NO HAY PEOR NECEDAD QUE LA DE QUIEN NO ES CAPAZ DE RECONOCERLA
Transcurrido ya un año tras los atentados de París, en los que unos periodistas de Charlie Hebdo, unas personas presentes en un supermercado kosher, y un policía, fueron víctimas mortales del terrorismo islamista, es preciso volver al asunto.
Transcurrido ya un año tras los atentados de París, en los que unos periodistas de Charlie Hebdo, unas personas presentes en un supermercado kosher, y un policía, fueron víctimas mortales del terrorismo islamista, es preciso volver al asunto.
Si su redacción trata de obviarlo, si desconoce hechos como los que Raymond Ibrahim, especialista norteamericano en
islam y Medio Oriente, ya comentaba antes del 07/01/2015, allá ellos.
“... que hace un siglo, casi el 25% de Medio
Oriente era todavía cristiano. Hoy, solamente algo como el 2% lo es. La razón
detrás de esto es la extendida discriminación a lo que hay que sumarle, en años
recientes, la persecución de lleno, un subproducto de la radicalización
islámica. Hay que tener en cuenta que en el siglo VII, cuando el islam llegó al
escenario, la abrumadora mayoría de África del norte y el sudoeste de Asia –el
Medio Oriente– era cristiano. Durante el curso de los siglos el número de
cristianos fue disminuyendo y, a menos que se produzca un milagro inesperado,
el número continuará disminuyendo. En naciones como Marruecos, Argelia y Libia
virtualmente ya no quedan cristianos.” [Frenar el avance de ISIS]
Lo que sucede me
ha recordado una obra inédita en español, creo, The New Vichy Syndrome, de Theodore Dalrymple, [Encounter Books, USA, 2011], cuya
traducción
francesa ofrece la sinopsis que sigue:
“Un mal profundo asola a Europa. Por un lado, todo el mundo es consciente de
que el continente ya no está en la vanguardia de ningún dominio; que a diario
pierde terreno en beneficio de otras
regiones del mundo y que su influencia y poder menguan. Por otra parte, Europa
está afligida por la inmovilidad, en gran medida porque los que viven en el
bienestar temen perder sus ventajas y privilegios. La Unión Europea es a la vez
la causa de este profundo malestar existencial y la reacción que provoca. Su
objetivo es satisfacer el deseo de Francia de seguir siendo un gran poder, el
de Alemania a ser algo más que lo alemán y para satisfacer los deseos de
políticos derrotados en las elecciones o retirados de los negocios, de todos
los países, de conservar poder e influencia ad infinitum. De hecho no es otra cosa
que un gigantesco fondo de pensiones para políticos jubilados, así como la gamella donde come una vasta burocracia.
En Le
Nouveau Syndrome de Vichy, Theodore Dalrymple analiza los orígenes de
esta inquietud remontándose a los dos grandes conflictos del siglo pasado y los
efectos desastrosos, pero explicables, que han tenido sobre la confianza de los
europeos en sí mismos. A causa de este pasado reciente, estos no creen en otra
cosa que no sea su seguridad económica personal, la mejora de su nivel de vida,
el reducir sus horas de trabajo y en largas vacaciones en lugares exóticos. En
consecuencia, no tienen la disposición de ánimo que les permita hacer frente a
los desafíos a los que enfrentan, ya sea una presencia creciente del Islam o la
competencia económica del resto de mundo.”
El mal excede el ámbito de nuestros vecinos franceses, por descontado, por lo que si alguien deseara tener noticia de una reflexión más amplia de las preocupaciones que afligen a gobiernos y habitantes de Europa, lo puede hacer en "Crise systémique globale...", texto reciente de Marie–Hélène Caillol. Es lo que hay.
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