...verán ustedes cómo el pueblo que se considera el más espiritual del mundo es al que se le engaña con la mayor grosería.
Esto adquiere una importancia enorme si ustedes piensan que el último mes se han traspasado 30 millones de los bolsillos de este público lector de periódicos a los bolsillos de los amigos del Ministerio.
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Chronique de la Presse |
COMENTARIO INICIAL
De manera inopinada, la 1ª parte de esta Crónica me ha traído un par de mensajes que agradezco infinito. Infinito porque mis panfletillos no interesan ni al gato del vecino -que por cierto no tiene gato-. No por ello me voy a arrugar/arredrar/achantar...; quede claro.
Tenía ganas, además, de sacar esto a la luz porque recuerdo que Ignacio Ruiz Quintano (al que admiré por un tiempo) deslizó hace ya bastante -en su excelente Salmonetes ya nos nos quedan- un comentario en el que, más o menos, se expresaba así: Tocqueville no vio la Democracia.
Creo que entendí perfectamente su sentido en el marco de la doctrina de D. Antonio Gª Trevijano al respecto, y por ello, y por mi filiación tocquevillana, le hice llegar mi apreciación en cuanto a la enormidad de lo que el joven Tocqueville vio, en su periplo americano de 1831, con solo 26 años: La Democracia en América -obra colosal- lo muestra/prueba.
Lo que no vio Tocqueville, no lo quiso ver, o contemporizó con ello, es la realidad del mundo de la prensa parisina de su época, hasta el punto de que entró en el tinglado -si bien con muy escasa fortuna-.
En efecto, durante el período de sesiones 1843-44, en la Cámara, Tocqueville pretende devolver a la izquierda "la honestidad de la que carecen el señor Thiers y sus amigos, la moderación y la guía de conducta que no encontramos (en ellos)"; en definitiva, "realizar una gran transformación en la izquierda" desde dentro, pero adoptando "tonos que ni son, ni serán nunca (los suyos)".
Para ello, el grupo encabezado por Tocqueville –Lanjunais, de Corcelles, J. de Lasteyrie, Combarel de Leyval, entre otros– necesitaba disponer de un periódico, "porque sin periódicos no sólo no podemos hacer lo que tenemos en mente, sino que tarde o temprano seremos devorados por nuestros propios amigos". De modo que la solución consistió en tomar el control de Le Commerce, en cuya línea editorial Tocqueville marcaba la pauta... La aventura periodística fracasó rotundamente.
En este asunto, la sagacidad/honestidad de Balzac aventaja sobremanera a la de Tocqueville, las cosas como son. O como a mí me lo parecen.
Por otro lado, me ha hecho gracia toparme de nuevo con (Charles de) Rémusat, quien fue el artífice del encuentro de Tocqueville con Gobineau [aspecto tratado en mi edición de Alexis de Tocqueville & Arthur de Gobineau. Correspondencia (1843-44, 1849)]. Rémusat, tras su experiencia como ministro del Interior en el gabinete Thiers, del 1 de marzo al 29 de octubre de 1840, halló una posición privilegiada en el centroizquierda dinástico, que él mismo explicó: "Sin ser del todo desagradable para el partido conservador, que me mostró «estima, mezclada con pesar y desconfianza», estaba bien considerado por la oposición a la que era necesario": en resumen, no se podría hacer ninguna nueva alianza sin él.
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... Además, el Sr. Havas les trata según la cuota de su abono. Si los Débats dan 100 escudos (moneda de plata de 5 francos) por mes, tienen tal o cual noticia antes que el resto. Si hay 20 periódicos, y su abono con el Sr. Havas es en promedio de 200 francos, el Sr. Havas recibe de ellos cuatro mil francos al mes. Recibe seis mil del Ministerio por un singular servicio que les vamos a explicar. ¿Comprenden Uds. ahora la pobre uniformidad de las noticias de internacional en todos los periódicos? Cada cual tinta de blanco, de verde, de rojo, o de azul, las noticias que le envía el Sr. Havas, el 'Maître-Jacques'* de la prensa. En ese apartado solo hay un periódico, hecho por él, de cuya fuente beben todos los periódicos.
*Personaje legendario, arquitecto en la edificación del primer Templo de Jerusalén; jefe de los maestros canteros encargados de tallar la piedra, llegado a Francia tras la muerte de Salomón (https://fr.wikipedia.org/wiki/Maître-Jacques).
Existe, en el Ministerio del Interior, una oficina llamada de la conciencia pública, en la que se hallan tres escritores, los Srs. León Vidal, Edmond Texier y Deslauriers. Era imposible que no hubiera laureles (lauriers). El Sr. León Vidal es un chico que tiene exactamente lo que se necesita de conciencia para elaborar la conciencia pública. Las tartines políticas [tochos; escrito extenso carente de interés] son editadas por el Sr. Edmond Texier, joven doctrinario con manguitos, que ha hecho sus pinitos bajo el 6 de septiembre*, y que después ha servido con idéntico entusiasmo a todas las administraciones. El Sr. Deslauriers es tan modesto que jamás se ha dignado a darse a conocer. De tal modo que esa oficina cargada de dirigir la conciencia pública, de vigilar la prensa, en fin, el pivote de una inmensa máquina, a la que convendrían las mejores cabezas del país, sumando las edades de esos tres Srs., no alcanza un siglo.
*Balzac hace referencia al gabinete Molé, instituido en esa fecha de 1836, tras la caída de Thiers. Una primera aproximación al devenir de la monarquía de Louis-Phillipe la ofrece Monarquía de Julio (de la versión francesa de la wikipedia).