General,
recuerde: La fama es efímera; lo que perdura es la infamia.
A última
hora del pasado domingo, 19abr2020, recibí vía guasap un corte de
la intervención del Jefe del Estado Mayor de la Guardia Civil,
general Santiago, en rueda de prensa que protagonizaba el “Comité Técnico del Coronavirus” desde la Moncloa.
General Santiago, recuerde: La fama es efímera; lo que perdura es la infamia. |
A esas
horas uno ya no está para muchos ruidos, y mi respuesta se limitó a
un “Vaya benemérito papelón”.
Al día
siguiente la valoración del alcance y significado de las palabras
del general se me ofrecía con total nitidez, así que, como buen
español, ofrecí de inmediato, vía e-correo, mi total colaboración
a la Benemérita.
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Esa misma
mañana, la Unión de Oficiales de la Guardia Civil salió al paso de
lo que el general expresó, que no era sino la síntesis de las
deplorables, lamentables, en el borde de la legalidad de las
funciones asignadas a la institución, - o acaso francamente
ilegales- instrucciones dadas al cuerpo la semana precedente.
Según
Santiago, con el benévolo propósito de sustraer a mis compatriotas
del estrés social -un nuevo indeterminado con el que envolverse para
perpetrar todo tipo de fechorías- que puedan generar ciertos
comentarios vía internet.
Desde que
el hombre lo es, no hay sátrapa, ni liberticida, ni totalitario que
se precie, que no justifique sus desafueros -y el sacrificio de la
libertad en el altar del totalitarismo, por el bienestar de los
sometidos, que, pobres necios, no saben proveérselo por sí mismos.
Santiago, anteayer, volvió a salir a la palestra para, lejos de rectificar y presentar
su renuncia ipso facto -por el mínimo decoro* que aún esperamos de
los mandos de esa institución-, justificarse. Y lo hizo
envolviéndose en su Hoja de Servicios y en su preocupación por las personas, tras ni se sabe qué número de personas habían fallecido a consecuencia del nChinavirus-d19 -porque a ciencia cierta no se sabía en ese momento el nº exacto-..., así que la ovación que
le atizó el coro de teleñecos que le acompañaban -cuya esencia (liberticidas de manual; totalitarios ad nauseam) y circunstancia (aupados al poder por la ez política narcobolivariana, neotribal, periférico-supremacista y neoestlinista, como poco) es de sobras conocida- aún resuena por
los cerros de Úbeda.
[*DECORO.
s. m. Honor, respeto, reveréncia que se debe a alguna persona por su
nacimiento o dignidad. Viene del Latino Decus, que significa esto
mismo. DA. T III (1732)]
Así que,
por ese mismo decoro que invoco, volví de nuevo a la carga.
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Ahora
bien, sepa la Guardia Civil que no le hago reproche al silencio
administrativo que me he encontrado en este lance (sendas respuestas
automáticas no merecen aprecio alguno), comprendo a la perfección
que sus ocupaciones son de natural mucho más importantes que atender
a un talante agrío, un carácter desabrido, un alma áspera y un
espíritu irredento que aborrece el sometimiento al que se nos quiere
confinar más allá de la circunstancia del día.
Con todo
respeto a todos aquellos que sostienen el genuino espíritu de la
Guardia Civil.
NOTAS.
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