2023/03/01

[170] ANDRÉS Gª TRAPIELLO: ¡UN PETARDO! (La inconsistencia de su Prólogo a "Madrid, 1921. Un dietario", de J Pla)

 El pequeño problema al que ha de hacer frente Andrés es que, lo que él dice que se reescribió en 1966, se publicó en 195...


Andrés ha tenido un severo traspiés, pero no pienso por ello... hacer burla de Trapiello.

Dejo claro de entrada que nada de entidad sé de Andrés Trapiello. Y que es literalmente cierto que no aliento propósito alguno de hacer mofa. Me limitaré a la mera exposición de hechos verificables. En cuanto al calificativo del encabezamiento, me remito a la acepción 2 del DA, aplicada al caso (m. y f. despect. coloq. Persona poco competente en su cometido), por no imputarle malicia y doblez.

Por contra, Andrés se ha presentado ante mí de manera inopinada en ocasiones que entiendo significativas, aparte de propicias para terciar en ellas.

La 1ª que recuerdo fue de la mano de Javier de la Iglesia, hermano de su hermano, con quien compartí empresa hace ya un tiempo.

Javier, empapado de esas insignificantes minucias llamadas refinamiento y buen gusto (Pla) y esclavo fiel de la musa Literatura (s.e. por mi parte), estaba a mi lado (el 28 de junio de 2013) cuando elevó tenuemente su voz para decir no sé qué... 

—¿Qué te pasa, Javier?,

—¡Bah...!, nada, cosas, …, éste, Trapiello, en jondon (ese es el palabro que le entendí).

—Pues ¿qué dice?

Y me lee un pasaje de los-papeles-rotos-de-las-calles

—¡Ya cansan estos...! ¡Que dejen a la gente en paz...!, exclama exhibiendo una muy educada indignación...

Aproveché la ocasión, creo que para regocijo suyo, e hice un comentario on line con pretensión de acidez, y ahí quedó la cosa.

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Luego llegó a mis manos el Madrid, 1921. Un dietario, de Josep Pla. Una edición magnífica de la Asociación de Libreros de Lance conmemorativa de la Feria del Libro de Madrid, edición 2007, que Andrés prologa. Iré a ello más tarde. 

Finalmente, mi curiosidad por Chaves Nogales me llevó a William Chislett quien, también por 2013, señaló una circunstancia en la que Trapiello tenía un innegable protagonismo. Lo hizo en CHAVES NOGALES, UN FILÓN INAGOTABLE . De Chaves Nogales, he hablado largo y tendido: he aportado al conocimiento de su última peripecia —viaje Burdeos-Londres de junio de 1940, mucho más que GªTrapiello, pero la mixtificación prosigue negro sobre blanco.

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Una digresión. Preguntarse en este momento por qué estas líneas, que hacen referencia a un prólogo de 2007, es del todo sensato. Responder es sencillo: el deleite de releer a Pla se me ha presentado muy enturbiado por esas 14 páginas que conforman el dicterio, dicterio para el que —racionalmente, no hallo justificación alguna. He querido asegurarme de su gratuidad e inconsistencia. Y adquirí un librito la semana pasada, librito en cuanto a su aspecto..., que aclara todo.

Andrés, en ese prólogo, se muestra tan categórico como desabrido. 

Desabrido con Pla, con los contadores de papel (sin percatarse de que "su" página, la que emplea como unidad de medida, es completamente arbitraria, en tanto que el nº de palabras es un módulo de medida comúnmente aceptado), y, en definitiva, con el lector de Pla. En particular aquel que, como yo, se sienta mecido en sus hojas tal si, al atardecer de una suave jornada de primavera, recorriera el Gran Canal veneciano en góndola manejada con pareja mano maestra.

Andrés no tiene en cuenta cosas como que dietario tiene más acepciones que la que él señala, a saber, (2) Diario personal, y (3) Libro en que los cronistas de Aragón escribían los sucesos más notables, según el DA. 

O que Pla, cuando viaja como cronista en su Viaje a Rusia (1925), por ejemplo, acota perfectamente, de entrada, el tono de su prosa, acorde con la indicación de "Cuente lo que vea" que recibe del Director de La Publicitat [1]

No es el caso del Madrid, 1921 publicado en 1929 por vez primera. Romá Jori, Director de La Publicidad, a la pregunta del joven ampurdanés de qué tendrá que hacer en Madrid, le responde: "Lo que le parezca. Ya irán saliendo cosas... Escriba claro". 

Del cumplimiento de tal prescripción sólo la lectura de los artículos publicados en el diario puede dar cuenta... "Una pequeña parte de lo que publiqué está contenida en este libro", afirma Pla en el Prefacio.

Pero no vale la pena hacer escrutinio de ese infausto prólogo de Trapiello (del cual no se me escapa que amerita ser conocido por el lector para poder juzgarlo con conocimiento; me comprometo a ofrecérselo en un plazo razonable de tiempo— a todo aquel que me lo solicite). 

La piedra maestra en la que se basa tal edificio es la reescritura del texto de 1929 que, según Andrés, Pla lleva a cabo en 1966 con ocasión del comienzo de la publicación en Destino de su Obra Completa: "Veamos cómo concibió Pla este libro en 1921, cómo lo publicó en 1929 y cómo lo rehizo en 1966", dice.

Reescritura de mano de un escritor ya biliar que se había pasado el último cuarto de siglo (lo que nos traslada a 1941) oteando el universo desde un algarrobo... (el dulce y amable Andrés nos tendría que explicar si fue sobre esa atalaya desde la que Pla tomó las notas que le sirvieron para su Israel, 1957, por ejemplo).

... en 1966... corrigió cuanto pudo (una obra llena de imperfecciones e infantilismos) tratando de salvarla, dice en otro pasaje.

No se anda Trapiello con remilgos al tildar de que malicia y doblez inspiran el retrato que Pla hace de Ramón Gómez de la Serna, ante quien se cuida mucho en excederse, mientras Ramón vivió... Pero en 1966 Ramón llevaba muerto 3 años, y Pla no se recató de cargar las tintas, de una manera aviesa y dudosa. Ni que decir tiene que Trapiello alancea en 2007 a un Pla desaparecido en 1981...

El pequeño problema al que ha de hacer frente Andrés es que, lo que él dice que se reescribió en 1966, se publicó en 1957. Que Gómez de la Serna lo leyera, es otro cantar.


La Editorial Selecta, de Barcelona, presentaba en 1957 Madrid, 1921 (Un dietari) como el vol. VII de la serie Obres Completes de Josep Pla. Es el ejemplar de la colección que al lomo lleva el número 235.


[1Martí Esteve i Guau fue el director de La Publicitat entre 1922 y 1926. Pla no lo nombra en el Viaje a Rusia  editado en 2018. 

5 comentarios:

  1. Precioso relato, amigo Fernando. Veo que vuelves a reobrar el pulso, de lo cual me alegro infinito, amigo mío. Ramón Gómez de la Serna y Plá son dos genios, dos gigantes. Trapiello sólo un historiador de la literatura que incluso a veces, como tú apuntas, se equivoca. Entre el artista y el crítico, yo elijo siempre al artista, si bien reconozco la importancia del estudioso.

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  2. Gracias, querido Martin, por esa palabras tan entrañablemente tuyas. Llega un momento en el que la vida te pone los puntos sobre las íes, para que aprendas a estimar con justeza, de una santa vez, el valor relativo de las cosas. A partir de él, nada es como era y, según se me dijo que proclamó Rilke, "... sobrevivir es todo" (para qué hablar de victorias...). En ese deambular, la compañía de Pla, y de otras prosas similares, me deparan un efecto balsámico al que no voy a renunciar por textos que rayan en el libelo, con tan escaso fuste que causa sonrojo tener que anotarlos, con ciertas verdades, negro sobre blanco.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Como de costumbre es un placer leerte y entenderte porque aportas un análisis que no deja indiferente y cierras interrogantes que algunos desconocemos. El matador de toros Rafael el Gallo cuando le presentaron a Don José Ortega y le dijeron que era un intelectual respondió ·"Tiene que haber gente pa tó"
    Un saludo, Fernando.

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    1. Buenas noches, Diego. Chaves Nogales profesaba un odio insuperable a la estupidez y a la crueldad. No es que me repugne el libelo de Trapiello, que me provoca arcadas, es que, racionalmente, me resulta incomprensible acumular y exhibir tal inconsistencia biliar, por emplear un calificativo suyo. En lo que confío es que los estudiosos de verdad hayan puesto en claro la verdad del caso mucho antes -sin yo tener noticia; lo propio no es que sea un aficionado el que aporte una luz bien clara... Un abrazo.

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