[133] UN TRANVÍA LLAMADO REPÚBLICA (POR DIPUTADO DE DISTRITO)*

 Portugal, Argentina, Venezuela, Alemania (la de Weimar, la Democrática del este en la época del Telón, o la de ahora, al caso da igual), o la muy vecina Francia: que yo sepa, todas Repúblicas...

* Texto revisado. 

Sucedió hace nada: una tropa abigarrada irrumpía en un tranvía llamado República. Les vimos arremolinar los brazos por la ventanillas, enardecidos por la magia de una línea de billete barato, “¡barato, barato!”. Con la simple distinción entre vocal y consonante, vale, ya puedes acomodarte dentro. ¡De primera! ¡Vamos buenos!

Vamos buenos con pasajeros tales que ignoren que, en sí, la palabra República es, por una parte, simple definición que muda a lo largo del tiempo*. Y, por otra, mero sonido o trazo sobre papel, con un valor simbólico —el que cada cual le atribuya a su libre albedrío— puramente arbitrario. Ni lo uno ni lo otro suple el significado que a cada oportunidad aporta su sustantivación, su materialización, y los efectos o resultados tangibles subsecuentes en cada ámbito social concreto.

*El DRAE propone como primera acepción “1. f. Organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el Parlamento para un período determinado”. El Diccionario de Autoridades – T. V (1737) “s. f. El gobierno del público. Oy se dice del gobierno de muchos, como distinto del gobierno Monárchico. Latín. Respublica. ...”. 

Y vista la ambigüedad de la voz, como se verá de inmediato, ¿quién asegura que, de aquí a un tiempo, su definición no se positivice y excluya cualquier atisbo de indeterminación como del que adolece en estos momentos?

Si preguntan al pasaje a dónde conduce la línea, contemplarán toda suerte de visajes: “Pues a República, ¡dónde va a ser!”, sin que su interlocutor precise si tal final de trayecto está en Portugal, Argentina, Venezuela, Alemania (la de Weimar, la Democrática del este en la época del Telón, o la de ahora, al caso da igual), o en la muy vecina Francia: todas Repúblicas, que yo sepa, al menos de nombre. Tan parecidas entre sí como un buzón y la boca de una alcantarilla, elementos ambos susceptibles de recibir cartas, no obstante.

La francesa lo es, va de soi!. La 5ª, por si fuera poco. Lo cual muestra bien a las claras que nuestros vecinos, pese a más de 2 siglos de experiencia acumulada, no han encontrado el modo de que su República sea una República parecida a la República por antonomasia, así que han de ponerle su ordinal por apellido.

Su advenimiento fue un tanto peculiar: en mayo de 1958, el general Massu exige que en Paris se instale un gobierno de salut public que acabe con la insoportable inestabilidad de la 4ª, 22 gobiernos en 12 años. Y el presidente Coty, en tal trance, apela a De Gaulle, que exigirá y recibirá del Parlement plenos poderes para asentar su mandato...: todo un proceso constituyente ejemplar.

Por si fuera poco, esta 5ª ha conocido a presidentes como Giscard d'Estaing, corrompido por los diamantes de Bokassa —sátrapa centroafricano—, Miterrand, enfangado en un episodio de terrorismo de estado  —responsable de la voladura del Rainbow Warrior de Greenpeace, anclado en aguas de Auckland, provocando con ello la muerte del fotógrafo portugués Fernando Pereira—, o Sarkozy —en manos de la justicia por la financiación sui géneris de sus campañas electorales—. Así, que le chirríen sus engranajes, es bien natural: su ley fundamental fue hecha por De Gaulle a la medida del General De Gaulle por aquel 1958. Transcurridos más de 60 años, lo que los franceses tienen no es un De Gaulle sino un Macron, y la cosa va como va. Y en cuanto a los generales, últimamente no hacen sino enviarle misivas...

¿Y qué decir de los que claman por que Diputado de distrito sea parada inexcusable? Como poco, que no olviden que esa 5ª vecina lo es con diputados de distrito, lo cual no impide que se vaya achatarrando. Y tampoco la triste historia de nuestra 2ª (de la que hablé en [132]), que se cimentó en unas Cortes constituyentes, conformadas con diputados de distrito, que alumbraron la malhadada Constitución de diciembre de 1931.

Proponer —hoy y aquí— diputados de distrito, o repúblicas, en un solar patrio arrasado por la ignorancia* y devastado por el sometimiento secular, y pretender obtener fruto de ahí, es como esperar que germine un trigo sembrado en una playa, en la que no le faltará el mimo y cuidado del pródigo oleaje.

*¿Para qué cree el personal que los socialistas implantaron la Logse? ¿Con la finalidad de instruir para la libertad o con la de adoctrinar para el sometimiento? He vivido en 1ª persona cómo derruyeron el sistema de instrucción pública para transformarlo en servicio nacional de guardería... (aquí remito a [126])

Así que hasta que mis compatriotas no entiendan que la República —que mejor se quede en las antípodas si no trae consigo la regeneración de raíz del gobierno de lo público— solo lo puede ser al modo en el que lo expresó Tocqueville ["La República" según Tocqueville], “... la acción lenta y sosegada de la sociedad sobre ella misma... un estado ordinario basado en realidad en la voluntad ilustrada del pueblo... (la acción de) un gobierno conciliador, donde las resoluciones maduran de manera minuciosa, se discuten sin prisas y se ejecutan con madurez.”, seguirán dando palos al agua, brindando al sol, sembrando playas bien regadas de salitre, o subiéndose a los tranvías de la mejor línea para no llegar a ningún sitio.

Porque causa sonrojo tener que poner —negro sobre blanco— que una buena copa arbórea requiere de un tronco robusto que se hunda en el suelo con raíces firmes, tupidas; en fin, bien asentadas.
O citar de nuevo al Galdós de Cánovas (1912), que como ya lo evoqué en [126] no lo repetiré del todo  “... infeliz raza [la nuestra], pobrísima [en lo espiritual, al menos] y analfabeta [en lo político, al menos]...”.

F. Caro. 12.05.2021