2022/04/16

[149] ACERCA DE LA REPÚBLICA

Cuando Manuel Chaves Nogales abandonó España en noviembre de 1936, llevaba consigo la República. No la Segunda República española, sino la República a secas, sin aditivos que la enmarcaran en un tiempo y un lugar”, dice Xavier Pericay (En París, con la República. Cuadernos y Lugares, Dip. de Sevilla, 2020).

Los destinos de Francia, el destino de Chaves, los regía la IIIª. Adscrito sin ambages a lo que representaba Ortega y Gasset, el reportero se llevó consigo una abstracción a decir de Pericay.

¿En qué consistía tal idea? ¿La ofreció el propio Ortega, el padre intelectual de nuestra desventurada 2ª? 

Le conozco su célebre No es esto, no es esto, pero no un enunciado positivo de qué debió ser. No lo es, en mi opinión, otro pasaje del mismo Aldabonazo, en Crisol, que aquel: la República en España, o es la que triunfó, la auténtica, o no será. Así, sin duda ni remisión.

Creo que los que hoy se dicen republicanos adolecen de la misma falta de concreción; por descontado. Y nada más inane que hablar de República como de una línea de tranvía Un tranvía llamado República”, de la que no se sabe bien adónde conduce.

Ajuste del trole para "la vuelta" de un Desire en Nueva Orléans

Chaves Nogales presenció en 1940 el desmoronamiento de Francia. Lo predijo Louis Barthou, uno de sus prohombres, en 1934. 

“Estamos destinados a tener una terrible agitación en Francia”, le comentó a Alexis Leger, “y la guerra es inevitable”... “Todo ha degenerado en Francia, nuestra concepción del Estado, del deber público, del Parlamento, de nuestras instituciones. Hemos llegado a un punto en el que no sabemos qué hacer con todo esto. Ya no podemos actuar”.

Un siglo de simbiosis prensa/poder político fue una de las causas de la corrosión interna del país. Balzac refleja sus comienzos en Un grand homme de province à Paris (1839); la ratifican periodistas galos que acompañaron a Chaves a su segundo exilio en el Reino Unido en junio de 1940 Mme. Tabouis o André Géraud/"Pertinax", por ejemplo. 

P. Lazareff, redactor jefe de Paris-Soir, el principal periódico de Paris en la década de los 30, afirma en su exilio niuyorkino: “Desde los días de Balzac hasta el presente, este estado de cosas ha ido de mal en peor”. Su análisis de la prensa de París cuya venalidad, parcialidad y amargura dejan sin aliento a un estadounidense, es lo mejor de Lazareff, dice quien en París, y desde agosto de 1939, formara parte del equipo europeo de la CBS.

La colusión era flagrante. Los grandes damnificados: los franceses, la nación. 

El Gobierno había salido hacia Tours hacía dos días. Jean Prouvost, director y propietario de Paris–Soir, había entrado en el Gabinete como Ministro de Información cuatro días antes. A última hora de la tarde del 10 de junio, recibió a los corresponsales americanos. "Independientemente de lo que pueda ocurrir", dijo, "el Gobierno no abandonará París. Les sugiero que se queden aquí también, señores”.

El Ministerio de Información se encontraba en el Hotel Continental. Me encontré con varios periodistas americanos en el vestíbulo. La situación parecía algo mejor ahora, me dijeron. 

Jean Prouvost estaba solo en el amplio salón que le servía de despacho privado. A la dura luz eléctrica, parecía muy pálido. 

“Jefe”, le dije, “dígame, ¿se va el Gobierno o no? Acabo de ver a los corresponsales americanos...

Me obligaron a hacer una estupidez", dijo. Me dijeron que anunciara que nos quedábamos, cuando sabíamos perfectamente que estábamos a punto de irnos. Sí, nos vamos. Pero no nos vamos de verdad, sino que huimos. Estamos huyendo. …”, relata Lazareff.

Este domingo pasado, Francia, en su Vª República, celebró la 1ª vuelta de sus presidenciales. Pero esta Vª no tuvo un inicio ejemplar: De Gaulle no llegó al poder por las urnas precisamente, para instituirla.

***

La elección directa del Jefe del Estado, al modo francés, es lo propio de una República. Luego, si la cabeza y representación de toda la nación se elige por sufragio universal directo, a mayor razón también lo han de ser los representantes más inmediatos de los españoles en el Congreso de los Diputados. 

República, pues, supone negación de oligarquía de partidos. O lo que es lo mismo, sin Democracia Democracia a secas, la República a secas es imposible. 

Dígase de nuevo. Como forma de gobierno la Democracia se sustenta en dos hechos: el de representación política que exige un sistema de elección de representantes por circunscripciones unipersonales, y el de separación de poderes: elección separada del Jefe del Estado (que designará a su ejecutivo), y de la Cámara de control legislativa. 

Nada de ello se da aquí y ahora, lo cual me evoca que lo acaecido con los perros de Licurgo es moneda de uso corriente: las personas propenden a creer que la única realidad posible es la que conocen. 

Habré de acabar. Si he de adscribirme a una República será a la que Tocqueville (del que hoy, 16 de abril, se commemora el aniversario de su fallecimiento) refiere en De la democracia en América

... Lo que se entiende por república en los Estados Unidos es la acción lenta y sosegada de la sociedad sobre ella misma. Es un estado ordinario basado en realidad en la voluntad ilustrada del pueblo. Es un gobierno conciliador, donde las resoluciones maduran de manera minuciosa, se discuten sin prisas y se ejecutan con madurez.

Pero el Galdós de Cánovas (1912) me hace poner los pies en el suelo. 
Los dos partidos que se han concordado para turnarse pacíficamente en el Poder son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado los mueve; no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que, de fijo, ha de acabar en muerte.

No acometerán ni el problema religioso, ni el económico, ni el educativo; no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos... Tendremos que esperar como mínimo 100 años más para que en este tiempo, si hay mucha suerte, nazcan personas más sabias y menos chorizos de los que tenemos actualmente.

Es decir, todo me conduce al accidentalismo en cuanto a la institución de la Jefatura del Estado. Porque, más allá de las abstracciones, lo definitivo son las personas, sus hechos, y el entramado que la historia ha decantado por años en el cuerpo social en el que han de actuar.

¿Paradoja? Chaves y sus colegas franceses hallaron salvación en el hogar de la más antigua monarquía europea. Mientras, desde Moscú a Madrid, los totalitarismos más abyectos encontraban acomodo en el continente: no hubo república que les hiciera frente. A los hechos me remito.

Suplantar el positivismo se llama ignorancia; evitarlo, ilusión, amonestó JeanFrançois Revel filósofo a sus contemporáneos.

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