7 (2ª parte)
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Tras lo cual no hay duda alguna de que el Dr. Lacan posee el espíritu filosófico, máxime porque, ya con su primera intervención, demuestra que ha adoptado de manera admirable el interés por la cultura filosófica al introducir su propósito mediante comentarios piadosos, y despectivos, sobre adversarios a los que no nombra. Llega a calificar de “poco serias” (p. 19) y “realmente imbéciles” (p. 22) las ideas que, sin citarlos, les atribuye.
Tal franqueza de partida nos ubica a nostros mismos a salvo y, ya que de lenguaje se trata, digamos sin preámbulos que la manera de expresarse del Dr. Lacan parece envolver una mezcla de clichés pseudo—fenomenológicos, un amasijo de todo lo que hay de más manoseado en la verborrea existencialista, y que cada una de sus frases se resiente de una frenética aspiración al gran estilo, a lo punzante, a la transposición, al circunloquio rebuscado, a la formulación exótica, al giro pretencioso, pero que no desemboca más que en una preciosidad plúmbea, en un mallarmeísmo de suburbio y en un hermetismo para mujeres de mundo ya de vuelta en la vida.
Me pregunto qué pueden tener que ver con el psicoanálisis, y en qué lo hacen progresar, expresiones que igual sirven para un roto que para un descosido, como “puesta en forma estructural”, o como “… la preparación fenomenológica del problema deja entrever que [el psicoanálisis] no tiene aquí más valor que el de establecer los términos de una auténtica transformación de la cuestión: a saber, si la noesis del fenómeno tiene alguna relación causal con su noema”.
Estas líneas, —por una desdichada coincidencia—, constituyen la aportación del Dr. Lacan al tratamiento de la alucinación. Tuvo no obstante la precaución de advertirnos que él llama “noema de la alucinación a lo que vulgarmente se llamaría su contenido” (p. 44).
“Quiero que sientan el compromiso de una reformulación auténticamente científica de los datos del problema” dice a continuación, (p. 45). Pero ¿cómo puede confiar el Dr. Lacan “hacernos sentir” tal compromiso cuando le vemos escribir: “Así pues, Freud, en este breve texto [7.7], se muestra muy adelantado sobre su época y muy lejos de ser deudor de los aspectos más recientes de la reflexión filosófica. Lo cual no supone que se anticipe en algo respecto del moderno desarrollo del pensamiento de la existencia. No obstante, dicho pensamiento no es más que el escaparate que para unos, desvela, para otros, oculta, las repercusiones más o menos bien comprendidas de una meditación del ser, que va a poner en tela de juicio toda la tradición de nuestro pensamiento como resultado de una confusión primordial del ser en la existencia. No podemos evitar sentirnos sorprendidos por la cercanía a estos problemas que la obra de Freud trasluce de modo constante … de una aprehensión propiamente metafísica de problemas actualizados por él.”
En otras palabras, eso significa sencillamente que el Dr. Lacan es víctima de un “vahído mental” heideggeriano. Poner de este modo, una tras otra, frases hechas y eslóganes pseudo filosóficos constituye, por cierto, una cantilena bastante extendida. Únicamente, ¿qué puede tener todo esto en común con el hecho de curar enfermos? Comprendemos que, a partir de ese momento, el Dr. Lacan haya podido proclamar, además, que la curación viene “por añadidura”. Y más vale morir en la ortodoxia que sanar contra la Facultad, como decía Molière.
En cuanto al aspecto teórico, ciertamente no es carecer de aplomo el presentar bajo la autoridad de Freud una verborrea que, tanto por el tono como por el fondo, es el ejemplo perfecto de aquello de lo que Freud siempre sintió un profundo horror, como no cesa de repetir de cabo a rabo en su obra. Diré más, una verborrea de la que precisamente toda su obra nos ha pretendido librar.
Por ello no sorprende que, para llevar a cabo tal volteo, el Dr. Lacan haya sentido la necesidad de revestirse de sólidas garantías filosóficas. En primer lugar, del Sr. Hyppolite, “venido del horizonte de la tradición dialéctica” (léase: traductor e historiador de Hegel), quien hace un “comentario hablado” de la Verneinung de Freud. “Lo primero, he de agradecer al Dr. Lacan, declara al comenzar, la insistencia con la que se ha empleado para que les presente este artículo de Freud, ya que me ha procurado la oportunidad de una noche de trabajo; y de traer ante Uds. al niño de esa noche”. —Te traigo al niño de una noche de Idumée [7.8], cita el Dr. Lacan a modo de comentario, en nota.
A continuación, viene el Sr. Heidegger, cuya “presencia”, dice el Dr. Lacan en su introducción, “es de por sí, para todo aquel que sabe dónde está la base del pensamiento más elevado del mundo, la garantía, etc.”
Pero nosotros, que ignoramos —tal como lo hemos confesado—donde “se basa” tal pensamiento, nos limitamos a darnos por enterados de la contribución del autor de Sein und Zeit a los Trabajos de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis. Es un ensayo sobre el Logos, una especie de variación etimológico—poético—tautológica a la manera habitual de nuestro autor, ensayo que por otra parte consiste fundamentalmente en una traducción del alemán al francés de fragmentos de Heráclito, previamente traducidos del griego al alemán por Heidegger.
Tampoco acabamos de ver muy bien qué pinta —a menos que, como la curación, venga “por añadidura”— en los Trabajos de los años 1953—1955 de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis, ese Logos aparecido en 1951 en el Festschrift für Hans Jantzen, recopilación de artículos ofrecidos en homenaje a un historiador de arte, de la Universidad de Friburgo, por diversos profesores de esta Universidad, entre ellos el Profesor Martin Heidegger. Hay textos en verdad verdaderamente versátiles…
¿Cómo extrañarse entonces de que el plato principal, la ponencia del Dr. Lacan en el Congreso de Roma sobre La palabra y el lenguaje en psicoanálisis, ofrezca el aspecto de una mezcla horrible de hegelianismo digerido a duras penas y de fenomenologismo heideggerizado a alta presión, en el que solo subsisten las nociones freudianas en el estado de simples pretextos a variaciones torpemente literarias? Si el Sr. Heidegger se hace pasar por Heráclito, el Dr. Lacan, él, es probable que se considere Crátilo, porque con su filosofía personal del lenguaje es la historia de toda la humanidad lo que parece querernos revelar.
He aquí la primera frase de su aportación: “Tal es el pánico que se apodera de la persona al descubrir la faz de su poder, que se desvía en su propia acción cuando ésta la muestra desnuda”.
Y he aquí la última: “Está allí, retoma el texto del primer Brahman de la Quinta lección de Brihadaranyaka Upanishad, lo que la voz divina deja oír en la tormenta: Sumisión, don, gracia. Da, da, da”.
Porque Prajapâti contesta a todos: “Ud.es me han oído”.
En cuanto al intermedio, que nos sea dado “por añadidura”, y me limito a remitir a él al lector.
Todo esto, precisémoslo, recibió el aval de la Sorbona, —Sr. Lagache, Sra. Favez-Boutonnier— y provocó entre el auditorio que participó en el congreso de Roma un estado de entusiasmo colectivo que incita a preguntarse si su asamblea no tuvo lugar, por casualidad, en las catacumbas. En efecto, a partir de ahí el psicoanálisis solo es el pretexto que justifica el viaje. Pero en la práctica solo se habla de Hades, de Heráclito (valor que “aguanta” siempre admirablemente), de San Basilio el Grande, de Platón, de Homero. Es un discurrir de palabras griegas. Enseguida el Dr. Lacan y el Dr. Lagache emprenden ellos mismos un proceso de transfiguración bajo los ojos de los galvanizados congresistas. Así es como la doctora Françoise Dolto (especialidad: psicoanálisis infantil), tras tener la original idea de irse de excursión a la Villa de Este, relata las siguientes impresiones: “Al pasear por la Villa de Este, he creído comprender algo sobre el lenguaje. Este algo se lo voy a tratar de traducir en palabras, pese a que lo que me habló no eran palabras, sino que mi inteligencia se iluminó. Contemplaba como un turista novato el estanque de los dragones que todos Ud.es vieron para dicha de sus ojos. Cada uno de los dragones hace brotar del fondo de sus entrañas lo que de mejor tiene para ofrecer... Creo que aquí represento al pequeño dragón que acaba de lanzar lo que puede ante el gran dragón Lacan y el otro gran dragón Lagache”.
… En lo que a nosotros concierne, la única pregunta es saber si Freud no inventó el psicoanálisis más que para permitir al Dr. Lacan transformar en niño al Sr. Hyppolite, o a la doctora Dolto, en compañía de Sr. Lagache, aparecer bajo la forma de un dragón. Si verdaderamente el psicoanálisis “inteligente” es eso, entonces prefiero el “cosismo” y el “causalismo”.
Que estas delirantes ridiculeces pasen por el no va más de la cuestión, a los ojos de los filósofos, son las reglas del juego. Son ellos quienes las inspiran. Pero estremece la idea de que, por un abuso del nombre de Freud, y bajo la doble autoridad de la profesión médica y de la Sorbona, invadan la enseñanza oficial de la sicopatología, así como la práctica de la aplicación.
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PS del 30ENE2024
Como continuación de lo expuesto en la introducción a [153], deseo informar de la publicación de mi traducción de El Antiguo Régimen y la Revolución (ISBN 9788409368433), el gran clásico de Alexis de Tocqueville, según la versión de su primera edición en 1856.
Incluye por ello dos notas habitualmente omitidas en las traducciones existentes, de las que destaco los 'Impuestos feudales que perduraban en el momento de la Revolución, según los expertos de la época', ya que Tocqueville señala la secular desigualdad de los franceses ante el impuesto como una de las causas de las que surge 1789.
En ella actúo en calidad de traductor/editor/publicista/comercializador... Está disponible en librosefecaro@gmail.com, en relación directa con el lector o librero artesano, y en Amazon-books (si bien en mi edición la impresión final estuvo bajo control, en la plataforma on-line ello no está a mi alcance). En España, la web todostuslibros.com publicita algunas de las escasa librerías que disponen de ejemplares a la venta.
En mi propósito de favorecer en lo posible la difusión del pensamiento y obra de Alexis de Tocqueville -alguien lo tiene que hacer-, he optado por una vía editorial que, si bien me ha permitido establecer un PVP (20€/ud., envío a territorio peninsular incluido. Otros destinos, gastos de envío a determinar según lugar) imposible en un sistema de distribución al uso, limita sobremanera el canal comercial, sin menoscabo de una presentación final de una calidad más que aceptable.
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[7.7] L'essai sur la négation (Verneinung).
[7.8 NdT] Don du Poème es un poema de Mallarmé. Su primer verso reza « Je t'apporte l'enfant d'une nuit d'Idumée ! ». La noche de Idumée representa los esfuerzos sobrehumanos que requiere la creación artística.
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