Martín-Miguel
Rubio viene evocando -en su columna semanal de El Imparcial de Ansón- sus
peripecias trevijanistas -remembranzas, dice él; Martín-M/El Imparcial. De momento va por la 3ª lo
que quizás cuaje en un libro, avanza.
Bien se ve en
esas entregas, empapadas de bonhomía, el carácter de su cercanía al maestro
Trevijano. Cercanía intelectual más que a la acción política inmediata
-tan propia de D. Antonio, a la que nos sentíamos convocados otros seguidores.
Conocí a
Martín-M. en Santo Domingo de la Calzada, en el simposio-homenaje a Antonio Gª
Trevijano por su 90 aniversario de 2017. Un contacto puramente superficial
porque las circunstancias -andaba yo sumido en severa depresión, no daban
para más.
Por otra parte, creo
que Martín-M. oficiaba de concejal por entonces, desempeño al que se
accede vía lista de partidos, lo cual rechinaba muy mucho en la ortodoxia de la
Libertad Política Colectiva.
Martín-Miguel encontró en mi persona campo franco para una amistad edificada sobre un exquisito respeto mutuo. Durante mis muchos años de instituto, me solía encontrar más a gusto cerca de los profesores de Latín, de Griego, y de los sacerdotes. Recibía de ellos un saber que no estaba a mi alcance: el del conocimiento de los clásicos, o lo que es lo mismo, de nuestras raíces mediterráneas, greco-latinas y judeo-cristianas, justamente uno de los campos de saber de Martín-Miguel (aquella compañía, por cierto, se mostraba bien lejos de muchas arrogancias de poco fuste que se daban entre los de otras disciplinas -incluso de gimnasia, que ya es decir).
Ahora bien, si él se ha ganado mi aprecio -que lo tiene y en mucho, a su calidad indiscutible como persona cabe atribuirle la razón. Sus credos quedan aquí por completo al margen, porque carecen de peso y presencia.
***
Entre finales de
2016 y 2018 traté de dar salida a mis inquietudes de acción política en la
senda del trevijanismo, y por ello sus "Remembranzas" han despertado
la memoria de aquello. Es de ese pozo del que entresaco lo que
sigue.
Creo que viví con cierta intensidad algunos hechos acaecidos en el entorno de D. Antonio por entonces (a modo de anécdota, puedo comentar que, a principios de 2017, me acerqué a su casa ¡tuve la fortuna de estrenar un libro de firmas preparado para asentar el paso de sus visitas!).
A D. Antonio le agradó ese pasaje..., me dijo su ayudante |
Me refiero a lo
sucedido desde que falleció hasta que se celebró la Asamblea constitutiva de
Demos. En el entreacto, la 1ª asamblea/cuasi conciliábulo del MCRC sin D. Antonio, allá
por junio de 2018.
Por
entonces, el Cisma de Alondra 1 ya estaba consumado. La defección de Papi
y "los suyos", tras la acometida del "siniestro Anastasio"
y de quienes oficiaron como sus esbirros -voz que empleo en su acepción más
despectiva, estaba más que consumada.
Aquello dejó en claro que el MCRC de aquella tropa de baja estofa devenía, de su mano, repulsiva zahúrda para cualquiera que aportara la mínima limpieza de ánimo. Emigré, pues, a Demos.
Y nueva decepción porque allí tampoco encontré la honestidad esperada; sí -de nuevo, y al poco, la censura.
A manos del equipo de redacción porque, en una entrega con Losantos como tema, "lo relevante aquí es que tu artículo da muchas vueltas y “poco aprieta” en lo que nos interesa, la Libertad Política Colectiva.", a decir de Papi. El papel lo aguanta todo.
También a manos de otro matemático/informático -ser depositario de un saber superior y distinto al del resto de los mortales, similar a la que ya sufriera en el MCRC a manos del siniestro majadero. Ahora, el "sumo sacerdote del recto decir" fue Luis Ángel Calvo. El objeto, un artículo en el que pedía la dimisión de Pedro Duque que edité aquí en [46] (conservo los correos y los mensajes guasap intercambiados con ese señor fatuo que, lógicamente, dejan a cada cual en su lugar; ahí están).
Papi, en lugar de ponerse al frente de la defensa de la libertad de expresión, trató de contemporizar. Pura conducta socialdemócrata. Valoró más el instrumento -la herramienta informática, que aquello a lo que esta debía prestar servicio -el pensamiento.
Pretirió mi reflexión, por modesta que fuera, en favor del recurso informático: si ese es el trasfondo del pensamiento de alguien que se reclama seguidor de Trevijano, que se jacta de haber sido designado por él en un acto meramente caudillista (justificado en su circunstancia, pero que debió ser enderezado a la mayor rapidez y no se hizo*), y de apretar en favor de la Libertad Política Colectiva, apaga y vámonos.
Naturalmente que rechacé de frente cualquier tipo de componenda en un asunto de manual: la censura -ya vivida en el MCRC de mano del "siniestro Atanasio", supone el ejercicio de un poder sin control por alguien que se lo atribuye sin más, lo que evidencia un carácter totalitario fuera de discusión. Quien contemporiza con ello proclama su falta de consistencia democrática. En este campo, la línea divisoria es muy nítida, no hay escala de grises: o blanco o negro.
Del resto, nadie -repito, nadie entre tanto prohombre, ni siquiera de entre los loados por Martín-Miguel, tuvo el mínimo gesto de apoyo claro a mi causa, que no era mía, sino de principios elementales. En ese ambiente, no me quedó otra que irme a respirar el aire limpio de la intemperie.
Tal es el sino del legado intelectual y material de D. Antonio a manos de sus albaceas y cercanos últimos. En lo doctrinal, y en el campo de la acción política, la absoluta irrelevancia. A Papí & Co. (con otro siniestro, Vicente Ferrer, de caribeño faro-guía -veáse [117]) les supongo enfrascados "en lo que nos interesa, la Libertad Política Colectiva", excursión con parada en Diputado de Distrito... Los otros, ni idea, supongo que en su zahúrda. En lo patrimonial, mucha, excesiva, turbiedad en cuanto a la materialización de sus últimas voluntades.
Es todo tan humano…
*A propósito de ese hecho. Por mayo de 2018, un par de meses después del fallecimiento de AGªT, hice llegar a la directiva en funciones, y a muchos otros miembros del movimiento, una propuesta que ofrezco a quien lo desee. Solicitaba en ella que, en el seno de aquel MCRC, se aplicaran las tesis que se defendían para la sociedad toda: la apertura de un proceso de libertad política colectiva en el microcosmos de los asociados. Todavía estoy por recibir una sola apreciación al respecto..., lo cual me evoca el dicho de que una cosa es predicar y otra, muy diferente, dar trigo. El papel, repito, lo aguanta todo.
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