2023/10/08

[181.4] POR QUÉ ESCRIBO SOBRE CHAVES NOGALES

La verdad siempre llega la última, y tarde, coxeando con el tiempo...

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(FINAL DE LA SERIE 181) 

Escribo sobre Chaves Nogales por el impacto que la lectura de La agonía de Francia causó en muchos órdenes de mi vida. Lo hago -o pretendo-con total respeto aunque sin veneración ciega; con el propósito de hacerlo con serenidad y honestidad absolutas, con el deseo de presentar las cosas como son para hallar los hechos verdaderos y almacenarlos para la posteridad.  

De cosas sobre las que deseo llamar la atención sin mengua de mi admiración por el sevillano, uno más de un enjambre formidable de reporteros del -por acotar- período de entreguerras: Camba, Gaziel, Plá, Assía, me son los más conocidos de entre los propios -Orwell de entre los no, de esa época

Gracias a sus crónicas y reportajes dispongo -disponemos- de una visión de la Historia a pie de calle, de hecho y de crónica. Visión verdadera; carente de los estereotipos y maniqueísmos de redentores al uso y de los ortodoxos de la memoria histérica, que no es sino la presentación adulterada bien a conveniencia de la otra, la auténtica, la genuina, la verdadera... 

A Chaves Nogales le distingue su sino, malhadado, que, en primer lugar, le condujo a abominar de la barbarie cainita que se desencadenó en el yermo cultural patrio, y lo asoló más si cabe. Al poco, a un exilio parisino de 3 años y medio de duración con los suyos, que acabó con una huida -a solas, sin sus allegados- a Burdeos, y una evacuación al UK que suponía un 2º y definitivo exilio en el que, desventuras de su Hª, no le fue permitido ver el triunfo de su causa, la de la libertad..., es decir  la derrota de la peor barbarie destilada en los pudrideros orientales. 

Mi preocupación inicial es lograr que me oigan, pero se me ha confinado entre unas tapias de oscuridad de una envergadura formidable...-entre las que de hecho estoy enrejado, como prueba el nulo eco de estas entregas precedentes , cuyo nº de lecturas/lectores no sé si es es de risa o de vergüenza ajena, por supuesto-; sometido a un atronador, abisal, silencio que hiede... un saber no compartido es de la más absoluta esterilidad; apocarlo, o sofocarlo, una canallada, escribí el 24/09/2022. Allá cada cual. 

El ninguneo que refiero, mero elemento positivo, me es igual, me trae al pairo. ¡Si a mis 70 no me lo fuera, y a esas miserias les diera cabida en mi cosmos afectivo, apañado iba!. 

La verdad de mis proclamas no está en tela de juicio, ni es susceptible de estarlo, ni es cuestión cuantitativa. Si alguien da fe de mis averiguaciones en una columna de periódico, una reseña en un artículo, o un señalamiento en un cruce de caminos, se lo agradezco sin más. Ahora bien, divulgar saber recto carece de mérito alguno, es un simple imperativo moral para cualquier persona de bien que esté en condiciones de poderlo hacer, incluso si pertenece a la Santa Cofradía de los Hermanos Silentes como destacado miembro numerario. Porque, transmitir, compartir mi saber ha sido la esencia de mi menester como profesor, que no es sino una aplicación 'ordenada' de esa necesidad que constituye la esencia cooperativa de la especie... 

La seguridad que me asiste, que da alas y oxígeno al brio que he de poner en juego para sostener esta brega, y nutre mi confianza, impide que me doblegue ni me avenga a enjuague alguno (es el mismo aliento con el que he logrado que el entorno tocquevilliano de Gallimard y el Conseil de Rédaction de la Tocqueville Revue, sobre todo, hayan tenido que doblar la rodilla porque un tal F Caro, investigador tan independiente* como meticuloso, estableció hará pronto cosa de 10 años que todos los recopiladores de correspondencia de Tocqueville habían dejado en el olvido una carta americana, familiar, y conocida por autoridades tan indiscutibles como nuestro Eduardo Nolla, o el británico Hugh Broghan [1936-2019]. El nº 262 de La Revue de la Manche que se acaba de publicar, lo ratifica).

*El atributo que me dispensa Y. Morató, que encuentro de una claridad, verdad y concisión como nunca pensé que fuera a recibir; se lo he agradecido de manera personal. 

En todo caso no voy a pordiosear nada en absoluto, ¡solo faltaría! ¡Como si Galileo -eppur si muove-hubiera debido añadir a la humillación inmisericorde a la que se le sometió la de plañir y limosnear...! Apocar, sofocar, negar por la vía de los hechos la existencia de un saber bien establecido es una canallada, lo repito. Así que allá cada cual con su conducta..., y que cada palo aguante su vela.

Tampoco está en tela de juicio, ni es susceptible de estarlo, mi rigor, mi honestidad intelectual, mi apego a la verdad material de los hechos, a su respaldo con la prueba que lo avale... Ni al placer intelectual que toda esta ensalada me causa... Creo estar en las antípodas de una nebulosa en la que -seamos claros- lo que prevalece no es el ánimo de establecer verdad científica alguna sino de vender libros. 

Vender libros es muy encomiable, es lo más legítimo del mundo y, en sí mismo, nada tiene de censurable. Yo mismo he tratado de hacerlo, y lo voy a seguir haciendo con una traducción del El Antiguo Régimen y la Revolución, el clásico de Alexis de Tocqueville que antes de un mes tendrá una reedición presentada con esmero, y con mi aportación a la estela de Chaves Nogales antes del próximo mes de marzo, S.D.Q. 

Lo que es censurable es la falta de decoro, de savoir faire, de rigor -de honestidad intelectual, en suma- a la hora de elaborarlos y editarlos. Allá cada cual con su conducta..., pero que cada palo aguante su vela, repito

Recuerdo con insistencia al antiguo corresponsal de The Times en Madrid (1975-78) y de The Financial Times en México D.F. (1978-84), William Chislett. Captó a la perfección lo que se nos avecinaba cuando vio claro, hace ya más de 10 años, que Chaves era un filón inagotable. A la vez, denunció la impostura de Trapiello, que, si no lo ha hecho (si lo ha hecho lo que sigue carece de valor), debería tener un gesto de honestidad y salir a la palestra para asentar de una vez la verdad y propagarla a los 4 vientos, que W. Chislett tenía razón al decir lo que dijo (W. Chislett & Chaves Nogales): <... no es cierto que Andrés Trapiello, prologuista de la nueva edición de A sangre y fuegofue como se dice en la contraportada “el primero en señalar la verdadera importancia de esta obra”>

Quizás esa proclama sería el hito que trazara un punto y aparte a partir del cual se aborde al eximio reportero sevillano con el decoro, el savoir faire, y el respeto que merece. Esto que digo concierne a todos los asteroides que gravitan, o deambulan, en el seno de la nebulosa Chaves, los cuales, por qué no decirlo, me recuerdan a los desatinados hommes de lettres* a los que, en L'Ancien Régime et la Révolution se refiere Alexis de Tocqueville

*Cuya arrogancia y osadía les llevó -en el S. XVIII francés, a ser les principaux hommes politiques du pays con las consecuencias que ello llevó consigo

Se arrogaron el menester de la guía de la nación -en ello siguen desde entonces partout (y así está el panorama), aduciendo una incuestionable superioridad de principio por lo general jamás demostrada -la Historia lo evidencia. Hoy en día otros hommes de lettres -diferentes personas pero el mismo espíritu, bajo los mismos supuestos, se apropian de patrimonios colectivos, caso de los legados de Tocqueville, o Chaves Nogales, menospreciando lo que provenga del exterior de su formidable castillo kafkiano. Castillo en el que saltan a la vista intrigas, asechanzas, y rencillas; ese cúmulo de miserias tan humano, tan a pie de suelo...  

 En el caso del sevillano los resultados están siendo -a veces, innecesariamente mediocres; por debajo de un umbral de mínimos que deje las cosas en claro, en lugar de añadir turbidez. Creo haber aportado evidencias más que suficientes al respecto. 

La mentira es siempre la primera en todo, arrastra necios por vulgaridad continuada. La verdad siempre llega la última, y tarde, coxeando con el tiempo; resérvanle los cuerdos la otra metad de la potencia que sabiamente duplicó la común madre. Es el engaño mui superficial, y topan luego con él los que lo son. El acierto vive retirado a su interior para ser más estimado de sus sabios y discretos.

Mirar por dentro. Aforismo 146.

Oráculo manual y arte de prudencia. Sacada de los Aforismos que se discurren en las obras de Lorenço Gracián. Baltasar Gracián. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

Porque, ¿cabe esperar que la próxima obra que se escriba sobre Chaves lo sea con decoro, con savoir faire, con rigor -con la mínima exigible honestidad intelectual, en suma, de la que el reportero sevillano es -más que de sobras, acreedor ?  Veremos...

Alguien tenía que decirlo... podría haber afirmado G. Orwell.

PS DE LAS 7:30h del 09OCT2023 (1º). Por supuesto, no estoy exento de error; no hay en ello contradicción alguna con lo que he expresado.

PS DE LAS 7:15h del 10OCT2023 (2º). Y escribo porque sigo recibiendo datos novedosos que me incitan a seguir en la indagación, como los que acabo de incorporar a la entrada precedente, que ahora va numerada de este modo [181-3*].

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