2021/12/06

[139.2] CHAVES NOGALES: ÚLTIMO GRAN VIAJE. JUNIO DE 1940, DE BURDEOS A LONDRES. II.

 (2ª parte)

AVISO. Habida cuenta de que mis averiguaciones prosiguen, nuevos datos ponen en entredicho asertos previos, por lo que esta serie de 3 entradas no sufrirá actualización alguna a partir del 30.03.2022. Esta circunstancia debe ser tenida en cuenta en orden a evitar la propagación de posibles inexactitudes o errores. El lector interesado en conocer el estado de la cuestión puede plantear su interés vía "Comentarios"; será atendido con la mayor agilidad posible.

...

2. Qué sabemos por Chaves Nogales.

Pues sabemos que, 

    a comienzos de junio de 1940 estaba en París; 

    ante la inminente llegada de los boches a la capital francesa se ve abocado a tener que abandonar su familia, sus enseres –incluido su coche [11], y la ciudad que le había acogido, a finales de 1936, en su primer viaje al exilio;

[11] Antony Jones, me informó de palabra: nadie más conducía en casa…, me dijo. El dato tiene su interés, porque, Cómo y con quién(es) abandonó Chaves París es cuestión que aquí no tiene respuesta.  

Esos días, las carreteras de París hacia el S, el SE, y el SO, estaban casi completamente colapsadas. 33 Días de León Werth, otro gran libro reseñado por Horacio Vázquez Rial –Ed. 27 letras. Madrid, 2010– narra las vicisitudes de la escapada del matrimonio Werth, que comienza el 11. Tardarán 33 días en llegar al Jura, en lugar de las varias horas habituales que solía requerír el viaje.

Un testimonio de máxima calidad, el del embajador británico en Francia, Sir Ronald Campbell, aporta estos datos de su desplazamiento París–Tours del día 10:

"Tras un viaje de pesadilla por carreteras llenas de oleadas de automóviles, carros agrícolas, transportes del ejército y otros medios de locomoción, llegué al castillo de C. alrededor de las 4 de la madrugada ... tuve la suerte de que sólo tardé unas siete horas en llegar a mi destino. ... el coronel V. ... que fue retenido en París y partió unas dos horas más tarde que yo, tardó diecinueve horas en el mismo viaje debido a la congestión cada vez mayor en las carreteras y a los retrasos causados por avisos de ataques aéreos.  

     mientras durara la guerra, pretendió asentarse en un pequeño núcleo de los Pirineos,  posibilidad de la que le disuade el amigo francés al que le solicita ayuda para ello;

    surca el estuario del Garona a 20 nudos en un contratorpedero de pabellón británico.

    refiere la compañía de tres conocidos colegas franceses:

… el frío e impasible “Pertinax”, el gordo Émile Bure… y Madame Tabouis, agotada... [12].

[12] La agonía… Op. cit.; pp. 16-17.

El HMS Berkeley

A partir de ahí, ante lo sucinto de la narración de Chaves, el relato pasa a manos de un par de colegas que relataron de su peripecia. Peripecia similar para unos Alexander Werth y muchos de los corresponsales destacados en la capital francesa, por ejemplo; y exactamente igual para aquellos cuya compañía refiere, como Mme. Tabouis, al menos en su parte esencial: desde el embarque en los muelles bordeleses de Chartrons hasta su primera noche en Londres. 

Merecen ser destacadas las mutuas ignorancias que en esos relatos se profesan colegas que, por fuerza, debían conocerse bastante bien. Nadie evoca ni a Chaves ni a Reves, personas exóticas –digamos, en razón a sus procedencias, pero con un renombre y una trayectoria más que contrastados. Y las referencias a Leger y Bois, son meramente epidérmicas... Por fortuna, el sevillano dejó constancia de que estuvo allíel clavo ardiendo al que me aferré, en el habla más puramente coloquial.

Acaso la razón surja del contacto, del roce cotidiano propio del ejercicio de la profesión. Por el mero discurrir de su trabajo, por lo escaso de su número y por lo singular de la circunstancia, el colectivo tuvo que compartir estrecha familiaridad. Las inevitables consecuencias de afectos y desafectos, de pequeña rencillas y grandes amistades entre personalidades bien acusadas y –en algunos casos, notable celebridad, debieron de surgir como otro elemento más de la convivencia entre los del gremio periodístico. Digo.

 

3. En Burdeos, en torno al domingo 16.

El hecho es que, en la estela que a la desbandada que sigue al gobierno Reynaud en su caótico repliegue, 

El Gobierno se había negado insistentemente a afrontar la posibilidad de tener que abandonar la capital, por lo que, cuando tuvo que hacerlo con poca antelación o arriesgarse a caer en manos del enemigo, se vio obligado, a falta de otros planes, a recurrir al preparado antes del estallido de la guerra para hacer frente a la eventualidad, que entonces parecía probable, de que París fuera sometida a un constante bombardeo aéreo,

anota el Embajador Campbell, los periodistas llegan a Burdeos. 

Me referiré al grupo Werth, el de los corresponsales destacados por medios anglo–americanos, por un lado; y al Tabouis/Chaves, sin otra mira que distinguir sus pasos, por otro.

El primero busca y recibe amparo en el Consulado Británico; el segundo lo recibe a través de los preparativos que acomete la Embajada para evacuar a su personal. 

Werth lo expresa con claridad:

En principio, se supone que sólo los súbditos británicos deben irse esta tarde (la del lunes 17); pero también son aceptadas un buen número de personas. Childs, el agregado de prensa, entrega salvoconductos a varios franceses, polacos y checos. Son trozos de papel blanco que llevan anotado "S.S. Madura". Reggie Maynard y su esposa, Lord Kneller, el personal de la Embajada (excepto Malet, el secretario del Embajador) no vienen en nuestro barco. Van, y con ellos unos pocos franceses privilegiados –Pertinax, y Mme Géraud (la esposa de André Géraud, alias Pertinax) y Mme Tabouis, y Émile Buré y su esposa, a bordo de un barco de guerra –un crucero o un contra-topedero, no lo sé– que los recogerá en Burdeos mismo. Pertinax tiene el gesto apagado [13].

[13] Les dernier jours de Paris. Alexander Werth. Slatkine & Cie. Clermont–Ferrand; 2017; p. 210.

No cabe duda de que el grupo de franceses privilegiados es prácticamente el mismo con el que Chaves abre La Agonía…

Nos echaron a la cara los haces de luz de sus linternas y nos examinaron recelosamente. Salíamos del despacho del ministro del Interior, señor Mandel, y bajamos por una escalera de servicio de la Prefectura de Burdeos…[14].

[14] La agonía… Op. cit.; pp. 3. La oficialización de la dimisión de Reynaud tuvo lugar a las 22:00h., por lo tanto ese momento que narra Chaves tuvo lugar mientras caía la noche. De dónde pernoctó Chaves esa útima suya en suelo francés, nada puedo decir, aunque no descarto que fuera en el propio HMS Berkaley.

 Hasta ahora, de ese grupo conozco las 9 personas ya referidas en [139.1], pero lo cierto es que solo la relación de pasajeros del HMS Berkeley despejará cualquier duda acerca de su composición efectiva (dato que, por cierto, se me muestra del todo esquivo)*.

* Todo este párrafo queda en suspenso: un artículo de William D. Forrest, del día 24 en el News Chronicle aporta nuevos datos al respecto: él viajó en un 2º traslado del HMS Berkeley.

Es posible que Henry de Kérillis –otro célebre periodista antinazi, el único diputado de la Asamblea Nacional que votó en contra de la firma de los acuerdos de Múnich, también recibiera ese haz de luz, pero el 17 abandonó Burdeos en una avioneta pilotada por su hermano.

Lo que no ofrece duda es que el grupo Tabouis/Chaves recibe socorro del propio ministro del Interior, Sr. Mandel, y de la Embajada del UK, cuyo personal fue evacuado del mismo modo. Tabouis escribe:

En mi habitación (del hotel Royal Gascogne), el teléfono sonaba constantemente. Reconocí la voz del secretario de un ministerio importante (el de Mandel, sin duda)"Tabouis", dijo con voz emocionada. "Acabo de llamar a Bure (sic) y Pertinax. Quería darles a todos un consejo seguro. Se emitirá una orden de arresto dentro de cuarenta y ocho horas. Debes irte a Inglaterra de inmediato. Los contornos del futuro serán más claros desde ahí… y hay otras razones por las que debería ir a Inglaterra…"

Tras quemar sus papeles en las calderas del hotel, relata:

Lentamente regresé a mi habitación. André David, el director de la Conférence des Ambassadeurs, estaba allí, esperándome para informarme de que unos amigos británicos le habían notificado que todo estaba listo para mi marcha.

… Pasé una noche miserable. A la mañana siguiente (lunes 17), agotada y aún indecisa, llegué al muelle con mi pequeña maleta, llena de pensamientos sobre aquellos a los que deseaba desesperadamente abrazar sólo una vez más. El capitán del destructor Berkley me esperaba [15].

[15] They called my Cassandra. Geneviève Tabouis. Charles Scribner’s Sons, New York, 1942; pp. 6-7. 

Pero del resto nada puedo añadir.

 

4. El HMS Berkeley en Burdeos.

Junio de 1940 irrumpe en el Reino Unido con los peores, los más negros augurios. Tras finalizar la drôle de guerre, los ejércitos nazis arrollan todo cuanto se enfrenta a su paso; los desastres bélicos de los ejércitos franco–británicos se suceden y se baten en una retirada a la desesperada en suelo francés.

Tras el desastre sin paliativos de la Campaña Noruega del mes de abril, el pueblo británico contempla entre la estupefacción, la incredulidad, y el sobrecogimiento, la Fall of France. 

 Para el público británico, el trauma de junio de 1940 lo constituyó la caída de Francia. Para Churchill y quiénes estaban próximos a él, la cuestión crucial era más bien el destino de las varias piezas periféricas del poder francés: la formidable Marina francesa (la cuarta del mundo) y el Imperio francés en el norte de África así como el impacto en las relaciones anglo americanas... sabía que la Francia metropolitana estaba perdida. Realizó tremendos esfuerzos por mantenerla en la guerra...[16].

[16] Winston Churchill. Vol II. ABC-Centenario. Barcelona, 2003; p. 681.

En lo que a todas luces parece un milagro, la Operación Dynamo consigue evacuar desde el puerto de Dunkerque a buena parte del Cuerpo de Ejército Británico. Augusto Assia la presenció:

 Acabo de regresar de uno de los puertos del Canal, donde he visto llegar a las tropas inglesas procedentes de Dunquerque.

El mismo espectáculo se ha repetido desde Harwich a Portmouth durante los últimos 2 días. En cientos, miles de embarcaciones, desde barcos de vela como cáscaras de nueces hasta mercantes de 4 o 5.000 toneladas, el batido, pero no abatido ejército expedicionario británico ha ganado las tierras de la Isla [17].

[17] Cuando yunque, yunque. Ediciones Mercedes, Barcelona, 1946; p. 45. El regreso de Dunquerque, artículo fechado el 4.


Pero en suelo francés aún quedaban un buen número de soldados británicos, personal diplomático, civiles, otras personas no británicas –civiles y armadas, para las que la Isla era su única salvaguarda. Más, tras la esperanza infundida por el memorable discurso del PM Winston Churchill a la Cámara de Westminster el mismo día 4, cuyos ecos aún repercuten en el gran auditorio de la historia:

… We shall go on to the end, we shall fight in France, ... ; we shall never surrender…

https://winstonchurchill.org/We-shall-fight-on-the-beaches/


En ese peliagudo trance, el gabinete británico ha de multiplicar sus esfuerzos para conseguir sus más apremiantes objetivos políticos: repatriar al muy numeroso contingente de personas que se aglomeran y abarrotan los puertos atlánticos franceses; contener en lo posible los bombardeos en la Isla y la letalidad de los submarinos boches; y mantener en pie –en su defensa de Francia, los restos del ejército francés derrotado sin paliativos.

Así las cosas,  desde Burdeos, el embajador Campbell hace un llamamiento a sus superiores el 15, de cuyo cumplimiento avisa el 17.   

... me vi en la necesidad de solicitar el envío de un buque de guerra a Burdeos lo antes posible para evacuar al personal de la Embajada de Su Majestad, de las Legaciones de Canadá y Sudáfrica y de los Gobiernos de Polonia y Bélgica, si el Gobierno de Su Majestad aceptaba recibirlos.

… En respuesta a mi solicitud de envío de un buque de guerra, el Almirantazgo ha enviado al H.M.S. Berkeley a Burdeos y HMS Arethusa a Le Verdon.

El modo en el que el selecto grupo Chaves/Tabouis se suma al que agrega el embajador, por desconocwrlo, pero aduzco un par de razones de fondo:

–una, de mero corte –y valor, propagandístico como poco: poner a salvo a las voces que más se habían destacado en el pasado reciente en su acérrima aversión al salvaje totalitarismo nazi por lo que eran piezas apetecidas por la Gestapo.

Poder salvarlos, y propiciar que pudieran seguir difundiendo a los 4 vientos sus mensajes, era un modo de romper el creciente y totalitario monopolio informativo que los nazis asentaban en el continente; no se olvide que eran momentos de plena vigencia del pacto nazi–bolchevique Ribbentrop-Mólotov.

–la segunda, por las cercanías que se daban.  De índole más personal entre Churchill y Tabouis, por una parte, y entre Churchill y Reves, por otra [la naturaleza de esas amistades era diferente; con Tabouis –toda una singularidad, las coincidencias políticas eran sobradas; pero a su enorme valor personal y profesional, se sumaban razones de estirpe familiar. Con Reves, con muy abundantes méritos del mismo orden, le unía además una relación puramente comercial: era el agente que le venía procurando a Churchill desde años atrás, la difusión de sus artículos periodísticos por el orbe]. En el caso de Leger, de índole política a resultas de su papel en el gabinete Daladier (Reynaud lo cesó en el suyo).

Apenas instalada (la noche del 22, en el Hotel Savoy de Londres), suena el timbre del teléfono. Al otro lado de la línea, el secretario de Winston Churchill me concierta una cita con el Primer ministro para un almuerzo en familia. Acepto con emoción. Intercambiamos entre nosotros algunos recuerdos recientes de nuestro último encuentro en Burdeos, en los jardines del Ayuntamiento [19].

[19] Les princes de la paix. Albin Michel. París, 1980; p.14. 

Tanto el HMS Berkeley como el HMS Arethusa, los navios que el Almirantazgo envía al estuario de La Gironde, participan en un despliegue mucho más amplio cuyo nombre es Operación Aerial.

Aerial fue la prosecución de la Operación Dynamo, pero de manera mucho más organizada. Entre el 15 y el 25 de ese infausto mes de junio, unas 250.000 personas fueran trasladadas al Reino Unido en convoyes de mercantes –abarrotados la mayoría de las veces, escoltados por navíos de la Armada Británica.

Las personas con las que se tuvo el mayor esmero en su salvaguarda viajaron a bordo de los propios navíos de guerra o escoltados por ellos, como en el caso del Nariva, del Madura y del HMS Arethussa.

 

5. Rumbo al UK.

La mañana del 17, el HMS Berkeley zarpa desde los muelles de Chartrons para acercar y desembarcar a su pasaje en la punta de Le Verdon, extremo sur de la desembocadura del Garona en el Atlántico a unas 55 millas náuticas al NNO de Burdeos.

ACTUALIZACIONES DE II

25.03.22: añadido de nota (*) que deja en suspenso el párrafo relativo a la relación de pasajeros del HMS Berkeley.

19.03.22: cambios de estilo.

02.03.2022: actualización general. 


(Fin de la 2ª parte)

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