2020/02/14

[92] EVOCACIÓN DE TOCQUEVILLE. EL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA TRANSICIÓN (II).


... es por lo que se puede decir de manera rigurosa que el aprecio que se muestra por el gobierno absoluto es la medida exacta del desprecio que se profesa por su país.

… (continuación)
Acerca del sentimiento de libertad, Tocqueville dice:
… “Me he preguntado muchas veces dónde está la fuente de esa pasión de la libertad política que, en todas las épocas, ha impulsado a las personas a las mayores gestas que la humanidad haya llevado a cabo, en qué sentimientos arraiga y se nutre...
Quien busque en la libertad algo diferente a ella misma está hecho para servir...
No me pidáis analizar este aprecio sublime, hay que experimentarlo. Entra por sí en los grandes espíritus que Dios ha preparado para recibirlo; los colma, los enardece. Debemos renunciar a hacerlo comprender a las almas mediocres que nunca lo han sentido.

¿Qué persona, por naturaleza, tiene el alma tan postrada para preferir depender de los caprichos de sus semejantes a seguir las leyes que él mismo contribuyó a establecer, si le pareciera que su nación tuviera las virtudes necesarias para hacer un buen uso de la libertad? Creo que nadie. Ni los déspotas niegan que la libertad sea excelente; sólo la quieren para sí y argumentan que todos los demás son por completo indignos de ella. En consecuencia, ... es por lo que se puede decir de manera rigurosa que el aprecio que se muestra por el gobierno absoluto es la medida exacta del desprecio que se profesa por su país.
Y de los efectos de un adoctrinamiento perverso:
… “Hacía ya mucho tiempo que el propio gobierno trabajaba para inculcar y asentar en la mente del pueblo diversas ideas que más tarde se han llamado revolucionarias, ideas hostiles al individuo, opuestas a los derechos individuales y proclives a la violencia.
El rey fue el primero en mostrar el desprecio con el que se podían tratar las instituciones más antiguas y en apariencia mejor asentadas... Cuando el pueblo vio caer y desaparecer ese Parlamento casi coetáneo de la realeza, y que hasta entonces parecía tan firme como ella, entendió vagamente que se aproximaban esas épocas de violencia e incertidumbre en las que todo es posible, donde apenas existen cosas que resulten respetables por antiguas, ni tan novedosas que no puedan ponerse a prueba.
Ahora bien, en materia de instrucción, en particular en la etapa de la instrucción secundaria, una de dos: o se instruye para la libertad o se adoctrina para el sometimiento, porque es recurso de tiranos el embrutecer a sus súbditos. No resulta difícil inferir en qué tesitura nos encontramos tras la infausta Logse, que consagró en la formación de nuestros adolescentes la corrupción que supone la irresponsabilidad de la supresión de los principios de mérito, esfuerzo y capacidad “promocionando automáticamente de curso”: crimen de lesa patria, pendiente de condena social, perpetrado por unos y tolerado por los otros; cómplices de facto.


PORTADA DE LA 1ª EDICIÓN DE "EL ANTIGUO
      RÉGIMEN Y LA REVOLUCIÓN "(GALLICA.BNF.FR)
Tocqueville lamenta el abatimiento de la nobleza:
… “Lamentaremos por siempre que, en lugar de doblegar esa nobleza bajo el imperio de las leyes, se la haya abatido y erradicado. Obrando de ese modo, se ha despojado a la nación de una parte necesaria de su sustancia y se ha hecho a la libertad una herida de la que nunca se curará... Al extirparla, se debilitó también a sus enemigos. Nada sería capaz de reemplazarla por completo; ella de por sí no sería capaz de renacer; puede recuperar títulos y propiedades, pero el alma de sus padres, no.”
a la vez que señala que:
… “La división de las clases fue el crimen de la antigua realeza; más tarde se convirtió en su excusa ya que, cuando todos aquellos que integraban la componente rica e ilustrada de la nación son incapaces del todo de entenderse y cooperar mutuamente en el gobierno, la administración del país a su albur es un imposible y es necesario que un amo intervenga.”

Para finalizar, evocaré sus apreciaciones acerca de la caída del Imperio Romano, en las que aprecio paralelismo con la dinámica secesionista/racista-identitataria/neotribal que nos corroe y que apunta a emergentes neoalbanias totalitarias periféricas.
… “Los pueblos que abatieron el Imperio Romano y que acabaron constituyendo las naciones modernas diferían en la raza, el país, el idioma; solo se asemejaban en la barbarie. Establecidos en el suelo del imperio, chocaron entre sí por mucho tiempo en medio de una confusión inmensa, y cuando por fin se estabilizaron, se vieron separados por las mismas ruinas que habían provocado. Al estar la civilización casi extinta y el orden público destruido, las relaciones mutuas de las personas se hicieron difíciles y peligrosas, y la gran sociedad europea se fraccionó en mil pequeñas sociedades diferentes y rivales, que vivieron por separado.
∞ ≈ ∞ ≈ ∞

Bien, solo me queda animar al lector a que valore el grado de actualidad de El Antiguo Régimen y la Revolución y, una vez más, a la lectura de esa gran obra, imprescindible para todo aquel que desee tener un mejor conocimiento de la corriente de fondo que marca el discurrir de la Historia del Viejo Continente desde aquel 1789.
Y porque, además, El Antiguo Régimen y la Revolución no es una amalgama de párrafos con más o menos brillo, sino un todo coherente.
Su elaboración señala un hito en el relato de la Historia: la secuencia lógica de causas y efectos -consecuencias- arrumba el carácter episódico en que consistía hasta entonces ese relato.
Tocqueville, contemporáneo del desarrollo científico-técnico que tiene lugar en la primera mitad del S. XIX, no hace sino aplicar el método propio de las ciencias positivas: su base son hechos y documentos que establecen un repertorio de premisas cuyas consecuencias son, a su vez, observables y constatables; queda por establecer el nexo lógico y a ello se aplica Tocqueville de manera bien brillante.

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NOTA. Desde el pasado mes Enero, Amazon-books ofrece mi traducción de EL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA REVOLUCIÓN, de Alexis de Tocqueville, en versión completa -por vez primera en español- de la 7ª ed. de las OC de Alexis de Tocqueville [Lévy-Frères, París 1866]. Posiblemente la mejor versión al español existente.

2020/02/13

[91] EVOCACIÓN DE TOCQUEVILLE. EL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA TRANSICIÓN (I)


... en materia de justicia la España de 2020 está en las antípodas de la Francia del S XVIII.

No consigo elaborar una antología de El Antiguo Régimen y la Revolución, el magnifico clásico de Alexis de Tocqueville, cuya extensión no supere los límites propios de eso, de una antología.
Sin embargo, las varias lecturas a las que me ha obligado la traducción de tan magnífico -incontournable- texto* me incitan a seleccionar algunos párrafos de una palpitante actualidad aquí entre nosotros.
[Presente que deriva de aquella pasmosa metamorfosis -reforma que no ruptura- que transmutó el sistema autoritario de finales del franquismo en ejemplar democracia: la denominada Transición. Transacción hablando con propiedad, porque la evidencia positiva señala bien a las claras que no fue sino eso: alevosa transacción urdida a espaldas de la Nación, del cuerpo social, con episodios vergonzantes desde su inicio, como el del propio proceso -en comisión secreta- de elaboración de lo que, también de manera falaz, se denomina Constitución.]
EL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA REVOLUCIÓN
Trad. de F Caro. Ene 2020

Pero volvamos al preclaro Tocqueville, que dice:
... “Pero en la Revolución francesa, al abolir las leyes religiosas a la vez que las civiles eran derogadas, la mente humana perdió por completo su basamento; ya no supo a qué asirse ni dónde detenerse, y entonces se vio surgir revolucionarios de una clase desconocida, que llevaron la osadía hasta la locura, a los que ninguna novedad pudo sorprender, ningún reparo frenar y que nunca flaquearon ante la ejecución de un designio. Y no hay que creer que estos nuevos seres fueran creación aislada y efímera de un momento, llamada a desaparecer con él; desde entonces han constituido una raza que se ha perpetuado y extendido en todos los lugares civilizados de la tierra, que conserva la misma fisonomía dondequiera, los mismos apasionamientos, el mismo carácter.
Y pensemos en sancho, el escudero de totalitarios bolivarianos, terroristas, separatistas periféricos neo-tribales, supremacistas, racistas y gente de semejante calaña.
Calaña que posiblemente derive del carácter -religioso- que Tocqueville atribuye a la Revolución Francesa.
… “La Revolución francesa es pues una revolución política que ha operado al modo de una revolución religiosa y en cierto modo ha tomado su aspecto. Ved mediante qué rasgos particulares y característicos ha acabado por parecerse a estas últimas: no sólo se propaga a lo lejos como ellas, sino que, como ellas, penetra mediante la predicación y la propaganda. Una revolución política que inspira el proselitismo, que se predica con tanto ardor a los extranjeros como se lleva a cabo en su casa; ¡considerad qué novedoso espectáculo! De todas las cosas desconocidas que la Revolución francesa ha mostrado al mundo, esta es con seguridad la más novedosa.”
De los impuestos en el antiguo régimen (recurso para el sometimiento por excelencia, junto al embrutecimiento derivado del adoctrinamiento ideológico), comenta Tocqueville:
… “Desde el momento en que el impuesto no pretendía alcanzar a los más capaces de pagarlo sino a los menos capaces de defenderse, se tenía que llegar a la monstruosa consecuencia de ahorrárselo al rico y gravar al pobre.
¡Que me aspen si no sigue siendo exactamente así!
∞ ≈ ∞ ≈ ∞
De la justicia y sus agentes, señala:
... “No existía ningún país en Europa en el que los tribunales ordinarios dependieran menos del gobierno que en Francia; pero tampoco había casi ninguno donde se hiciera mayor uso de tribunales de excepción. Estos dos rasgos estaban más próximos entre sí de lo que nos imaginamos. Como el rey no podía hacer casi nada por la suerte de los jueces, no podía revocarlos, ni cambiarlos de plaza, ni siquiera ascenderlos de rango las más de las veces, en una palabra, que no los dominaba ni por ambición ni por miedo, pronto se sintió contrariado por tal independencia.
... “Nos habíamos convertido en un país de gobierno absoluto por nuestras instituciones políticas y administrativas, pero seguíamos siendo un pueblo libre por nuestras instituciones judiciales. La justicia del Antiguo Régimen era complicada, incómoda, lenta y cara; grandes defectos, sin duda, pero nunca se daba en ella servilismo ante el poder, que sólo es una forma de venalidad, y la peor. Este vicio capital, que no sólo corrompe al juez, sino que pronto infecta a todo el pueblo, le era completamente ajeno. El magistrado era inamovible y no pretendía ascender, dos cosas tan necesarias la una como la otra para su independencia; porque ¿qué importa que no se le pueda forzar si se dispone de mil maneras de ganárselo?
Lo que aboca a la afirmación de que en materia de justicia, y de su administración, la España de 2020 está en las antípodas de la Francia del S XVIII: maravillas de los innumerables gobiernos progresistas -y de los otros- que nos vienen devastando cual sucesivas, e inagotables, plagas de Egipto.
Por si fuera poco, todo dictadorzuelo del tres al cuarto encontrará un legista servil a sus pies:
… “El derecho romano, que ha perfeccionado por doquier la sociedad civil, tiende a degradar la sociedad política en todo lugar, porque era principalmente fruto de un pueblo muy civilizado y muy sometido. Los reyes lo adoptaron con fervor y lo establecieron allí donde fueran amos. Los exégetas de ese derecho se convirtieron en toda Europa en sus ministros o sus principales agentes. Los juristas les proporcionaron pues, a conveniencia, el apoyo del derecho en contra del propio derecho. Así es como con frecuencia han actuado desde entonces. Al lado de un príncipe que violaba las leyes, es muy raro que no apareciera un legista que viniera a asegurar que no había nada más legítimo; que no demostrara con habilidad que la violencia era justa y que el oprimido no tenía razón.”   
(sigue)

Versión íntegra (la 1ª en español así con casi toda seguridad) de la 7ª edición del T. IV de la de las “Obras Completas” de Alexis de Tocqueville, publicada por Lévy-Frères en París, 1866, que he editado en Amazon-libros (la autoedición en esa plataforma resulta ser un auténtico reducto de libertad ante la falta de editores "clásicos" dispuestos a acometer ciertas empresas).
     Esta versión  recoge dos textos que creo son poco conocidos: los Impuestos feudales que perduraban en el momento de la revolución, según los expertos de la época, y la Valoración de las diferentes heredades existentes en Francia antes de la revolución. Ambos componen la Nota relativa a diferentes epígrafes de este volumen y amplían el marco de la obra de Alexis de Tocqueville en sendos aspectos muy significativos en la vida cotidiana: la fiscalidad y el régimen de posesión del suelo en la época.

 

2020/02/05

[90] ¿ESPAÑOL?, SÍ; GRACIAS.

 Así que no cesa de martillearme el unamuniano ¡Venceréis, pero no convenceréis! 
(aunque eso de vencer, está por ver, añado ahora)

NOTA PREVIA. Como hiciera con mi entrada [63], de hace ahora un año, recupero una de mis columnas en El Imparcial, destacando con fondo sombreado algunos pasajes de aquel texto que sostengo, y creo que se sostiene, al día de hoy. 
    

¿Español? Sí, gracias

Jueves 21 de agosto de 201420:23h

   "Me siento español sin más. Sin presunción -nada tuve que ver en ello-, pero reconociendo lo que conlleva, asumiendo todo el pasado porque no caeré en el necio empeño de repararlo.

    Como cualquier hispano puedo ir desde Ampurias –emporio griego, primero; romano después– hasta la costa del Pacífico USA, San Francisco por ejemplo, y de ahí hacia el Sur, hasta Ushuaia, en el confín de la Patagonia argentina, sin cambiar mi idioma. O viceversa.

    Negar singularidad y grandeza al hecho es de todo punto imposible, y de ahí la admiración que la empresa americana sigue provocando: «...nunca dejará de fascinar el imperio español del siglo XVI, cuando el rey Felipe II gobernaba sobre Iberia, gran parte de Italia, los Países Bajos, las Américas desde California y Florida hasta Buenos Aires, el Caribe y Las Filipinas.», leo de W. Chislett aquí al lado.
Perry-Castañeda Library Map Collection
    Fascinación al sentir las ventanas que entreabre Luis Díez del Corral en Del nuevo al viejo mundo. ¡Lo hispano! El ingente caudal que se fragua en el crisol mediterráneo y que, tras una guerra de nueve siglos, se abre paso en la epopeya transatlántica en la que prosigue su vuelo, ya indeleble e imperecedero, por la historia.

    No creo errado afirmar que la historia de las naciones hispanas independizadas es una historia de dolorosas convulsiones. Ni que no lo es menos la nuestra. Pero, evitando cualquier comparación imposible, ante la tesitura de elegir entre España –y lo español– y cualquier otra posibilidad, México, Chile o Argentina, por ejemplo, no se me ofrece ninguna duda.

    Tampoco creo errar si afirmo que, ante la tesitura de elegir en un futuro próximo entre España -y lo español- y una Cataluña o un País Vasco “independientes”, mis dudas serían bien escasas; tesitura verosímil porque aquí y ahora, como sabemos, unos españoles–no–españoles tratan de proseguir en ese empeño periférico y desmembrador; neo–tribal en grado sumo.

    A diferencia de aquellas naciones hispanas, los nacionalismos secesionistas autóctonos pretenden tener en la negación del español, de España–nación en definitiva, una sólida base. Porque hace ya tiempo que el idioma, vehículo de comunicación por excelencia del que disponemos, lo han tornado herramienta de segregación. En sus tierras prometidas se podrá transitar hablando catalán desde La Seo de Urgel hasta Tortosa o desde Cadaqués a Batea, qué más da. O hablando vascuence desde Fuenterrabía a Musquiz; desde Bermeo a Laguardia: español ¡ez! (todos estos topónimos han de tomarse a mero título orientativo, por supuesto).

    La importancia del hecho es enorme porque, al negar el y lo español, ¿dónde desembocarán?, ¿en qué “universo” se confinarán? Esa sola apreciación ya justifica cualquier inquietud.

    A mayor abundamiento 1789 trajo consigo el concepto de la moderna nación política: ámbito social y geográfico, sometido a un régimen jurídico común, que toma cuerpo en un conjunto de instituciones –estado– que lo sustentan.
Constituye un hecho singular «…en el terreno de las ideas filosóficas y con ello, de la historia posterior» [Gustavo Bueno]. Bueno cita a Pascual E. Mancini: «Más allá de los lazos materiales, los hombres “no formarán una Nación sin la unidad moral de un pensamiento común, de una idea predominante. Es el Pienso, luego existo de los filósofos aplicado a la nacionalidad”» y señala, en fin, que «Lo que se necesita es la sobreposición, a todos los recuerdos que se quieran, de otros valores comunes que se juzgan imprescindibles para la construcción de la Nación política».

    Esa unidad moral de un pensamiento común se establece claramente en positivo. Es decir, más allá de la estructura sociopolítica, es un sentimiento, un punto de partida y un propósito compartido, en positivo en cuanto superación de una realidad a la que sobreponerse, lo que constituye la columna vertebral con la que sustentar verdaderamente una nación moderna en esta Europa que una España desvertebrada delimita en su borde sur–occidental.

    Pero no. Los nacionalismos secesionistas vasco y catalán no vienen hablando de propósito común. Ni de LIBERTAD. Ni del sacrosanto principio de la escrupulosa igualdad de los individuos ante la ley (ni de los de representación y de separación de poderes, esencia de LA DEMOCRACIA, añado a las 20:00h de hoy, 6FEB2020). Lo han venido haciendo negando el y lo español.

     Y por ello, una realidad edificada sobre la base de banderas y lenguas como envoltorios de patentes de corso y coartada de las mayores tropelías –el caso Pujol, o la cobardía moral ante el terrorismo asesino, como paradigmas–, no parece lo más alentador.

    El nacionalismo secesionista neo–tribal autóctono, que en sí resulta muy preocupante en términos políticos –de convivencia– locales, es irrelevante en términos culturales de rango supralocal. Porque lo hispano, hecho que excede ampliamente cualquiera, y todas a la vez, de las naciones políticas de las que brota, desborda lo y al español, que no es sino un aspecto más de su vigorosa vitalidad.

     Secesionistas que pueden seguir negando a D’Ors o a Plá –a Unamuno o Baroja– y enalteciendo a los suyos (tan sólidamente irrelevantes como ellos, añado); que pueden seguir intentando negar lo hispano, el y lo español: ¡vano esfuerzo!

D. MIGUEL DE UNAMUNO JUNTO A D. ENRIQUE PLA Y DANIEL, OBISPO DE SALAMANCA,
EN EL PARANINFO DE LA UNIVERSIDAD SALMANTINA*
    Porque, ante hechos como este «... la comunidad hispana se situó en 2011 por primera vez como la minoría de EE.UU. con más alumnos matriculados en estudios universitarios de cuatro años de duración, con un total de 1,2 millones», su esterilidad es tan palmaria como la vitalidad y empuje de lo que tratan de negar.

    Así que no cesa de martillearme el unamuniano ¡Venceréis, pero no convenceréis! (aunque eso está por ver, añado ahora)"

* Jon Juaristi, con relación a esa imagen, comenta: "En mi biografía de don Miguel (Taurus/Fundación Juan March, 2012), aduje que, en la fotografía tomada a la salida del paraninfo, el anciano rector aparece rodeado de jóvenes falangistas que cantan o gritan consignas brazo en alto, pero no lo acosan ni intimidan. Más bien parecen darle escolta. ¿De quién o quiénes lo protegen? Obviamente, del general Millán Astray y de sus legionarios."
Alfonso Lazo Díaz, diputado por el psoe entre 1977 y 1996, señala lo mismo en sus “Historias de falangistas del sur de España. Una teoría sobre vasos comunicantes”. (Ed. Renacimento, 2015)


[196] "LA DERROTA DEL CONOCIMIENTO" (O, MEJOR, AL SOMETIMIENTO POR EL EMBRUTECIMIENTO)

    “…mi profesión nada confusa, sin comprender cuál es su cometido, transformada en mero servicio de guardería la más de las veces...”   ∞:...