“La
fama es efímera; lo que perdura es la infamia.”
Sres.
Consejeros (Vocales, me corrigen); Sr. Presidente del CGPJ.
A todo el
Consejo en general, y en particular a Ud., Sr. Presidente, en su
representación, deseo manifestar lo que sigue:
“En
abril de 1931 se abrió en España un proceso que evidenció la
incapacidad de los españoles para convivir de manera respetuosa y
que acabaría partiendo en dos a la Nación. En aquel momento, la
mayor parte de los españoles se vieron en la tesitura de tener que
adscribirse a uno de los dos bandos, bandos que llevarían su brutal
necedad a su más alto grado de expresión: la guerra civil, la lucha
a muerte entre compatriotas.
Pero no
faltaron algunos que se atuvieron a lo mejor del ser humano: la
cordura, la sensatez y el equilibrio en el respeto, si bien la circunstancia cainita les expulsaba de su patria y tuvieron que tomar el camino del exilio
incluso bien antes de 1939.
Uno de los que marchó fue el reportero Chaves Nogales, a pesar de sus filias republicanas. Y acanbó por manifestar indiferencia por conocer de qué bando surgiría
el futuro dictador que, finalizada la guerra, se haría con el poder
en una España asolada por la crueldad y la estupidez destilada en
los laboratorios de Moscú y Roma (tomo a mi albedrío algunos pasajes suyos). Ese final llegó, bien lo saben,
en 1939.
El régimen
que se instauró entonces feneció, formalmente, en diciembre de 1979
-40 años más tarde-, tras el plebiscito del texto que se denomina
“Constitución”. Yo tenía en aquel momento 26 años.
Transcurridos
40 años de nuevo, el régimen del 79, surgido por metamorfosis del
precedente, evidencia hacer aguas por todos los lados: hay indicios
más que sobrados que muestran, otra vez, las grandes dificultades de
los españoles, espero que no radical incapacidad, para debatir con
serenidad, tolerancia y respeto con quien discrepa; para convivir de
manera civilizada, en suma.
Leo por
otra parte en Tocqueville* estos párrafos que siguen:
… “No
hay nada más pertinente que la historia de nuestra Revolución para
evocar la modestia a filósofos y estadistas; porque jamás hubo
acontecimientos más importantes, venidos de más atrás, mejor
gestados y menos previstos.”;
… “Al
lado de un príncipe que violaba las leyes, es muy raro que no
apareciera un legista que viniera a asegurar que no había nada más
legítimo; que no demostrara con habilidad que la violencia era justa
y que el oprimido no tenía razón.”;
y,
… “Nos
habíamos convertido en un país de gobierno absoluto por nuestras
instituciones políticas y administrativas, pero seguíamos siendo un
pueblo libre por nuestras instituciones judiciales. La justicia del
Antiguo Régimen era complicada, incómoda, lenta y cara; grandes
defectos, sin duda, pero nunca se daba en ella servilismo ante el
poder, que sólo es una forma de venalidad, y la peor. Este vicio
capital, que no sólo corrompe al juez, sino que pronto infecta a
todo el pueblo, le era completamente ajeno. El magistrado era
inamovible y no pretendía ascender, dos cosas tan necesarias la una
como la otra para su independencia; porque ¿qué importa que no se
le pueda forzar si se dispone de mil maneras de ganárselo?.”**
Y lo
comparo con nuestra realidad, en la que se confunden democracia con
sistema de votaciones más o menos preestablecidas; elecciones con
votaciones; representante con sujeto aupado desde el seno de una
lista cerrada y bloqueada de partido; y, en fin, separación de
poderes con separación de funciones.
Tras lo
cual me veo abocado a convenir que, por un lado, y por mor del 56.3
del texto constituyente, estamos inmersos en pleno antiguo
régimen; y por otro, que, por nuestras instituciones judiciales, en
modo alguno podamos considerarnos un
pueblo libre.
Y ello
sucede con la complacencia, cuando no complicidad venal, de muchos,
demasiados en todo caso, que debieran rechazarlo, denunciarlo y
combatirlo.
Acabo,
Sres. Consejeros y Sr. Presidente. Solo añado, para mayor claridad,
que:
1º. Lo
que sostengo lo hago al amparo de lo dispuesto en el Convenio para la
Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales, hecho en Roma el 4 de noviembre de 1950, que España
firmó en Estrasburgo el día 24 de noviembre de 1977.
2º. Se
puede tener engañada a mucha gente. Y por mucho tiempo. Lo que no es
posible es tener engañados a todos y por siempre. Y,
3º. La
fama es efímera; lo que perdura es la infamia.
Con tanto
respeto como firmeza, se despide de Uds.,
F. Caro.
DNI
16499089Q.”
*El
Antiguo Régimen y la Revolución. Traducción propia del texto
ofrecido en la 7ª edición del t. IV, de las Obras Completas
publicadas en Lévy–Frères, en París, a partir de 1860.
** El
primer párrafo abre Capítulo 1 del Libro 1º; el 2º se halla al
final de la Nota 1; el 3º en el Capítulo 11 del Libro 2º.
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