2016/06/28

[32] BREXIT [NOTAS AL MARGEN]


Vengo recordando desde hace varios días como Inglaterra, Alemania y Francia, presentaban en el medievo instituciones políticas muy similares; lo anota Tocqueville en el “El Antiguo Régimen y la Revolución”:
“He tenido la oportunidad de estudiar las instituciones políticas de la edad media en Francia, Inglaterra y Alemania; a medida que avanzaba en ese trabajo me llenaba de asombro al ver la prodigiosa semejanza que se descubre entre todas esas leyes, y admiraba cómo pueblos tan diferentes y tan poco entremezclados pudieron procurárselas tan similares. No se piense que no varíen constantemente y casi hasta el infinito en los detalles, según los lugares; pero su fondo es el mismo en todos ellos. Cuando en el antiguo derecho germánico descubría una institución política, una norma, un poder, sabía de antemano que buscando a fondo encontraría algo muy similar, en su esencia, en Francia y en Inglaterra, y efectivamente no dejaba de localizarlo. Cada una de estos tres pueblos me ayudaba a entender mejor a los otros dos.”
También ahí señala cómo la aristocracia inglesa y francesa toman durante el “antiguo régimen” rumbos históricos divergentes y las razones que, a su juicio, subyacen:
“Si los ingleses hubieran perdido totalmente la libertad política a partir de la Edad Media, y todas las franquicias locales que no pueden perdurar por mucho tiempo sin ella, es muy probable que las diferentes clases que componían su aristocracia se hubieran ido cada una por su lado, tal como ocurrió en Francia y más o menos en el resto del continente, y que todas en conjunto se separaran del pueblo. Pero la libertad les forzó a no perderse de vista entre sí con el propósito de poder llegar a entenderse en caso de apuro.
Es curioso ver cómo la nobleza inglesa, impelida por su propia ambición, supo confundirse mediante lazos familiares con sus inferiores y fingir tratarlos como iguales cuando le pareció necesario...
...
Ciertamente la aristocracia de Inglaterra era de natural más arrogante que la de Francia, y estaba menos dispuesta a familiarizarse con todo lo que viviera en posición inferior, pero los intereses de su condición le hacían apocarse. Estaba dispuesta a todo con tal de gobernar. Hace siglos que en Inglaterra ya no se aprecian otras desigualdades ante los impuestos que las que se introdujeron sucesivamente en favor de las clases necesitadas. Considerad, por favor, dónde pueden conducir diferentes principios políticos a pueblos tan próximos. En el siglo XVIII, en Inglaterra, es el pobre quien tiene privilegios ante los impuestos; en Francia es el rico. Allí, la aristocracia tomó a su cargo los gravámenes públicos más pesados con tal de que se le permitiera gobernar; aquí se conservó hasta el final la exención fiscal como consuelo por perder el gobierno.”
 [Mis lectores se han de hacer cargo de que reproducir esos párrafos, y otros que siguen, me resulta inevitable para poder urdir un texto, con propósito esencialmente instructivo, con un mínimo de aparejo.]
EL ANTIGUO RÉGIMEN Y LA REVOLUCIÓN
 Trad. de F Caro. Ene 2020




El efecto que la diferente concepción del hecho religioso mostraba en ambas sociedades, durante la época en la que Tocqueville las observa, no puede resulta ajeno a tal discurrir. Él mismo ya había señalado en “De la Democracia en América” que:
“Es la religión la que ha alumbrado las sociedades anglo-americanas: jamás hay que olvidarlo...”
Y si bien el sustrato religioso es de común raíz cristiana, las diferencias que se evidencian en los códigos sociales de sus ámbitos respectivos son innegables: el protestantismo, a al vez que alienta más claramente el espíritu de libertad, contemporiza mejor con las desigualdades. Por contra el catolicismo aboga más decididamente por el igualitarismo, aún a costa del sacrificio de la libertad.
“Creo que se hace mal al mirar la religión católica como un enemigo natural de la democracia. De entre las diferentes doctrinas cristianas, el catolicismo me parece por el contrario una de la más favorables a la igualdad de condiciones.”
“En los Estados Unidos, las doctrinas protestantes se combinan con una Constitución muy libre y un estado social muy democrático...”
comenta al respecto nuestro autor [Hoy en día, a la vista de la realidad que nos circunda, el catolicismo parece contemporizar con la corrupción política que conduce a los más a la igualdad en el sometimiento: los ejemplos de Italia y España pueden ser traídos al caso con toda legitimidad, creo.]
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Ahora bien, ¿cómo influyó el rumbo de los Estados Unidos en la del UK?: lo desconozco, aunque el resultado, grosso modo, es que esas dos naciones siguen un camino por la historia, en lo que se refiere a su concepción y organización de la vida en sociedad, radicalmente diferente, contrapuesto incluso en sus fundamentos, pudiera decir, al de las principales naciones europeas.
Estoy persuadido de que ese hecho, el modo en el que Francia y Alemania, sobre todo, organizaron en su seno la convivencia, se halla en el fondo de los sucesivos acontecimientos políticos que se sucedieron en el pasado SXX. La magnitud de la influencia del bolchevismo surgido en 1917 y su abyecta variante estalinista en las sociedades continentales del período de entreguerras, choca con la ejemplar impermeabilidad mostrada por la sociedad británica.
El hecho es que si bien el espíritu de libertad sucumbió por doquier ante el empuje del totalitarismo, la sociedad del UK fue el único bastión en el que tal espíritu se defendió decididamente ante la barbarie nazi.
Para mostrar el carácter que exhibieron en ese trance las instituciones y el pueblo británico no conozco nada mejor que las crónicas de guerra de Augusto Assia, las de “Cuando yunque, yunque” y de “Cuando martillo, martillo”, editadas por vez primera poco tiempo después de que concluyera la 2ª Gran Guerra, agosto de 1946 y febrero de 1947, respectivamente [en Londres 1940... hice recientemente mención a ellas].
A medida que avanzaba en esas lecturas más me impresionaba la descripción de cómo, en tal trance, la sociedad inglesa siguió las mismas pautas de convivencia y de escrupuloso respeto al ejercicio regular, responsable, absolutamente civilizado, de sus tradicionales libertades. Perfecto contraste con lo que Chaves Nogales, también mencionado allí, relata de la Francia de la 2ª mitad de los 30...
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Del transcurso de aquella defensa poco me queda por decir fuera de algunos lugares comunes, como que Francia y Alemania, las naciones que se hayan en el núcleo constitutivo de la actual UE, deben sus “democracias”, sus libertades, a quienes se las devolvieron. Y no sólo no las conquistaron por sí sino que en el caso de Alemania
“... el pueblo alemán eligió no afrontar su pasado, no romper con él. Todo el entramado político alemán en los años 50 y 60 estaba formado por cuadros políticos y militares nazis, que protegían sus propios intereses con la ley y con la burocracia.” [http://www.diariorc.com/2016/05/15/caso-fritz-bauer/].
Democracias que, por una parte, divergen en su concepción y realidad del modelo anglo-americano y, por otra, encabezan una estructura, la de la UE, cuya falta de consistencia salta a la vista.
Hace cosa de una semana un correspondiente me hizo llegar un texto [http://capx.co/please-leave-a-letter-to-the-uk-from-the-scorched-lands/] del que reproduzco este pasaje, pasaje que apunta de lleno al rumbo seguido en este proceso de “construcción europea” que creo abocado al fracaso:
“Washington was able to win two World Wars but is unable to homogenise the civil laws of member states. Brussels is able to homogenise beer mugs if it so chooses but is unable to solve major problems.”

¿Cómo negar la encrucijada a la que la adhesión a los tratados de la UE ha abocado al pueblo del UK?
¿Cómo armonizar su modo de entender la vida pública, el funcionamiento de sus instituciones en el seno de su nación, con otro tan contrapuesto? Y no sólo contrapuesto, sino que decide y se superpone al tradicional en muchas cuestiones. E instituido por una UE en cuyo origen, precisamente, está el sacrificio, el esfuerzo bélico del UK y de sus aliados, esfuerzo basado en la convicción de la superioridad del principio de libertad que rige su caminar por la historia.
En consecuencia, ¿cómo no percibir abocado al fracaso todo ese proceso "de unión europea"?
Augusto Assia, en crónica fechada el 24 de junio de 1945, dice en uno des sus párrafos:
“Los Estados Unidos son una república presidencialista; Inglaterra es una monarquía tradicional; suiza es una república federal. Sin embargo los tres países son demócratas. Su único punto común consiste en que los tres tienen un Gobierno que responde a la voluntad del pueblo y que el pueblo puede derrocar haciendo uso de los instrumentos constitucionales; que en los tres existe libertad de conciencia y de palabra y que en los tres el poder judicial es independiente del ejecutivo y las leyes son aplicadas a todo el mundo por igual, lo mismo al poderoso que al desvalido, y al que está en el Gobierno como al que está en la oposición.”
Estos días quizás hubiera escrito lo mismo que en aquel prólogo, sin más que cambiando algunas palabras:
“Mi optimismo innato, al lado de mi fe en la fuerza de la libertad, así como mi conocimiento del carácter inglés, contribuyen a que ni por un solo momento haya dudado del triunfo del Brexit.”
Dicho sea con toda cautela, claro.

2 comentarios:

  1. Estupendo artículo, explicando las causas de haberse producido el Brexit, el Reino Unido es diferente, y hay que reconocerlo, para bien o para mal. Creo que tal y como se han tomado las decisiones en la Unión Europea (a veces sin consultar al pueblo), ha hecho que este proyecto se haya venido abajo al consultar en serio a uno de los países que lo formaban, ahora los demás países deberían seguir su ejemplo, y dejar al pueblo que se pronuncie si quiere seguir en la UE o no. El pueblo soberano tiene que decidir, y si no se hace así, se verá que no hay esa libertad, de la que el Reino Unido nos ha dado una lección. Muchas gracias Señor Caro, por mostrarnos las cosas con esa claridad meridiana.

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    1. Estimado lector anónimo. Quien se asome a estas páginas me merece el mayor respeto; sus comentarios también. Pero es preciso sentar unas bases de partida claras. Tejer una argumentación lo más sólida y honesta posible con muy pocos hilos, a más no llego, es sumamente complicado. Mis apreciaciones, en el caso de que fueran certeras, explicarían desde un punto de vista más o menos "académico-formal" algo, pero no todo. Porque las circunstancias del acontecimiento son muy complejas y no se trata de la mera aplicación de una clausula de rescisión prevista en un contrato.
      No, se trata de política internacional, "denominación versallesca, es decir, cínica, de una guerra despiadada o equilibrio precario de relaciones de poder entre “naciones” –reales o presuntas– que se encarnan formalmente en estados."
      Conocer los resortes que han animado las conductas de las personas es poco menos que imposible.
      Y el promedio de civilidad de las capas medias-bajas de la sociedad inglesa será, a buen seguro, tan mediocre como en el resto de Europa.
      Quizás, a diferencia de lo que sucede entre nosotros, en España, donde las élites parecen estar proscritas, las de Eaton, Oxford, etc, sigan manteniendo vivo ese espíritu tan necesario para mantener un rumbo nítido en la Hª, pero en la actual circunstancia ¿esas élites son las que finalmente determinan?
      Luego viene la reflexión acerca de cuales serán los efectos tangibles, en algunos aspectos y casos inmediatos, sobre los más, sobre aquellos que mal que bien van sosteniendo la vida y a cuyas espaldas cae, en definitiva soportar el peso de la carga.
      Créame, hay tantas consideraciones que se me escapan que toda prudencia en lo que diga me parece poca. Si recabo alguna opinión que crea merecedora de ser divulgada, cuente con ella.
      Muy cordialmente.

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