[74] BARBARIE CONTRA CIVILIZACION: LA ETERNA BATALLA

Empobrecimiento + Embrutecimiento = Sometimiento

Esa formulación a modo de igualdad matemática de hechos positivos -verificables y perceptibles-, que suceden en el campo de lo cotidiano, la denomino “La ecuación siniestra”. Vuelvo a ella porque nunca está de más referirse a ciertas evidencias. 

La Libertad no deja de ser pura quimera: nuestra naturaleza interdependiente, social, nos impone servidumbres. Por ello su ejercicio no es sino el juego cotidiano en el seno de una compleja y tupida trama de límites (que impone el respeto al otro en la misma medida en que quieres que se te respete). 

Pero su anhelo ahí está, brotando de un sentimiento: “No me pidan analizar este amor sublime [por la libertad], hay que sentirlo. ... Hemos de renunciar a hacérselo comprender a los espíritus mediocres que jamás lo han sentido” [Tocqueville, El Antiguo Régimen y la Revolución].

Y la consciencia de tal anhelo está directamente asociada al campo de posibilidades de obrar en todos los planos en los que se materializa la vida de la persona [por ello es evidente que la escasez de recursos económicos y los que ofrece el conocer amengua ese campo, de ahí lo terrible de esa “suma”]. 

Es la Historia el campo de batalla en el que se celebra la eterna de la barbarie contra la civilización, del sometimiento frente a la libertad; en el que se evidencia en todo tiempo y lugar la enorme proliferación de liberticidas de todo tipo y pelaje: aquellos empeñados en procurar tales penurias. Y los que nos circundan no son escasos.

Es posible asegurar que entre nosotros la libertad adolece de serios defectos. Lo primero, porque quienes pergeñaron el régimen/cambalache del 77 sustrajeron la presencia de la Nación en su fundamentación [pues que la Nación fue suplantada por oligárquicas estructuras de poder cuya esencia procura el sometimiento frente al ejercicio de la libertad].

Y porque el edificio de la conveniencia se asienta sobre la base de la impunidad. De la irresponsabilidad universal, no solo restringida al mero ejercicio de sus funciones como tal, que se otorga al Jefe del Estado. 

Consagrada en derecho por el 56.3 de la carta otorgada que se comercializa bajo el nombre de Constitución Española de 1979, supone el sagrado al que se acoge la irresponsabilidad generalizada de los actores en la res pública, la que no puede derivar otra consecuencia obvia que la corrupción generalizada que depaupera y asola a la Nación.

EL JEFE DEL ESTADO EXIMIDO DE RESPONSABILIDAD POR EL 56.3.[IMAGEN NO ORIGINAL]

NADA QUEDA POR AÑADIR...

Soy consciente y testigo de lo que ha costado a mis congéneres, y a mis compatriotas en otro plano, que podamos vernos aquí como nos vemos. De todo lo que hemos recibido de quienes nos antecedieron; de cuánto se nos somete impunemente.

Y de cómo se ha fraguado la ruina de la sociedad española edificada sobre el basal de la irresponsabilidad y del embrutecimiento.

Embrutecimiento que no es sino el resultado de la irresponsabilidad trasladada al ámbito de la instrucción de nuestros jóvenes, al de la forja del futuro, que procuró la Logse de los infaustos Maravall, Rubalcaba y González. Ley que erradicó el instruir para la libertad por el adoctrinar para el sometimiento, a cuyo espíritu TODOS los gobiernos se han mantenido fieles. Y transformó un sistema de instrucción pública aseado por un enorme y onerosísimo Sistema Nacional de Guardería.

“... es el pueblo el que se subyuga,... el que pudiendo elegir entre ser siervo o ser libre... se unce al yugo,...”, [De la Boëtie; Discurso de la servidumbre voluntaria]; buena y muy reciente prueba tenemos de ello.

Y es que el pueblo allana los caminos a quienes le huellan, al preferir la comodidad en la servidumbre al esfuerzo y responsabilidad del ejercicio, de la libertad. Ejercicio que, por añadidura, desemboca en un vasto campo de  incertidumbres, de riesgos: vida vivida con autenticidad.

Así que la vieja batalla prosigue, aunque todo liberticida, también los que nos asedian por codicia, egoísmo y vanidad, estulticia supina y absoluta, caerá derrotado. Porque sus pertrechos han surgidos por completo del campo de la libertad: el suyo es absolutamente estéril. 

No obstante, ¡malditos seáis por siempre!.