2020/01/19

[87] CARTA ABIERTA AL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL (por vía de su Presidente)


La fama es efímera; lo que perdura es la infamia.

Sres. Consejeros (Vocales, me corrigen); Sr. Presidente del CGPJ.
A todo el Consejo en general, y en particular a Ud., Sr. Presidente, en su representación, deseo manifestar lo que sigue:

En abril de 1931 se abrió en España un proceso que evidenció la incapacidad de los españoles para convivir de manera respetuosa y que acabaría partiendo en dos a la Nación. En aquel momento, la mayor parte de los españoles se vieron en la tesitura de tener que adscribirse a uno de los dos bandos, bandos que llevarían su brutal necedad a su más alto grado de expresión: la guerra civil, la lucha a muerte entre compatriotas.
Pero no faltaron algunos que se atuvieron a lo mejor del ser humano: la cordura, la sensatez y el equilibrio en el respeto, si bien la circunstancia cainita les expulsaba de su patria y tuvieron que tomar el camino del exilio incluso bien antes de 1939.
Uno de los que marchó fue el reportero Chaves Nogales, a pesar de sus filias republicanas. Y acanbó por manifestar indiferencia por conocer de qué bando surgiría el futuro dictador que, finalizada la guerra, se haría con el poder en una España asolada por la crueldad y la estupidez destilada en los laboratorios de Moscú y Roma (tomo a mi albedrío algunos pasajes suyos). Ese final llegó, bien lo saben, en 1939.
Francisco de Goya. Duelo a garrotazos.

El régimen que se instauró entonces feneció, formalmente, en diciembre de 1979 -40 años más tarde-, tras el plebiscito del texto que se denomina “Constitución”. Yo tenía en aquel momento 26 años.
Transcurridos 40 años de nuevo, el régimen del 79, surgido por metamorfosis del precedente, evidencia hacer aguas por todos los lados: hay indicios más que sobrados que muestran, otra vez, las grandes dificultades de los españoles, espero que no radical incapacidad, para debatir con serenidad, tolerancia y respeto con quien discrepa; para convivir de manera civilizada, en suma.

Leo por otra parte en Tocqueville* estos párrafos que siguen:
… “No hay nada más pertinente que la historia de nuestra Revolución para evocar la modestia a filósofos y estadistas; porque jamás hubo acontecimientos más importantes, venidos de más atrás, mejor gestados y menos previstos.”;

… “Al lado de un príncipe que violaba las leyes, es muy raro que no apareciera un legista que viniera a asegurar que no había nada más legítimo; que no demostrara con habilidad que la violencia era justa y que el oprimido no tenía razón.; y,

… “Nos habíamos convertido en un país de gobierno absoluto por nuestras instituciones políticas y administrativas, pero seguíamos siendo un pueblo libre por nuestras instituciones judiciales. La justicia del Antiguo Régimen era complicada, incómoda, lenta y cara; grandes defectos, sin duda, pero nunca se daba en ella servilismo ante el poder, que sólo es una forma de venalidad, y la peor. Este vicio capital, que no sólo corrompe al juez, sino que pronto infecta a todo el pueblo, le era completamente ajeno. El magistrado era inamovible y no pretendía ascender, dos cosas tan necesarias la una como la otra para su independencia; porque ¿qué importa que no se le pueda forzar si se dispone de mil maneras de ganárselo?.**

Y lo comparo con nuestra realidad, en la que se confunden democracia con sistema de votaciones más o menos preestablecidas; elecciones con votaciones; representante con sujeto aupado desde el seno de una lista cerrada y bloqueada de partido; y, en fin, separación de poderes con separación de funciones.
Tras lo cual me veo abocado a convenir que, por un lado, y por mor del 56.3 del texto constituyente, estamos inmersos en pleno antiguo régimen; y por otro, que, por nuestras instituciones judiciales, en modo alguno podamos considerarnos un pueblo libre.
Y ello sucede con la complacencia, cuando no complicidad venal, de muchos, demasiados en todo caso, que debieran rechazarlo, denunciarlo y combatirlo.

Acabo, Sres. Consejeros y Sr. Presidente. Solo añado, para mayor claridad, que:
1º. Lo que sostengo lo hago al amparo de lo dispuesto en el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, hecho en Roma el 4 de noviembre de 1950, que España firmó en Estrasburgo el día 24 de noviembre de 1977.
2º. Se puede tener engañada a mucha gente. Y por mucho tiempo. Lo que no es posible es tener engañados a todos y por siempre. Y,
3º. La fama es efímera; lo que perdura es la infamia.

Con tanto respeto como firmeza, se despide de Uds.,
F. Caro.
DNI 16499089Q.”

*El Antiguo Régimen y la Revolución. Traducción propia del texto ofrecido en la 7ª edición del t. IV, de las Obras Completas publicadas en Lévy–Frères, en París, a partir de 1860.
** El primer párrafo abre Capítulo 1 del Libro 1º; el 2º se halla al final de la Nota 1; el 3º en el Capítulo 11 del Libro 2º.

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