1. Gustavo Bueno1: “¿Qué es la democracia?”
Hace 10 años, un 21 de febrero, Gustavo Bueno pronunciaba una conferencia en el Colegio de Ingenieros de Oviedo cuyo título era: “¿Qué es la democracia?”2.
Formado en el estudio de la Física, esperaba que Bueno acabara por dar una respuesta a la pregunta al modo en el que lo haría, por ejemplo, un especialista que pronunciara una charla divulgativa bajo el epígrafe ¿Qué es la energía interna de un gas ideal?. De modo que, en cualquiera de ambos auditorios, fuera de esperar que una mente común acabara por aprehender, acerca del concepto en cuestión y a resultas de lo expuesto, lo suficiente para deshacer las incertidumbres e indeterminaciones previas en las que pudiera estar sumido.
Esperaba que Bueno fijara con claridad, exactitud y precisión el significado de la voz; que le asignara un contenido inequívoco. Lo esperaba por al menos por un par de razones: una, porque ya “... la palabra griega demokratia alcanzó, en la Antigüedad, el grado máximo de prestigio en el S. V AC, en la época en que Pericles...”, [GB; 1º-4]3; dos, porque las palabras en general, y esa en particular, no son sino pura representación y acuerdo para entender y ser entendido; “pintura”, trazo verbal o escrito de un concepto, “Idea que concibe o forma el entendimiento”, [DRAE]. Y asignar un contenido no es sino definir: “Fijar con claridad, exactitud y precisión el significado de una palabra (o la naturaleza de una persona o cosa)”, [DRAE].
EL CATOBLEPAS DE JAN JONSTON(1603-1675) Historia naturalis de quadrupedibus, Amsterdam, 1647 |
Por otra parte, en la estela de lo sostenido por JF Revel, “Ninguna pregunta carece de objeto filosófico. Si lo fuera debe ser fácil evidenciarlo, lo cual también es filosofar.”4. A lo que, en otro pasaje, añade: “Un filósofo digno de ese nombre responde [incluso a preguntas triviales de un profano, añado] con su vocabulario, y se acabó. Expone su pensamiento por medio de ese vocabulario que está hecho, hasta nuevo aviso, para facilitar la comunicación y no para impedirla”, [JFR,14].
Esperaba de esa conferencia de Bueno, repito, el desarrollo de un pensamiento filosófico del vocablo que permitiera llegar a su definición. Definición que, por analogía con la empleada hasta no hace mucho para el “metro”, p. ej., (distancia entre dos indicaciones de una barra...etc.), fuera de fácil comprensión, clara y precisa, es decir, al alcance de cualquier mente corriente (esa definición del metro es esencialmente operativa, en tanto que está íntimamente asociada a su materialización física, positiva, patrón, que ofrece los atributos de ser una referencia estable, fácilmente reproducible, y de empleo sencillo; el resultado es una dualidad concepto/patrón universalmente aceptada, lo cual no supone que su uso lo sea).
Y no por referirse a una idea o concepto, es decir, a algo esencialmente diferente a una magnitud -cualidad o rasgo susceptible de medición-, que tal definición -de la democracia- podría adolecer de la imposibilidad de ser objeto de uso como patrón de referencia: justamente todo lo contrario. Porque, a priori, ¿qué impide tener un patrón inequívoco que permita caracterizar de modo indubitable si un determinado estado es sustanciación de una democracia, o no lo es? Nada, que yo sepa.
Por otra parte, sin negar en absoluto carácter filosófico a lo expresado por Bueno, espero que no se considere inoportuno una nueva evocación a Revel: “Un pensamiento no está a salvo de los errores e ignorancias comunes porque sea «filosófico», es decir, porque hable de cuestiones “filosóficas”. Llega a ser filosófico en la medida en que, en cuanto que, y mientras que elimine las gratuidades e inconsistencias del reino de la opinión.” [JFR, 35]5, reino al que supongo pertenece la forma más puramente coloquial de uso del vocablo “democracia” en tanto carezcamos de su definición.
No creo errar, pues, si digo que el objeto de la disertación no era el establecerla. El propio texto base lo dice en pasajes como este: “Nos limitaremos a echar un vistazo crítico sobre algunas correspondencias entre tipos de valoraciones de la democracia y definiciones pretendidamente «esenciales» que estas valoraciones suelen llevar asociadas.” [GB; 1º-3]6.
Entiendo asimismo que el pasaje que sigue también lo corrobora: “1. La democracia no es una forma específica, entre otras formas del género «sociedades políticas», que pueda ser sustantivada (sustantivación que gramaticalmente está implícita en la expresión: «la democracia») como resultado de una abstracción total (porfiriana), como si fuera una forma jorismática separable de las democracias idiográficas, «realmente existentes», las que constituyen el conjunto atributivo de las democracias efectivas que actúan en el Globo, en la esfera terrestre. Una tal separación no es posible, ...” [GB; 5º-3_1] (¿Será un dislate, fruto de mi escaso saber, el que ose opinar que la democracia USA es una forma sustantivada perfectamente separable de la forma sustantivada democracia México...?).
En todo caso quedan claros puntos de partida como considerar la democracia como un régimen aceptable más: “Y acaso la única forma de neutralidad axiológica (supongo, según lo que precede, para dar una respuesta materialista a la pregunta ¿Qué es la democracia?) consista, no ya en abstenernos de toda valoración, sino simplemente en evitar el fundamentalismo reconociendo en la democracia un régimen aceptable pero en las condiciones adecuadas, del mismo modo que otros regímenes, la aristocracia, incluso la monarquía, pueden también ser aceptables, desde un punto de vista funcional, si tenemos en cuenta las pertinentes condiciones.” [GB; 1º-7]
Sin embargo, a lo largo del texto se encuentran esparcidas expresiones tales que
el agregado democracias
homologadas realmente existentes:
“En
todo caso, cuando hablamos de filosofía de la democracia nos
referimos, ante todo, a las democracias homologadas realmente
existentes en el siglo XXI, y a las ideas que estas democracias
tienen de sí mismas o de otras democracias coetáneas o pretéritas.”
[GB; 3º-3]7.
Agregado cuyos elementos están desglosados en el mismo artículo, que
comienza con la frase “La
pregunta «¿qué es la democracia?» ha recibido y sigue recibiendo
múltiples respuestas.”
[GB; 3º-1]
Más adelante leo: “Sin
embargo, las democracias homologadas
tras la Segunda Guerra Mundial (es decir, tras la caída del nacional
socialismo, del fascismo, y sobre todo del estalinismo), es decir,
las democracias que quieren alejarse de las democracias orgánicas
(de las democracias populares o de las dictaduras plebiscitarias) y
acercarse a las llamadas democracias representativas
o
democracias realmente
existentes
carecen
también de definición precisa.”
[GB; 3º-3] (sombreados propios), lo que corrobora la existencia de
una taxonomía “democrática” verdaderamente prolija, a la que no
corresponde definición alguna del concepto.
Por
si fuera poco, estos giros suscitan no pocos interrogantes. No
invocaré una supuesta petición de principio, pensaré en nudos que
merecen una somera indicación, pero que ahí quedan porque no hay
más pretensión.
Si se señalan democracias
realmente existentes
se asegura su existencia, se da por sentado que existen ámbitos
sociales con sistemas de organización de la convivencia que se
reconocen como tales democracias,
es decir, que reúnen una serie de atributos que les faculta a ser
reconocidos como tal, como sistemas homologados.
Ahora
bien, ¿de qué repertorio de atributos se trata? No debería ser
complicado, 26 siglos después de Pericles, establecer un repertorio
mínimo. Desconozco su existencia.
Y si tal repertorio no está inequívocamente
caracterizado, ¿quién diantres reconoce
y homologa?
Si no existe una definición precisa, no lo es la señalada más
arriba, escueta, de régimen
aceptable bajo ciertas condiciones
(un genuino vademécum de ambigüedad e imprecisión propio del reino
de la opinión, de lo puramente arbitrario, a mi parecer), tampoco
puede darse criterio de verificación alguno aplicable a lo
constatable. Mucho menos una supuesta capacidad de homologar ni
autoridad/entidad alguna con autoridad al respecto.
Llegado a este punto entiendo que, definitivamente, no me cabe esperar lo que busco en el citado texto base. Que, en definitiva, Gustavo Bueno no dio respuesta, a modo de definición operativa, a la pregunta de cabecera. Sin por ello obviar que el art. 5º anticipa en su encabezado una respuesta: Respuesta materialista a la pregunta «¿Qué es la democracia?».
En él se ofrecen párrafos como los que siguen, que no me puedo evitar el traer aquí:
“(Hay una tendencia, muy extendida [si no unánime] entre politólogos constitucionalistas o
internacionalistas a considerar a la democracia...) «Un sistema
sólidamente asentado en principios positivos, y no ya en el «Derecho
Natural», metafísico o teológico, sino en los tratados del
«Derecho Internacional» y en las Constituciones políticas; en
consecuencia» definible
al margen de oposiciones ideológicas (metafísicas, teológicas o
filosóficas) tales como la oposición entre el idealismo y el
materialismo, que nos ocupa”...
“Pero esta tendencia a
positivizar la concepción de la democracia, dentro
del pacifismo
del presente,...” [GB; 5º-1_1] (¿Qué pinta el pacifismo
aquí...?, me pegunto... Positivizar un concepto, ¿es posible al margen de esa corriente del presente -aunque Ortega y Gasset ya reflexionara al respecto en su ensayo “En cuanto al pacifismo”, publicado por vez 1ª en el nº de junio de 1938 de The Nineteenth Century?).
O, “1.
El momento tecnológico de una sociedad democrática, como el de
cualquier otra sociedad política, aunque tienda a ser circunscrito
por la doctrina del Estado de Derecho (una doctrina jurídica,
constitucionalista o internacionalista) en el eje
circular
del espacio antropológico, comprende o participa también,
necesariamente, del eje
radial
y del eje
angular
constitutivos de este espacio. Y esta participación se refleja, ante
todo, en el momento nematológico de un modo más o menos explícito.
Por
lo demás, la inscripción directa de cada contenido en un eje dado
es, en general, abstracta, puesto que, con frecuencia, cada
inscripción en un eje tiene lugar a través de los otros dos.”
[GB; 5º-2_1] (¡Caray con el recurso a términos geométricos usuales
aplicados al espacio
antropológico...! ¿?8).
Así que, como lector, salto
de decepción en decepción, mientras que siento que el filósofo
vuela de éxito en éxito
(paráfrasis de JFR; p. 20).
Para concluir esta 1ª parte, ¿no es legítimo preguntarse en qué limbo de imprecisión y ambigüedad -pura arbitrariedad, en consecuencia, nos movemos en relación a la voz democracia 26 siglos después de Pericles? Y tal imperio de lo puramente arbitrario, cui prodest? ¿qué propicia?
Cortaré por lo sano y seré lapidario, creo que no me
merece la pena ser exhaustivo: su efecto inmediato, claro, y tangible
es, para toda mente que observe y analice con mirada honesta y
criterio recto, el de dar gato por liebre: meter en un totum
revolutum cosas tan heterogéneas como los sistemas políticos
realmente existentes en Holanda y México, por ejemplo; o Argentina y Austria. Sostener una palmaria confusión.
¿Para qué? La respuesta no puede ser otra que para satisfacer los resortes que, de siempre y por lo general, mueven
las conductas humanas: 1º, pasar por este mundo disfrutando del
mayor bienestar posible; 2º, siempre -y en todo cuanto sea posible, a costa de, y
sometiendo a, los demás.
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NOTAS
1 Gustavo Bueno Martínez (Santo Domingo de la Calzada, La Rioja, 1 de septiembre de 1924-Niembro, Asturias, 7 de agosto de 2016) fue un filósofo español. Desde 1970 fue desarrollando un sistema que más tarde denominó «materialismo filosófico».
2 El texto base de la conferencia se ofrece como “Separata de la revista El Catoblepas” a lo largo de 5 artículos consecutivos; números de marzo a julio de 2011, http://nodulo.org/ec/2011/n109p02.htm, para el 1º de ellos. La conferencia está disponible en https://www.youtube.com/watch?v=kp3mRhTHa50. Las referencias a ese texto se indican en cursivas, de las que subrayo las cursivas originales, seguidas de un corchete tipo [GB; n1º-n2-n3], donde n1º indica el artículo, n2 el epígrafe correspondiente en cada uno de ellos y, n3 el subapartado del mismo, en su caso. Todos los sombreados son propios.
3
El pasaje completo constituye todo el epígrafe 4. Dice
así:
“Creemos no equivocarnos demasiado si decimos que la
palabra griega demokratía alcanzó, en la Antigüedad, el
grado máximo de prestigio en el siglo V antes de Cristo, en la
época en que Pericles, heredero de las reformas de Clístenes, que,
tras la victoria de Salamina (480), logró controlar las
instituciones políticas de Atenas, reformando en el año 457 al
antiguo Areópago y dando en él entrada a agricultores y yunteros,
y aún retribuyendo económicamente a los miembros del Consejo de
los Quinientos, a fin de poder obligarles a asistir a la asamblea.
En el celebérrimo discurso que Pericles pronunció en el homenaje a
los muertos, que nos «transmite» Tucídides en su Historia de
la Guerra del Peloponeso, se afirma que el régimen político de
Atenas, la demokratía ateniense, lejos de ser una imitación de
otros pueblos, es el modelo que todos ellos debieran seguir. Pues,
como su propio nombre lo dice («gobierno del pueblo») la
democracia ateniense es el régimen en el cual no gobiernan unos
pocos, sino todos, representados por la mayoría. Además, añadía
Pericles, todos los atenienses somos iguales, «y en las elecciones
de los cargos públicos no anteponemos las razones de clase al
mérito personal, ni excluimos a nadie por su pobreza, si puede
prestar un servicio a la república»”.
4 Pourquoi des phillosophes?, Jean François Revel. Ed. Julliard, Utrecht, 1957; p. 10. Inédito en español; traducción propia. Las sucesivas referencias a este texto se indicarán como [JFR,“nº p.”]. Subrayo las cursivas originales.
5 La 1ª parte del párrafo completo dice: “Abordamos aquí otra de las ilusiones más tenaces de la tradición y de la formación filosófica, que consiste en creer que el pensamiento del filósofo es, por naturaleza, diferente a las restantes formas de pensamiento del hombre y sobre el hombre. Es tomar, otra vez, por un privilegio evidente, y del que se dispone «ab initio», lo que en realidad es la meta a alcanzar. Un pensamiento no está a salvo de los errores e ignorancias comunes porque sea «filosófico», es decir, porque hable de cuestiones “filosóficas”. Llega a ser filosófico en la medida en que, en cuanto que, y mientras que elimine las gratuidades e inconsistencias del reino de la opinión. Un "método” filosófico no es una patente de corso que permite avanzar sin cautela, es sólo la manera en la que se avanza, y el modo de aplicar los principios y el programa que establece el propio método.”
6
Párrafo que cierra el epígrafe 3. Creo que los 2 que le preceden
establecen un contexto suficiente para aquel:
“Hay quienes
afirman que sólo desde una valoración previa y positiva de la
democracia realmente existente (desde una simpatía o empatía
positiva hacia ella) podría penetrarse en su esencia: non intratur
in veritatem nisi per caritatem.
Pero hay también quienes sostienen que la distanciación de todo juicio de valor previo permite asumir la perspectiva de fría neutralidad que parece necesaria para definir esencias. Distanciación muy próxima, por cierto, al recelo, aversión o empatía negativa.”.
7 La escritura del texto distingue a veces Democracia, con “D” inicial, de democracia, con “d”: desconozco si tal distinción tiene un significado especial.
8 Este empleo que hace Bueno de términos más bien propios de otras áreas de conocimiento propició un artículo crítico con algunas inconsistencias y frivolidades que aprecié en otro suyo: “Diferencias” sobre tres temas de Trías [El Catoblepas. Nº 135, 135:2, 2013. G. BUENO-DIFERENCIAS...] Mi texto, “A propósito de las “Diferencias…” está disponible en CRÍTICA DEL PRÓLOGO DE G BUENO A E. TRÍAS y en www.revistadefilosofia.com/51-16.pdf. Previamente se editó el 23.7.2013 en la web de la Fundación Burke, página hace tiempo desaparecida; http://www.fundacionburke.org/2013/07/23/a-proposito-de-las-diferencias-de-gustavo-bueno
- A. DE TOCQUEVILLE. EL ANTIGUO RÉGIMEN. Y LA REVOLUCIÓN (según la versión íntegra de la 7ª ed. de las OC de Alexis de Tocqueville, Lévy-Frères, París 1866). ISBN 9781661285432.
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