[02] LA AGONÍA DE FRANCIA
Nota del 21/12/2020. Reviso esta entrada; tacho lo que rechazo de su original y destaco en mayúscula, cursiva y sombreado, el texto de recambio.
~#~~#~
No es posible
volver la cara a la realidad y, por si acaso, mi hijo me remite una “antología”
de latigazos de Arturo Pérez Reverte; Paris y el islam como tema.
Es difícil no estar de
acuerdo con Arturo, si no al 100%, cerca. Yo NO LO estoy EN ABSOLUTO en los aledaños porque no
conozco ninguna expresión de un “islam liberal” al que se refiere en Es la guerra santa, idiotas: “Para un Islam que podría
ser pacífico y liberal, que a menudo lo desea, pero que nunca puede lograrlo
del todo, atrapado en sus propias contradicciones socioteológicas”. Tampoco comparto la expresa atribución de intransigencia, ceguera o egoísmo, o todo sumado, del malvado occidente,
en la respuesta queda que oye de su amigo Mohamed. Al insistir en preguntarle
por el hiyab de sus hijas: “Mohamed se puso serio un instante... No dijo nada, pero lo
conozco bien y supe qué decía aquella mirada... De vosotros depende, era la
respuesta”.
Arturo: si se trata de
comercio hay una regla básica que se llama reciprocidad. Y las relaciones entre personas, ¿qué son sino puro intercambio, puro comercio? ¡No fastidies con
estas derivas porque hace tiempo que quedaron claras!; abajo se puede leer de mano del maestro Chaves Nogales, que estuvo allí. Por otra parte, en mi exigua cabeza abstracta de físico mediocre ni la
cuadratura del círculo, por imposible matemático-físico, ni los leones
vegetarianos tienen cabida.
Pero, como en lo que proclamas
a los 4 vientos las luces superan a las sombras, quiero destacar el efecto
colateral de la caída del muro que anotas: esa barrera de contención de los
bárbaros –extranjeros a Europa– se quebró, tienes toda la razón.
LA 1ª ED. DE LA AGONÍA DE FRANCIA |
Añado que no sólo se
quebró el parapeto, sino que hasta generación y media, quizás, de quienes
poblaban el mundo soviético, vieron quebradas sus vidas, incapaces de pasar del
rutinario sometimiento de la supervivencia previsible –que ofrecía la respuesta
total que impedía toda pregunta–, a una supervivencia repleta de riesgos e
incertidumbres, de manera que muchos, a su vez, devinieron bárbaros para los
europeos más occidentales.
Y no sólo eso, sino
que, ya sin el contrapeso comunista, el capitalismo occidental dejó de sentir
la necesidad de aportar "rostro humano" alguno, como me apunta
sagazmente G. Dodgson, un afable amigo irlandés recién conocido. La sinergia de
efectos es incuestionable y de ahí la violenta sacudida que conmociona a unas
sociedades tan ebrias de bienestar como ahítas de ignorancia acerca de lo que
son y de donde vienen.
Pero como hay cosas que son "de siempre", con
todo desparpajo invito a leer “Alexis de Tocqueville. Sobre las
religiones. Cristianismo, hinduismo
e Islam”, [Ed. de Jean-Louis Benoît. Encuentro. Madrid.
2013]. Lo recomiendo por su valor intrínseco y porque conozco muy bien la obra: no en vano fui su
traductor del original francés.
Ahí se pueden leer
cosas así:
... De la lectura del Corán extrae, como se ve en sus notas, la idea de
que la religión de Mahoma no sólo tiene una insoportable propensión a multiplicar
las llamadas a la guerra y la matanza de infieles, sino que además deja
realmente poco espacio a la libertad y a las libertades, concretamente en la
medida en que niega la existencia de «esferas» diferenciadas puesto que
¡gobierna simultáneamente los campos de la ética, de la política, de lo
jurídico y de lo social! , de mano de JL Benoît, 0,
... La doctrina de que la fe salva, que el primero de los deberes religiosos es obedecer ciegamente al profeta, que la guerra santa es la primera de todas las buenas obras..., todas estas doctrinas cuyo resultado práctico es obvio, se hallan en cada página y casi en cada palabra del Corán. Las tendencias violentas y sensuales del Corán chocan de tal modo a la vista que no concibo que escapen a un hombre con sentido común...
... La doctrina de que la fe salva, que el primero de los deberes religiosos es obedecer ciegamente al profeta, que la guerra santa es la primera de todas las buenas obras..., todas estas doctrinas cuyo resultado práctico es obvio, se hallan en cada página y casi en cada palabra del Corán. Las tendencias violentas y sensuales del Corán chocan de tal modo a la vista que no concibo que escapen a un hombre con sentido común...
O que «Todo lo referido a la guerra es preciso,
todo lo que se refiere a la moral, excepto la limosna, es genérico y confuso...», del propio Tocqueville.
Pero el encabezamiento hace referencia a otra lectura imprescindible, la del mejor Chaves
Nogales que yo haya leído, de la cual tomo su título [Libros del
Asteroide. Barcelona. Madrid. 201o] y a la que llegué por la reseña que de ella
hiciera el muy entrañable Horacio Vázquez Rial.
Dice el doblemente
exiliado Chaves Nogales: “Pero la catástrofe de
Francia, como la de España, no era la derrota definitiva. Era sólo una nueva
etapa dolorosa de una lucha que no tiene patrias ni fronteras porque no es sino
la lucha de la barbarie contra la civilización, de las fuerzas de destrucción
contra el espíritu constructivo y el instinto de conservación de la humanidad,
de la mentira contra la verdad...”
El paralelismo
entre los preámbulos de aquella debacle y la actualidad me es tan palmario que espero de buena
mano, para ahora, una “Agonía de Europa”.
Francia tuvo que
ser rescatada por otros, que les reintegraron su nación política desaparecida
al diluirse el estado que debía preservarla: paradoja de la historia para
quienes, precisamente, fueron los "inventores" del concepto. Catorce siglos antes, cuando los lusitanos se sintieron acorralados, un caudillo
llamado Pelayo, dicen, comenzó a sacudirse lo que sin duda sintiera como
insoportable yugo de sometimiento.
Algo parecido
sucederá de nuevo; si no, al tiempo. Pero todavía no se ha alcanzado el nivel
de postración crítico: ya llegará.
“Nunca una catástrofe nacional
se ha producido en medio de una mayor inconsciencia colectiva”, Chaves y
Francia, de nuevo. Recordar que la mayor parte de los alemanes miraban para
otro lado, o no quisieron saber de la noche de cristales rotos..., y que
ocurrió lo que tenía que ocurrir, causa sonrojo. Como que Chamberlain agitara
al aire el acuerdo de paz que firmó... en Alemania.
Ya se sabe, a la
guerra hubo de añadir la infamia. Son las inevitables consecuencias de la
cobardía.
Y así queda dicho.
19NOV2015
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