2024/04/30

[196.3] "LA DERROTA DEL CONOCIMIENTO" (Y III) (O, MEJOR, AL SOMETIMIENTO POR EL EMBRUTECIMIENTO)

 Van desapareciendo de nuestros institutos profesores incorporados al SIP en la 2ª mitad de los 70. Muchos, excelentes profesionales forjados en el esfuerzo, el trabajo y la dedicación -en la responsabilidad en suma-, son relevados por jóvenes que fueron nuestros alumnos. 

En algunos casos los de peores rendimientos que, a causa de las “notas de corte”, ingresaban en las Escuelas de Magisterio de entonces, hoy Facultades de “Ciencias de la Educación”, a falta de mejor opción. A muchos de ellos se les ha encomendado la formación inicial de nuestros hijos, la forja de nuestro futuro…

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... (Sigue de [196.2])

De mi particular experiencia, a cuyos detalles no haré mención tratando de mantener una visión general, deriva lo que recogen estas líneas y las que les preceden.

Van desapareciendo de nuestros institutos profesores incorporados al SIP en la 2ª mitad de los 70. Muchos, excelentes profesionales forjados en el esfuerzo, el trabajo y la dedicación -en la responsabilidad en suma-, son relevados por jóvenes que fueron nuestros alumnos.

En algunos casos los de peores rendimientos que, a causa de las “notas de corte”, ingresaban en las Escuelas de Magisterio de entonces, hoy Facultades de “Ciencias de la Educación”, a falta de mejor opción. A muchos de ellos se les ha encomendado la formación inicial de nuestros hijos, la forja de nuestro futuro…

En otros, jóvenes formados en algunas de nuestras “muy prestigiadas” universidades de las taifas autonómicas: “Tan sólo 11 universidades españolas entran en el Top 500, y todas en la parte media o baja de la tabla. Las mejor calificadas con la Universidad de Barcelona, la Autónoma de Madrid, la Complutense y la de Valencia. La mejor clasificación es para la de Barcelona, que está en el puesto 152” (1)

Composición de la publicación de Izquierda Reaccionaria

La calidad del colectivo es la que es y su consideración se resiente mientras que el propósito instructivo se diluye. Con frecuencia el ambiente de los centros, similar en muchos aspectos al de las escuelas de primaria, es más propio de un “parque temático” que de un establecimiento serio de formación secundaria.

Desde el exterior, no faltan quienes los contemplan como nicho de una suculenta “clientela” a la que cabe captar en múltiples aspectos “importantísimos para la formación de nuestros alumnos” pero que, casualidad, fuera del horario lectivo nadie tiene la ocurrencia de llevar a cabo.

Abundan hasta la exageración las ofertas de todo tipo de tópicos políticos como los relacionados con “la memoria histórica”, “la paz”, “la violencia de género”, “el cambio climático”, “la solidaridad” con realidades tan lejanas como exóticas, “la no discriminación” o la aceptación sin condiciones de una inmigración causada por nuestra maldad occidental.

Son tópicos claramente sesgados en su ideologización, que operan de manera mecánica y de modo inmediato en los espíritus de un cuerpo social mayoritariamente cuasi-analfabeto en términos políticos, es decir, predispuesto así a la más burda de las manipulaciones y que encuentran en los centros un terreno de siembra más que propicio.

En muchas ocasiones son nuestras propias autoridades las que devalúan nuestro trabajo: una iniciativa auspiciada por la “consejería x” requiere llevarse a mis alumnos media mañana, independientemente de la circunstancia. En el mejor de los casos, un “profesional” dicta su magisterio y ¡agur!; y aquí paz, y después, gloria.

Yo, por convicción, defiendo que mis alumnos están mejor en mis clases que con cualquier otra persona ajena a lo que en ellas se dirime a no ser que, cargados de argumentos, me persuadan de lo contrario.

En conjunto, las funciones propias de cuidado y custodia de nuestros adolescentes adquieren día a día mayor peso y relevancia y la atmósfera infantiloide e infantilizadora a la que se ven sometidos mocetones de más de 180 cm de estatura, me sobrecoge.

Y ojo, no desprecio el ejercicio de esas funciones que prestan tan gran servicio a la colectividad: lo que digo es que probablemente ciertas cualificaciones no sean necesarias par tales menesteres; a nadie en su sano juicio se le ocurriría requerir una cualificación de ingeniero de telecomunicaciones para repartir el correo postal aunque pueda darse el caso de ingenieros que, lamentablemente, acaben de carteros.

Así que finalizo entrando en el terreno puramente político, de ejercicio de la libertad de expresión, crítica y opinión de todo aquello que nos incumbe en la vida de la polis. ¿Qué otra cosa cabía esperar si no y más aquí?  Y digo lo que digo lo porque lo pienso. Tengo derecho a ello y a expresarlo, aun a riesgo de estar equivocado, ¡faltaría más!

No pretendo con ello sino inducir la reflexión en mis lectores evidenciando, una vez más, la gravedad de lo que nos acontece sin entrar en el detalle de como articular las respuestas más adecuadas: no es ése el propósito.

Algunos de mis lectores habrán reaccionado, a buen seguro, con perplejidad. Porque, aparte del acierto o desacierto de lo afirmado, forzosamente habrán de preguntarse por lo que aquí y ahora es razonable y posible.

Y lo primero que resulta poco verosímil es un debate sereno acerca del asunto, tal y como sugiere, o asegura, A. Delibes.

Pero hay más, mucho más. Porque el “alma” de mis proposiciones no es sino una permanente apelación a un profundo sentido de la responsabilidad como principio rector de nuestras acciones.  El dar cumplida cuenta del porqué de nuestras conductas en el ejercicio “ciudadano” de la vida en sociedad, en el juego de derechos y obligaciones asociado a ese modo de convivencia que juzgamos como el mejor conseguido hasta ahora y que debemos preservar como bien de incalculable valor, esta en la esencia de lo que entiendo debemos ser.

Y como tal principio rector solo se adquiere tras un fecundo proceso de formación se podría pensar que incurro en “petición de principio”. Así sería si no cupiera en nosotros la capacidad de observar, valorar y decidir, es decir, de ejercer una  libertad cuasi-absoluta en el momento en el que cada cual adopta una decisión en el ámbito de su formación e instrucción.

Sucede, por lo demás, que este valor reclamado para la parte, para el individuo, está postergado en el todo. Por ello habremos de enjuiciar los rasgos generales que presenta nuestro “aquí y ahora” para, de nuevo, mostrar un enorme desaliento.

Como nuestro aquí y ahora entronca directamente con el pasado inmediato forzosamente nos hemos de fijar en él. De los 32 años y pico transcurridos desde 1978, año en el que nuestra Constitución Carta otorgada [hoy, 29-04.2024 rectifico esa voz: no hubo convocatoria constituyente, sino de tipo general, tras la que las nuevas cortes -no merecen mayúscula- se arrogaron de forma subrepticia funciones constitucionarias. Lo que se engendró no fue sino lo que es: una carta otorgada. Si no hubo convocatoria, no pudo darse el correlativo proceso y, menos, el fruto. Por cierto, la Academia de la Lengua acabó por incluir la locución carta otorgada en el DA tras mi insistente solicitud: tengo los correos que me resguardan] fue plebiscitada en referéndum, los 4 primeros fueron de gobiernos “de centro”; 8 han sido de gobiernos de un más que dudoso fuste y empaque ideológico y los restantes, ya más de 20, de gobiernos de “la izquierda reaccionaria” con evidentes pulsiones liberticidas y totalitarias, (¿qué mayor liberticidio que impedir una vida digna a millones de personas, brusca y drásticamente empobrecidas por falta de unos ingresos regulares, a las que dicen “defender” los mismos que les han abocado a la terrible suerte del desempleo? Porque la evidencia es la que es: el socialismo realmente conocido aquí y ahora en lo único que se muestra eficaz es en la universalización de la miseria, salvo para ellos, por supuesto)

El resultado de este periplo reciente, aderezado de episodios singulares como el 23-F o el 11-M, salta a la vista: al día de hoy España ha consumado un nuevo fracaso histórico y sigue siendo igual y diferente.

Diferente a las naciones europeas en las que los valores propios del modelo de convivencia liberal-occidental generan dinámicas socio-políticas tan extrañas, tan alejadas de las nuestras, que solo una cierta similitud formal las emparenta.

Igual a la sempiterna España Galdosiana, en la que un generalizado y persistente espíritu entre ramplón, mísero, sectario, carente de perspectiva, generosidad y grandeza de espíritu nos ha llevado a malversar las oportunidades históricas -como el advenimiento de la República o la restauración monárquica del final del franquismo- de forjar definitivamente modos de convivencia respetuosa y responsable en lugar de acabar en un torbellino que engulle cualquier esperanza.

Y es que para algunas de las ideologías que circulan por estos pagos –y que acabarán inexorablemente en el vertedero de la historia- la caída del muro no ha surtido efecto y Europa sigue siendo algo ajeno y lejano.

Nuestro aquí y ahora entronca y deriva directamente de la respuesta dada a esa última oportunidad señalada.

Contraponiendo un principio de igualdad ante la Ley (Art 14. Constitución Española) con un principio de irresponsabilidad más allá de lo referido al ejercicio de las funciones propias de un Jefe de Estado, (Art 56-3. Constitución Española) la irresponsabilidad ha acabado por prevalecer y se ha enseñoreado de nuestro solar patrio.

Irresponsabilidad “legal” sostenida en leyes como las “educativas”, Logse y subsiguientes, o por otras sinérgicas, como la del menor o del aborto…

Irresponsabilidad política supra individual, como la derivada de una Ley Electoral que secuestra los derechos ciudadanos al transformarnos en meros votantes-sujetos tributarios de quienes fueron designados por los que “cortan el bacalao” en los aparatos de los partidos, partidos regidos por dinámicas leninistas cada vez más firmes. Partidos tan opacos en sus fuentes de financiación como flacos de “democracia interna”

Irresponsabilidad política individual, como la que exhiben sin pudor personajes como un ex-jefe de gobierno, confeso responsable del episodio de terrorismo de estado, su portavoz entonces y actual Ministro del Interior, supuesto “garganta profunda” del “caso Faisán” y que el mismo 05 de marzo es denunciado por mentiroso, con prueba documental indubitable, en la portada de un periódico (Mentiras); el presidente del Congreso de los Diputados, cuyo escandaloso aumento de patrimonio arroja toda suerte de sospechas o, para acabar, la del propio presidente del gobierno, siniestro autor del derribo de lo poco que de bueno quedaba en nuestra convivencia y descubierto sin haber dado el correspondiente alta en la seguridad social a una empleada de hogar, por ejemplo.

Irresponsabilidad en la gestión de un fenómeno tan complejo para receptores y recibidos como es la emigración, fenómeno cuya incidencia social, en el campo al que vengo refiriendo y a otros varios, a nadie se le escapa.

Irresponsabilidad en el diseño y mantenimiento de un modelo de organización administrativa que se evidencia insostenible.

Irresponsabilidad en la gestión económica en la que un modelo de estructura productiva, que nadie fue capaz de tratar de modelar adecuadamente cuando los vientos soplaban a favor, se ha venido bruscamente abajo por el peso de su propia inconsistencia. Como la irresponsabilidad de mantener una estructura de abastecimiento energético impropia de una nación que se precie de un mínimo de sentido de la historia.

Irresponsabilidad en algunas de nuestras “grandes empresas”, enfangadas en compadreos infames con políticos, jueces o gobiernos autonómicos, municipales o de otro ámbito, al precio del maltrato mileurista a los mejor preparados de nuestros jóvenes, que encuentran en la emigración una de las mejores opciones vitales posibles en este momento.

Irresponsabilidad en aquellos que pudiendo forjar opinión y ciudadanía, parecen empeñados en perpetuar la representación en este podrido retablo de las maravillas.

Irresponsabilidad institucional…

Y la irresponsabilidad, indefectiblemente,  está asociada a la corrupción, como anverso y reverso de una moneda.

Y, aunque el peso relativo de responsabilidades –irresponsabilidades, más bien- señaladas quede más o menos claro -la decisiva contribución de nuestra “izquierda reaccionaria-totalitaria” no admite ningún género de dudas-, no debemos ocultar la aportación que corresponde a nuestra “derecha política”.

Nuestra derecha política aparece como una estructura incapaz de representar decentemente a la componente liberal de la sociedad a la que desconoce, abrazando o eludiendo causas no en función de convicciones firmes y profundas sino de cálculos cortoplacistas.

Una derecha carente de una percepción certera de la situación que, en lugar de convicciones, propuestas y planteamientos firmes e inequívocamente democráticos y liberales, adopta estrategias, enfoques, modos y maneras seguidistas de “los otros” con lo que acaban sumidos en un laberinto cada vez más intrincado.

Así, un planteamiento genuinamente democrático, me lleva a rechazar por inaceptables tanto el liderazgo de un señor, que tras haber pertenecido a dos gobiernos de la nación durante 8 años, perdió no una sino dos elecciones generales consecutivas sin dimitir ipso facto, como la dinámica de la organización que lo sustenta. Son comportamientos impensables en nuestros vecinos europeos ingleses, alemanes o franceses, por ejemplo.

Por el contario, liderazgo y organización operan siguiendo las más depuradas pautas de leninismo político lo que excluye de su seno a personas brillantes, decentes y genuinamente independientes, libres en definitiva.

Porque si el líder de un partido con vocación de representar a una mayoría de españoles (no pienso que se trate de “gestionar un botín”, por Dios), que es un señor designado por un mecanismo “caudillista”, no lo olvidemos, emerge como gran timonel tras un congreso “a la búlgara” para acabar pretiriendo al nº2 de su lista al Congreso de los Diputados, un tipo decente y brillante de la categoría de D. Manuel Pizarro, apaga y vámonos.

Vuelvo, para concluir, al asunto. Un instituto es una micro-sociedad en la que se evidencian sus mismas miserias casi miméticamente. Qué duda cabe de que una parte de la responsabilidad de lo que allí sucede nos corresponde a los profesionales, que conformamos otro colectivo galdosiano: algunas personas brillantes en sus estudios superiores no tienen el menor reparo en sentirse representados por un alcalde o por unos diputados regionales o nacionales semianalfabetos…

Apelar a la virtud, apelar a la responsabilidad en un marasmo de irresponsabilidad devenida en base y guía de actuación es, pues,  de un candor tal que, obviamente, no se puede caer en él.

Y por ello es forzoso “releer” lo dicho. Las conclusiones ya están o sugeridas o explícitamente indicadas:

– me siento “aspirante a ciudadano” porque tal categoría política no existe en una España de votantes-sujetos tributarios expoliados a los que se les niega los cauces de participación propios de una sociedad occidental del SXXI;

– nuestro sistema de Instrucción Pública es otro desastre sin paliativos dentro del marasmo general y resultado inexorable de voluntades políticas conducentes al mantenimiento de unas castas políticas “galdosianas”, de una calidad peor que mala, y;

– nuestra dinámica histórico-política, que concita desinstrucción, irresponsabilidad y corrupción  nos aboca indefectiblemente a un episodio de “suicidio social”.

Hay quien sostiene que ya llevamos cinco siglos suicidándonos y que, sin embargo, hay un algo de nuestro espíritu que pervive y lo engrandece con su aportación a la gran cultura universal: Mario Vargas-Llosa sería una de sus muestras más conocidas.

Si embargo difícilmente se puede amar aquello que se desconoce y, menos aún, defender lo que no se ama. “La Agonía de Francia”, del felizmente redescubierto Chaves Nogales, es un magnífico relato para aquí y ahora. Es la crónica de cómo una nación desaparece porque desaparecen las instituciones de su estado, que de consuno con su cuerpo social, con su población, se muestran incapaces de defender ese modelo de convivencia tantas veces mencionado y acaban entregándola al avance de hordas totalitarias extranjeras. Aquí la procedencia es variopinta.

Vuelvo de nuevo sobre mis pasos. Y al igual que afirmé la existencia de un desconocimiento general de lo que es la auténtica naturaleza y propósito del sistema de instrucción pública, afirmo la existencia de un desconocimiento general de lo que es la auténtica naturaleza y origen de nuestro modelo de convivencia civilizada y de lo que supone nuestra enorme aportación al gran retablo de las culturas, todo ello consecuencia de inequívocas voluntades políticas.

Y así las cosas, ¿cómo amar y defender lo uno y lo otro?

Dicho lo cual, y a sabiendas de que la verdad está altamente fragmentada, concluyo.

«Salga el sol por Antequera y que sea lo que Dios quiera…».

(1) (Informe del Instituto de Educación Superior de Shangai, para 2009).

2024/04/27

[196.2] "LA DERROTA DEL CONOCIMIENTO" (II) (O, MEJOR, AL SOMETIMIENTO POR EL EMBRUTECIMIENTO)

Una tropa, igual que una institución hospitalaria, resultan inconcebibles sin una estructura firmemente jerarquizada/organizada que las gobiernen. Es el requisito indispensable para lograr sus respectivos y genuinos propósitos. Sensu contrario, si en una entidad no se da esa estructura vertical es porque su propósito esencial se ha relegado a un papel accesorio, secundario o circunstancial. Es lo que sucede en el tramo de la enseñanza media/secundaria -esencial pese a la internet y ese tipo de mandangas-, porque en él se determina el curso intelectual de nuestros adolescentes, y sus profesores siguen influyendo en él de modo cuasi decisivo en no pocos casos”
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... (Sigue de [196.1])

Supongamos acuerdo sobre lo que debe ser la verdadera naturaleza y esencia de un Sistema de Instrucción Pública, en el tramo de “secundaria” y en nuestro modelo social, establecidos en la 1ª parte de esta reflexión.

El hecho es que, en sus primeras etapas de vida, no hay distinción entre la instrucción y educación que el individuo recibe. Y su propósito, su finalidad, es claramente la de propiciar su inserción “natural” en el ámbito de convivencia más amplio que le permite el pleno desarrollo y maduración de sus potencialidades: la sociedad. Y así prosigue la “preparación” de los individuos tras la familia, habitual referencia de fondo, que la sociedad encomienda al Sistema de Instrucción Pública. En el tramo de enseñanzas secundarias instrucción y educación siguen yendo de la mano, aunque el peso relativo de una y otra sea claramente diferente y lo sean los problemas asociados al tratamiento de tales facetas. 

Es en ese tramo, clave en la conformación del cuerpo social, donde sigo poniendo el acento. Y a la hora de establecer cómo llevar a cabo tal propósito básico ni hay ni puede haber un atisbo de discrepancia con lo que Alicia Delibes señala en su artículo: es imprescindible la recuperación de los valores tradicionales que allí se plasman. 

Sin embargo permítaseme un enunciado alternativo. Para alcanzar el propósito, para alcanzar el éxito en los procesos de enseñanza-aprendizaje se han de concitar tres ingredientes, profesores preparados, estudiantes implicados y un ambiente, una atmósfera académica adecuados. 

Composición de la publicación de Izquierda Reaccionaria 

Comenzaré atacando el último de ellos, la atmósfera educativa, porque resulta -a todas luces- esencial. 

Somos conscientes de que tal atmósfera hoy en día, y con excesiva frecuencia, se presenta cargada de graves problemas. Tanto los legos como los profesionales lo sabemos muy bien. Y que así sea es, simplemente, escandaloso. 

Porque si se acepta sin discusión que en un partido de fútbol-7, por ejemplo, el terreno de juego tiene límites, rayas que no se pueden sobrepasar, que el propio transcurso del juego –un ámbito específico de “convivencia forzada” de dos grupos, de dos equipos- ha de someterse a una normas previamente aceptadas y que el árbitro –al que se le reconoce la autoridad por delegación- es imprescindible para dirimir los conflictos que puedan surgir, ¿cómo no aceptar un enfoque análogo en otro ámbito de convivencia forzada en el que se dirime algo de mucha mayor transcendencia como es la forja de nuestros futuro? 

E insistiré en lo que denomino “ámbito de convivencia forzada” –la propia sociedad en la que nos insertamos lo es-. Un instituto de secundaria es sin duda un ámbito de “convivencias forzadas” entro los que allí participan en unas u otras tareas puesto que nadie elige o es elegido como componente del colectivo por los demás componentes.

Quienes hemos alcanzado una cierta edad sabemos que una convivencia grata, un “buen ambiente” (entre los adultos siquiera hipócrita pero sin brusquedades o violencias estériles) es un bien “per se”, bien a conseguir decididamente. Y ese buen ambiente, esa atmósfera propicia derivada de la comprensión y aceptación de que lo que allí se hace no es sino un trabajo cooperativo de la sociedad para con los individuos, sus familias y, en definitiva, para con ella misma, no puede ser objeto de discusión. Y lejos de poderse alcanzar, “ni está, ni se le espera” en demasiados casos, en demasiados institutos. 

Para conseguirlo, como para alcanzar el completo desarrollo de la condición ciudadana, resulta imprescindible la presencia efectiva de la “auctoritas” y de la “potestas”, la presencia efectiva de aquellos en los que se ha delegado la facultad de resolver, dirimir y arbitrar los conflictos que surgen entre individuos (que en la vida de la “polis” han renunciado a cancelar sus diferencias a su buen saber y entender, o malo, en cada caso), y que se les reconoce su ejercicio. 

Es forzoso decir que “auctoritas” y “potestas” cobran su genuino valor, y se ven idealmente sustanciadas, en la medida en que garantizan la libertad y los derechos de los más débiles. Porque esa es su esencia, ni más ni menos. O la libertad la disfrutan los más débiles, que pueden hacer ejercicio pleno de sus derechos, o no hay tal. Y en la instrucción, en la enseñanza, más aún, ¡pues claro! 

Quienes confunden, o tratan de hacerlo, “ab initio” la autoridad académica y la científica o moral, con autoritarismo o arbitrariedad, confundiendo la categoría con una de sus varias formas de manifestarse o, simplemente, al establecer una especie de “cautela preventiva” respecto de auctoritas y potestas y su genuino significado en la enseñanza, no hacen sino socavar las bases esenciales de la naturaleza misma de los procesos de enseñanza-aprendizaje, en las que discusión e imposición han de armonizarse por inseparables. 

Como tal enfoque brilla por su ausencia a causa de unas referencias que, so pretexto y apariencia de tolerancia, comprensión y permisividad con la transgresión, banalizan los conflictos vaciando de significado el cometido esencial que nos corresponde puedo afirmar que, “sensu contrario”, se inducen o fomentan conductas irresponsables. Así de claro. 

Porque la configuración del campo de cometidos y competencias de los equipos directivos de los centros debe abordarse y enfocarse del mismo modo que se aborda y se enfoca en cualquier otra actividad organizada para el logro de un propósito, de cualquier empresa, atribuyéndoles las herramientas adecuadas a su función y cometidos. 

En consecuencia debemos aspirar a una clara “excelencia en la gestión”, excelencia que para que no resulte estéril deberá estar acompañada de unas referencias del discurrir de los procesos de enseñanza-aprendizaje tan nítidas en su formulación y mecanismos de aplicación como lo pueda ser el reglamento del F-7, al que nos volvemos a referir como ejemplo, sin que quepan en ellas ínsulas de irresponsabilidad de ningún tipo. 

Pero aun siendo lo anterior necesario no resulta suficiente. Entre otras razones porque el ambiente educativo-instructivo interior se complementa con su componente exterior, determinada tanto por factores sociales como familiares y personales de cada uno de los sujetos intervinientes. Y de ellos únicamente se espera, pese a la complejidad acumulada, que aporten el sosiego y la serenidad suficientes para afrontar en las mejores condiciones posibles los procesos que los profesionales tratamos de llevar a cabo. 

A los padres de mis alumnos yo les aseguro que han establecido conmigo –con la institución que me arropa- una relación tácita de confianza desde el momento en que me “han confiado” a sus hijos. Y que de ella deriva un derecho inalienable para ellos, el de conocer en qué circunstancias transcurre el trabajo que realizo y en qué medida, en lo que concierne a la faceta educativa, soy un complemento de lo que es su primera responsabilidad; en qué medida hay coincidencia de propósitos y mensajes o, por el contario, ofrezco una discrepancia radical al respecto. 

Nada de ello tiene que ver con ciertas cuestiones y ciertos aspectos técnico-profesionales. Por supuesto. (Exactamente igual que a nadie, postrado en la mesa de operaciones, se le ocurre dirigir el corte del cirujano que trata de atajar una apendicitis). 

Así que a los padres les corresponde una muy gran responsabilidad pero en un esquema de reparto de papeles claramente determinado en el que ciertas cuestiones técnicas no son de su incumbencia. 

En lo concerniente al primer ingrediente, profesores preparados, bien se puede afirmar que el colectivo no es diferente a otros colectivos, heterogéneo y, en términos de “calidad profesional”, estadísticamente “normal”, “gaussiano”. 

Es decir compuesto por profesionales excelentes, buenos, normales, mediocres y malos. Exactamente igual que lo que sucede con otros colectivos profesionales, los de la administración de justicia, de la sanidad o del periodismo, por ejemplo. 

Evidentemente resulta más que deseable el que abunden los excelentes y que existan medios para evitar la presencia de los últimos, los malos, actuando al respecto con el mismo pulso firme con el que el cirujano ataja la apendicitis. Y esas responsabilidades, las de asegurar la “fiabilidad de los mecanismos de selección” y las de aplicar las medidas correctivas necesarias en el caso de evidenciarse situaciones profesionales poco aceptables, corresponden –de nuevo por delegación de la sociedad- a los “empleadores, promotores o empresarios”, a los gestores, en definitiva. Y ahí se nos ofrece un campo en el que mucho debiera de hacerse. Pero hay cambios que “ni están ni se les espera”. 

Lo que acabo de decir, que no deja de ser algo de propósito general, básico por obvio, choca con la realidad a la que no me referiré en detalle al pretender limitar esta reflexión a un “discurso de principios” 

En lo que concierne al segundo requerimiento, el de los estudiantes implicados, es preciso afirmar categóricamente que los hay, los ha habido y los habrá. Porque el colectivo discente es exactamente análogo al docente: heterogéneo y estadísticamente “normal”, “gaussiano”. 

Y siquiera sea por un mero ánimo de “egoísmo social” hemos de tratar por todos los medios que los estudiantes implicados exploten al 100% sus potencialidades y obtengan el máximo provecho posible. Nos corresponde hacer todos los esfuerzos necesarios para ello, “protegiéndolos” adecuadamente y aportando ambientes educativos propicios y profesionales bien preparados: nos lo devolverán con creces en un futuro inmediato. 

Todo ello sin menoscabo, por supuesto, de que el Sistema de Instrucción Pública tenga vocación “universal” a la hora de acoger, preparar y, en definitiva, forjar a un colectivo tan amplio y heterogéneo como la propia sociedad. No hay “contradictio” sino complementariedad. El como hacerlo excede, de nuevo, del propósito de esta reflexión pero es preciso que nuestro Sistema de Instrucción Pública asuma como principio básico de funcionamiento el mismo que, por ejemplo, opera en la fiscalidad de las rentas del trabajo: lo justo es tratar de manera desigual lo que es desigual; “sensu contrario”, es injusto tratar de manera homogénea lo heterogéneo. Homogeneizar, uniformar resulta, pues, esencialmente injusto, se mire como se mire. No cabe hacer apelación a una solidaridad forzada entre individuos que resulta, siempre, en perjuicio de los más desfavorecidos, aquellos a los que se les cercenan sus expectativas de progreso autónomo. 

En este pasado reciente hemos vivido una época francamente muy dura que, felizmente para nuestro propósito, espero haya tocado a su fin. Hemos dejado atrás una época en la que, a consecuencia de unas circunstancias económicas singularmente favorables y que muy difícilmente se nos volverán a presentar (por la disposición de abundantes recursos derivados de nuestra incorporación a la UE y de una coyuntura económica internacional muy propicia), el saber, el conocer y el aprender eran juzgados poco menos que actividades estúpidas frente al mero hacer, que reportaba exitosos resultados económicos inmediatos. 

La ignorancia, la carencia de formación seria, la falta de buen criterio en definitiva, unida a la seguridad económica han conformado y conforman un cóctel socialmente exitoso y bien conocido en nuestra realidad cotidiana pero tan dramáticamente peligroso como el resultado de una droga administrada irresponsablemente a un organismo tierno. 

Afortunadamente, bien que en silencio, todavía somos muchos los que confiamos en el potencial transformador asociado al saber, saber al que solo puede accederse con esfuerzo, trabajo denodado y dedicación –responsabilidad, en suma- y al que la sociedad acude y se confía a la hora de dar pasos de progreso. 

Nuestro Sistema de Instrucción Pública ha de cambiar drásticamente porque el cuadro que ofrece es tan pavoroso que difícilmente puede resultar más desalentador. 

Por supuesto que debiera adaptarse a los principios operativos aquí esbozados e invocados en su configuración, propósitos y materialización. Aferrarse a pre-juicios es un simple recurso de elusión de unos principios básicos de actuación que, para una actividad tan antigua como el hombre, tan vieja como nosotros, es inconcebible mantener perpetuamente en discusión. 

Y la mirada limpia a nuestra realidad profesional, en la que jamás se ha dispuesto de tantos medios materiales y personales asignados a los menesteres de los que venimos hablando y en la que los resultados, se disfracen como se disfracen, son profunda, terriblemente magros, diríase un campo esquilmado por exceso de abono y malas prácticas agronómicas, me lleva a denunciar, por inadmisible, el enorme despilfarro de recursos personales, materiales y de expectativas de futuro al que hemos de poner fin de una vez por todas. 

A no ser que estemos inmersos y decididos a consumar un claro proceso de “suicidio social”.

2024/04/24

[196.1] "LA DERROTA DEL CONOCIMIENTO" (O, MEJOR, AL SOMETIMIENTO POR EL EMBRUTECIMIENTO)

   “…mi profesión nada confusa, sin comprender cuál es su cometido, transformada en mero servicio de guardería la más de las veces...”

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Hace cosa de un mes 'mi editor', Ediciones Encuentro, me dio noticia de la publicación de La derrota del conocimiento, el reciente libro de Alicia Delibes Liniers. Hace tres o cuatro días, Antonio Rubio Pló, correspondiente amigo, ex compañero de menesteres profesionales -ambos antiguos profesores de adolescentes, y reconocido articulista, compartía conmigo su reseña de, la obra de A. Delibes. 

En la época en la que A. Delibes fue viceconsejera de Educación en uno de los gobiernos regionales de Esperanza Aguirre, yo ya intercambiaba algunos correos con Horacio Vázquez Rial, a quien tanto adeudo y con quien contacté por vez 1ª en 2008. 

Horacio, con su columna en Libertad Digital dedicada a La agonía de Francia, propició que me acercara a él, pues su reseña me permitió aprender algo más acerca de mi vida. El libro de Chaves Nogales que reseñó ya forma parte de mí, le dije en mayo de 2010. 

Más o menos por esa misma época, Agapito Maestre respondía a mi pregunta -de si conocía alguna buena antología de La Democracia en América, de Alexis de Tocqueville-, de este modo: 

A esa obra no la sustituye ninguna antología, pero puedes leer del mismo autor El antiguo régimen y la revolución. Es grandiosa. 

Horacio y Agapito; El Antiguo Régimen... y La agonía de Francia, son las dos personas y las dos obras que han determinado mi rumbo intelectual, rumbo que me deparado -lo sigue haciendo-, tal cúmulo de satisfacciones que mi gratitud hacia ellos no puede tener límite porque lo que recibí de ellos es inconmensurable. Ni más ni menos. 

Horacio,a quien me refiero de aquí en adelante, me obsequió en persona (julio 2012, cuando ya andaba muy malito) con un ejemplar de Santiago De Liniers, su magnífica obra/semblanza del último Virrey del Virreinato de la Plata. Supe más tarde que, en parte, esa obra que le publicó Encuentro (ISBN 9788499201283), y que dedica a... Alicia Delibes Liniers y Regino García Badell, Horacio se la debe a la generosidad de la familia Liniers en Francia y en España

Mi extraña destreza en hollar jardines de modo insospechado, dio lugar a que, poco antes, hubiera compartido con Horacio mis apostillas a un artículo que Libertad Digital (la 'casa' de Horacio) publicó a Alicia allá por febrero de 2011. 

Ahora mismo no sé si ese artículo de LD se reprodujo en la tribuna de Horacio tal cual (cuyo enlace lo ofrezco unas líneas más abajo), o el que se publicó en esta fue algo diferente: supongo que son el mismo.   

Por supuesto que yo desconocía la estrecha relación de Horacio con Alicia, pero Horacio, un caballero,, y un demócrata pata negra, por encima de todo, publicó en su web las apreciaciones que le hice llegar en 3 entregas.

Captura reciente de lo que Izquierda Reaccionaria publicó en su día 

Llegado a este punto, simplemente voy a a evocar aquello en esta, y otra entrega posterior: que los más de 13 años transcurridos dictaminen su sentencia, y que este palo aguante su vela con lo que aquí sigue, que no añade un punto ni sustrae una coma: por entonces mi prosa -que sigue en tono menor, balbucía su primeras páginas.

Pero antes de ir a ello evocaré un apotegma, mi Ecuación Siniestra: Empobrecimiento (vía expolio fiscal) + Embrutecimiento (vía sistema nacional de guardería) = SOMETIMIENTO.

2024/04/20

[195.2] EL "EMBROLLO CHAVES NOGALES". ÚLTIMOS FLECOS

 ... el Sr. Linares, ha dado muestra más que sobrada de su talante, que supongo puede aplicar a "Los años perdidos..." editado por él; ¡capaz le creo de coger ese toro por los cuernos! 

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RUTH ROGERS

Mis andanzas me llevaron a conocer que Mark Derby, escritor neozelandés, publicó un artículo sobre Chaves Nogales en el Journal of New Zealand Studies (en línea), 2011; n.11:p.69-79 "Analyses a particular example of Spanish Civil War writing that appeared in the 'Weekly News' in 1938 in NZ by the Spanish journalist Manuel Chaves Nogales". 

La consulta inmediata al editor de Massey Press me permitió, el 23.01.2024, establecer a continuación contacto con él; así fue como en los primeros intercambios saltó a la palestra el nombre de Ruth Rogres, persona a la que no estoy seguro de haberme referido, pues al buscar el pasaje en cuestión en las entradas precedentes, no lo he hallado: entre borradores y textos firmes a veces surge mi propio embrollo. Veamos de que trata este fleco.

Mark me dio aviso del que propongo esta traslación al español:

"Me puse en contacto con el profesor Hilliard y le dije: En 1938, el "Weekly News" (hasta 1934 el "Auckland Weekly News") publicó una serie de artículos, traducidos del español, sobre la Guerra Civil Española. He estado tratando de trazar el camino desde París, donde vivía el periodista español expatriado Manuel Chaves Nogales cuando escribió estas historias a finales de 1936, hasta Auckland. Mientras tanto, también aparecieron en inglés en el periódico londinense "Evening Standard", en un periódico australiano aún no identificado y quizás en otros lugares.  

Cada entrega del "Weekly News" tenía el siguiente crédito: Copyright mundial, Ruth Rogers, 1938. ¿Recuerda ese nombre de su investigación sobre los acuerdos de sindicación de Tillotson? Alternativamente, puede referirse a un agente o editor en los EE. UU.  

Él respondió diciendo: No sé el nombre, lo siento. La única pista que se me ocurre serían los directorios de agentes, sindicatos, etc., en el Writers' and Artists' Year Book británico o sus equivalentes americanos. La frase 'en todos los países' no me suena tan familiar; tal vez sea un uso estadounidense.  

En ese momento desistí de intentar trazar el camino por el cual se publicó en este país la maravillosa obra de Chaves. Es muy posible que Co-operative Press Services fuera la agencia que negoció el acuerdo de distribución, pero no he encontrado el nombre de esa empresa antes y no he visto ningún registro de ello en mi investigación sobre Chaves. ¿La empresa empleó a alguien llamado Ruth Rogers? Si es así, entonces ciertamente fue esa compañía la que proporcionó las historias al Auckland Weekly News".

Creo que, más que septuagenario, Mark hablaba de algo que dejó atrás hace tiempo, razón por la cual he tratado de no distraerle y de verificar por mi cuenta la realidad de ese Copyright mundial, a favor de Ruth Rogers. 

La Biblioteca Nacional de Nueva Zelanda me ofreció una verificación de visu, dado que la publicación en cuestión no está digitalizada, y su resultado -recibido el 17 de abril, confirma el hecho por completo.

Elementos de 'ANVIL', publicado en The Weekly News (Nueva Zelanda) en 1938
 

Son preguntas inmediatas, pero de respuesta muy complicada -por no decir que imposible para mi,  ¿quién era Ruth Rogers ?; ¿para quién trabajaba?; ¿por dónde esparció los artículos de los que poseía esa sorprendente exclusiva mundial?; en ocasiones, ¿comercializaba de modo directo Chaves Nogales sus artículos?. Y en tal caso, ¿qué artículos se canalizaron de ese modo?; ¿a qué clientes? 

He dado algunos pasos para tratar de conocer la identidad de esa persona, pero todos han arrojado más penumbras que luces, por lo que -como mi correspondiente Mark Derby, me he visto en la tesitura de tener que desistir de intentar trazar el camino por el que transitó Ruth Rogers. Con las iniciativas 'autónomas' del reportero sevillano, ni lo he intentado.

JOTDOWN. 

En esa revista literaria, bien conocida por reputada según me dicen, se han publicado hace nada (números de enero y marzo de 2024, respectivamente, si no me equivoco) sendas entradas que protagonizan Abelardo Linares y Yolanda Morató. Como ambas están 'en abierto', los propios nombres anteriores atesoran el enlace que procura el acceso. 

Agradezco a JotDown su hospitalidad: mis comentarios a esas entradas han sido, hasta ahora, bien recibidos, lo que ha permitido que algunos lectores de allí se hayan acercado también hasta aquí, cosa que merece mi gratitud.

 A. Linares firma un artículo, Nueva visita a Chaves Nogales, del cual poco o nada he dicho, lo que puede ser causa de perplejidad -tan patente como mayúscula, para el lector no versado en la cuestión de fondo que abordo.  

Pero como no trato de escrutar ese largo artículo, o mini-ensayo de más de 11 mil palabras, tomo un par de pasajes como muestra que hallo suficientemente elocuente de su textura/factura/finura.

Francisco Cánovas: Investigación y Wikipedia.
El problema de fondo estriba tal vez en que Francisco Cánovas parece no conocer demasiado bien ni la historia menuda de la literatura ni la pequeña historia del periodismo de la primera mitad del siglo XX español, pero se puso, con cierta atropellada y atropelladora imprudencia, a la tarea de escribir una biografía-ensayo sobre la figura de Manuel Chaves Nogales manejando en especial dos fuentes, una reconocida: María Isabel Cintas y otra oculta (ya que no figura en las diez bien nutridas páginas de bibliografía que incluye el volumen) y con mucho peligro: internet, es decir, Google y Wikipedia. Como prueba de esto último y como meros botones de muestra (hay bastantes como para casi llenar una caja) señalaré dos casos.
Andar y contar. Chaves Nogales un periodista a pie.
Más tarde abordaré otros errores (¿horrores?) de Francisco Cánovas, pero quisiera ahora hablar de María Isabel Cintas y de la segunda edición de su biografía sobre Chaves que casi triplica el número de páginas respecto a su primera salida, pero que en puridad no ha crecido sino apenas engordado, puesto que sigue aquejada de las mismas faltas de información y criterio que afectaban ya a la versión de 2011. 

2024/04/18

[195.1] EL "EMBROLLO CHAVES NOGALES". LAS 'COSAS' DE Y. MORATÓ

Suplantar el positivismo se llama ignorancia; evitarlo, ilusión. (JF Revel)

Decir que Y. Morató dispuso de un 'original' de ¿Qué pretende el imperialismo español?  es una perogrullada como la copa de un pino. La cuestión estriba en saber qué 'original' y cómo logró disponer de él (o quién se lo procuró). Desde luego que no fue el que presenté en [191de modo parcial porque, de serlo, hubiera citado su procedencia comme il faut 

 Son cuestiones, ambas, a las que Y. Morató (y/o sus editores) debe(n) dar respuesta con meridiana claridad, ya que darla no parece entrañar especial dificultad.  

∞:∞∞:∞

Así que, para acabar, todo este desaguisado, que salpica a lo más vivo y brillante del 'conglomerado nebuloso ChNg', a ver quién y cómo lo arregla...

Con ese enunciado, colofón y entradilla de [191], resumía el cúmulo de inexactitudes, errores, inconsistencias, es posible que incluso alguna falsedad a sabiendas, con las que me he encontrado al hacer una lectura con cierto detenimiento de las obras más recientes que toman al sevillano por 'protagonista'.

No obstante, no todo estaba atado y bien atado. Quedaban flecos pendientes; cuestiones no resueltas, inconclusas, o que adolecían de ser cripticas en exceso. Crípticas para quienes -con todo respeto- denomino lectores 'comunes', aquellos que imagino no especialmente familiarizados con la realidad editorial que toma por foco y bandera la figura de Manuel Chaves Nogales.

Ahora bien, antes de ir al grano, voy a hacer un alto en algunas evidencias que, no por serlo, merecen que las deje de lado.

Un propósito de cualquier realidad editorial, de toda realidad editorial es, sin discusión posible, el 'éxito editorial'; el del autor, el del editor y el difuso del '& Co.' que rodea a ambos. En estos tiempos, la maquinaria mediática (juez y parte) juega un papel esencial, al ser el indispensable catalizador, y le toca 'hacer el resto'. 

Anotaré -siquiera de modo breve, algo de ese engranaje, dado que uno acarrea el peso del que ha sido su principal menester, el de "estrella estelar de estrado y pizarrón", y le resulta imposible el evitar la vena divulgativo-instructiva propia de lo que fue e hizo.

No haré con ello sino proseguir en el empeño de dejar todo lo más claro posible, y evocar de paso a aquel alumno (del que lamento no recordar su nombre para elogiarlo como es debido) que cantó las verdades del barquero a viva voz: "Profe, me encanta cuando no nos hablas de Física, porque  entonces te entiendo todo..."

Por suerte aquí no se habla de Física, así que no espero sino lo mejor, que se me entienda todo. 

[223] SUMA CHAVES NOGALES (EN CON VOZ QUEDA). III.

  Estimado lector. Prosigo la enumeración de las entradas en las que comento, o aporto detalles novedosos, en relación con la persona y con ...