LA PRENSA es en Francia un cuarto poder del Estado: ataca a todo, y nadie la ataca. Culpa sin ton ni son, vitupera de manera gratuita...
El público puede creer que hay varios periódicos pero, en última instancia, no hay sino un único periódico.
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Hace unos días, un buen amigo y mecenas de Alexis de Tocqueville & Arthur de Gobineau. Correspondencia (1843-44, 1849), me envió el enlace a Periodismo y globalismo: una alianza contra la libertad, texto de Fernando del Pino Calvo-Sotelo.
Los años pesan, y de la colusión prensa-gobiernos-aparatos del estado, me malicio lo peor, aunque no hay nada que por mal que esté no sea susceptible de empeorar. Recordé de inmediato el análisis que Balzac hizo hace casi dos siglos de la prensa de la época, análisis que ya es hora de dar a conocer porque conserva no poca juventud, tersura y lozanía.
Además, también me malicio que está ahí, en el limbo del saber al que mejor dejar libre de perturbación, porque, ¿qué ñoco se puede pensar de un país en el que proliferan los gimnasios y los establecimientos de 'esculpido' de uñas, en tanto las librerías artesanas se baten en retirada? Pues eso, que es une merde de país...
Es más, que a punto de cumplirse el 4º mes de la edición de esa interesantísima Correspondencia..., un único departamento universitario -de entre las decenas dedicados a la época y al país, existentes en toda España-, se haya hecho con un ejemplar, es más que elocuente del grado de postración en el que se halla la nación, en plena indigencia y estertor intelectual, guste o no guste.
De modo que ahí va su 1ª parte.
Chronique de la Presse |
CRÓNICA DE LA PRENSA.
LA PRENSA es en Francia un cuarto poder del Estado: ataca a todo, y nadie la ataca. Culpa sin ton ni son, vitupera de manera gratuita, afirma que los políticos y literatos le pertenecen y no acepta reciprocidad; su gente debe ser sagrada. Hacen y dicen estupideces terribles, ¡están en su derecho! Ya es hora de examinar a estas personas desconocidas y mediocres que tanto destacan en su tiempo, y que hacen mover una Prensa* que iguala, en producción, a la impresión de libros. Esta rúbrica de la Revue contendrá pues la crítica a la prensa periódica. No pretendemos destacar todas las estupideces que sucederán durante el mes; las cien páginas de la Revue no bastarían. He aquí lo que los periódicos virtuosos y tolerantes siguen imprimiendo en 1840 como hacían en 1820:
« Hace dos o tres días, una joven que había asistido a un baile ofrecido por el alcalde de Creil (Oise), se suicidó al volver a casa. Nos perdemos en conjeturas sobre los motivos que inspiraron esta fatal resolución en una joven que gozaba de la estima pública y que no tenía ninguna razón conocida de abatimiento. El sacerdote local se negó a darle sepultura, a pesar de los ruegos de la familia y de los consejos de la autoridad municipal. Todo el municipio quiso protestar contra esta decisión del sacerdote, acudiendo al cortejo de despedida de esta desafortunada joven»
* En la época, el negocio de la imprenta, en especial de periódicos.
¿Cuándo los escritores, que insisten en tener libertad ilimitada, querrán dejar a la religión católica la libertad de protestar contra el suicidio, que no puede admitir sin negarse a sí misma? En el pasado, los suicidios los marcaba a fuego la mano del verdugo; hoy la religión sólo los puede condenar mediante la excomunión tácita. ¿Será porque, en ninguna época y bajo ningún gobierno, no ha habido otros suicidios que el periodismo quiera exaltar? La Prensa ha hecho de los ámbitos de la inteligencia y de los del poder un campo de batalla: les debemos honores de guerra a los soldados que caen.
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El Sr. Thiers [entonces, a la cabeza del gobierno bajo Louis-Philippe], al distribuir los papeles entre sus periódicos, envió al Sr. Chambolle a la batalla; por eso la Prensa lo apodó en broma Chambolle-Bey [Bey, Señor, título que daban los turcos al gobernador de una provincia o de una ciudad]. Pero esta especie de mecánica que compone las Premiers-París* del Siècle, una vez aireada: ¡ay! ¡qué placer ser soldado!, ha mantenido ese tono en las cosas más irrelevantes, y he aquí lo que ha dicho el Sr. Chambolle: “Luis Bonaparte está custodiado en la Conciergerie por un piquete formidable». Si hubiera una guerra, el Sr. Chambolle debería enseñar a los militares el secreto para hacer que un piquete de cuatro hombres, o doce como máximo, sea formidable. Paseándose, yendo al ministerio, este escritor tenía un andar altivo y guerrero que parecía decir: ¡Ego sum Rocambole!** Su gallardía hizo temer por los utensilios de su casa, y el Sr. Thiers ha tenido que resarcirle. Cosa extraña, después de pedir que Francia se alzara como un solo hombre, el Sr. Chambolle, una vez saldadas las diferencias à la Bourse***, se volvió tan amable como antes. ¡Qué cosa tan rocambolesca!
*Especie de editorial -una larga y pesada disertación- sobre la política interior o exterior de Francia; una de las secciones del periódico más difíciles de producir (y de leer) en el siglo XIX, expuesta bien después, bien antes, de las “Noticias Exteriores”, según la época y la importancia dada a los temas tratados.
** Rocambole, personaje literario entre aventurero y ladrón gentilhombre, creado en el S. XIX por P. A. Ponson du Terrail, cuyas andanzas han alumbrado el calificativo rocambolesco.
***Fig. Mediante la entrega de una suma.
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El Sr. Thiers hace creer por un momento que Francia podría verse en guerra con Europa, y esta es la conducta del periodismo durante los ocho primeros días.
Le enseña a Europa que no tenemos caballería.
Revela con conmovedora ingenuidad el número de nuestros barcos, indicando el lado débil de nuestra marina: tiene pocos marineros.
Explica todo qué podemos hacer mal para iluminar al enemigo sobre nuestros flancos vulnerables.
Si un francés cometiera crímenes parecidos, los periódicos pedirían que lo fusilaran.
Esto es lo que sucede: un mariscal lleva a cabo un plan de campaña que incluye artimañas de guerra. Se puede huir para atraer al enemigo a una trampa. Personas que no saben nada -ni de la cuestión, ni de las dificultades-, acusan al general-jefe de estupidez. Durante un mes, en su país, este general es un cretino, hasta el momento en que la victoria refuta los disparates de la prensa. A esto se le denomina ser el centinela del país, instruir a la opinión pública.
El jefe de una de las divisiones más importantes de un ministerio importante me dijo: Sé por los periódicos lo que el ministro va a decidir sobre mí.
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El público puede creer que hay varios periódicos pero, en última instancia, no hay sino un único periódico.
Existe en París, en la calle Jean-Jacques-Rousseau, una oficina dirigida por el Sr. Havas, exbanquero, ex copropietario de la Gazette de France*, ex socio de una sociedad de explotación de las licencias concedidas por Napoleón en la época del bloqueo continental. El Sr. Havas ha visto muchos gobiernos, venera el Hecho y profesa poca admiración por los Principios; asimismo ha servido a todas las administraciones con la misma fidelidad. Cambian las personas, pero él sabe que la esencia nunca cambia, y que el sentido que se le ha de dar a la conciencia pública es siempre el mismo.
* Fundada en 1631, bajo el reinado de Luis XIII, informaba a los lectores de las noticias del exterior y de la Corte, para ir a especializarse en asuntos políticos y diplomáticos… se imprimía en los entresuelos del Louvre, relata V. Hugo en Rhin, 1842.
El Sr. Havas tiene una agencia que nadie tiene interés en dar a conocer, ni los ministerios, ni los periódicos de la oposición. He aquí por qué. El Sr. Havas tiene corresponsales en todo el mundo; recibe todos los periódicos de todos los países del globo, él, el primero. Por eso está ubicado en la calle Jean-Jacques-Rousseau, frente al edificio de Correos, para no perder ni un minuto. Se le permite así ser el dueño de todos los secretos, excepto los diplomáticos, porque lo único que no sabe es lo que piensan el Sr. Palhen o el Sr. d'Appony; pero con una salvedad; cuando se levanta, el presidente del consejo recibe un pequeño boletín universal, perfectamente redactado, que se destila del análisis de todos sus corresponsales y de todos los periódicos.
Todos los periódicos de París han renunciado, por razones de ahorro, a correr por su cuenta en los gastos en que incurre el Sr. Havas, tanto más cuantiosos por cuanto que ahora dispone de un monopolio, y todos los periódicos, exentos de traducir periódicos extranjeros y de mantener personal, como antes, financian al Sr. Havas con una suma mensual para recibir de él, a una hora fija, las noticias del extranjero. Sin que lo sepan, o a sabiendas, los periódicos solo disponen de lo que el primer ministro les deja publicar…
(Fin de la 1ª parte)
NOTA PUBLICITARIA.
Mis dos trabajos de edición, Alexis de Tocqueville & Arthur de Gobineau. Correspondencia. 1843-1849, y El Antiguo Régimen y la Revolución, se comercializan vía librosefecaro@gmail.com*.
*Como mi propósito no es 'acometer' a los libreros artesanos que quedan en pie, cuyos denodados esfuerzos (que trato de emular) me merecen toda consideración, quien desee hacerse con el libro por esa vía basta que le señale a su librero 'de cabecera' que contacte con esa dirección de correo, no tendré problema en acordar con él su envío.
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