El Imparcial (diario con el que colaboré durante un tiempo, hasta que colmé la paciencia del Sr. Ansón por críticar sus frívolas sandeces e inconsistentes majaderías) me facilitó el contacto con William Chislett. Andaba yo en una búsqueda relacionada con los servicios diplomáticos del UK en España, en la que conté con la inestimable ayuda de William, al hilo de la cual me comentó esto:

“... Tanto Chaves Nogales que Barea, por razones distintas, son personas honestas y honorables en el sentido más amplio. Pobre Chaves. Ni tiene lápida. Está enterrado donde el tronco del árbol (Fulham, Londres).

Ni tiene lápida...” Pude verlo en una foto de Mª Isabel Cintas Guillén que me adjuntó [Mª Isabel es referencia obligada a la hora de hablar de Chaves. Es la fuente de la que ha brotado todo el “caudal” Chaves del que bebemos: cinco tomos de Obra Narrativa (1993) y Obra periodística (2001, reeditados en 2009 y 2013). Manuel Chaves Nogales, página editada por ella, ofrece un excelente acercamiento al "repórter" sevillano]
Mª Isabel y William, dos nuevos hallazgos, me empujaron definitivamente a la estela del maestro sevillano. La inocente fotografía encendió la chispa de mi curiosidad por ver, por ir allí. Se volvía a repetir el mismo impulso que me llevó a visitar otro camposanto: el emotivo cementerio de Omaha, en las playas del desembarco al que hace nada rendía homenaje en Normandia, 6 de junio de1944. 
EL TOCÓN DEL CEMENTERIO DE FULHAM...
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3. Exiliado por partida doble, en Francia a consecuencia del mayor fracaso histórico que nuestra guerra civil supuso en nuestra convivencia, y poco más tarde en el UK a resultas de la capitulación francesa ante la barbarie nazi –con la travesía que comienza en Burdeos y le llevará al UK se abre La Agonía...–, Chaves muere en Londres en mayo de 1944, lejos de su esposa e hijos... No pudo saber de lo que sucedió apenas un mes más tarde, ni visitar esas playas en las que unos chiquillos de allende los mares comenzaron a abrir las puertas de la libertad que parece languidecer en Europa.
Sus restos yacen, sin lápida que lo recuerde, junto al tocón. La imagen de su sepultura evoca la envoltura, densa a veces, que en esos entrañables camposantos londinenses, mitad parques, mitad islas de recogimiento, arropa con brumas de olvido enterramientos como el que localiza algo –también inerte– como los restos de un árbol talado.
La suerte de quien en plena madurez, y hablando de lo que dejó atrás en su patria, proclamara en su exilio parisino con amargura que
"El resultado final de esta lucha no me interesa demasiado. No me interesa gran cosa saber que el futuro dictador de España va a salir de un lado u otro de las trincheras. Es igual. ... puede salir indistintamente de uno u otro lado.",
no puede sorprendernos.
 [Fin de la 1ª parte]

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