Quien busque en la libertad
algo diferente a ella misma está hecho para servir... [Tocqueville]
No iréis a creer, tú y toda la peña del Monipodio, que encima de pagar vuestra fiesta tenga que poner una mueca tan estúpida como la que mostráis.
*~*~*~*~*
No
creas, PIglesias, me cuesta horrores esto de escribir. Ya sé que
vosotros, los actores de reparto, figurantes, tontos útiles y Co. en la función
que ponen en el retablo de Maese Monipodio me dais toda suerte de
facilidades, pero... pura limitación de soldado raso.
Pensé
por un momento trataros de Srs., de Uds., etc, pero ¿por qué caer en el exceso
cuando lo que me gusta es la mesura y lo que de verdad aprecio es el
comedimiento, del que vuelvo a dar buena prueba aquí? ¿Porqué respetar a quien
no me respeta? Y nadie de aquel elenco respeta al pueblo español, pasivo
sujeto pasivo tributario, objeto de espolio en consecuencia, que mayoritariamente no tiene más
que lo que se merece por su acrisolada irresponsabilidad y cobardía
moral.
Soy un
intolerante; sí, lo confieso; tan cierto es como que no nos representáis.
Comenzaré
por esto último, lo "anecdótico": es claro como la luz
del día que la panda se debe al comité central partidario, que los aupó a la
cabeza de las listas, a cambio de un adecuado reparto del botín una vez
consumada la rapiña y el saqueo. Si me dices que te lo explique, apaga y
vámonos, porque tendríamos que comenzar por el libro gordo de Petete y uno ya
no está para semejantes maratones.
El
otro día, el glorioso miércoles 6 de abril de 2016, tuve que pagar el
peaje de oír toda una buena sarta de sandeces tuyas y de la peña del Monipodio.
Dolorosísimo precio adicional que impuso el conductor del autobús a los
viajeros de las primeras filas. Y como sabes de mi piedad, amigo napoleón, no
quise afligir a alguien tan cercano a mí, por espíritu de clase trabajadora,
rogándole que os pusiera bozal.
Iré
ahora a lo "esencial", que yo sea un intolerante. Lo
soy, sí, lo confieso. Puedo serlo, ¿no?, ¿o acaso tu sandia defensa de los
“derechos humanos” tiene lindes imperceptibles que estoy sobrepasando y no
tengo humano derecho a ser un intolerante? Ya sabes de mi estado natural, el de
ignorar; y porque ignoro, pregunto. Eso no es malo, ¿verdad PIglesias?
Aunque,
¿qué diantres tengo que preguntar a un impostor que se cree representar a no se
sabe quién? ¿O acaso eres capaz de dar cuenta de tu conducta a quienes, ilusos,
te han entregado un voto que, nada por aquí, nada por allá, ¡zas! ¡un cheque en
blanco y confianza ilimitada emergiendo de la chistera! Anda, dilo, si eres
capaz: ¿cuál es tu circunscripción electoral y quienes componen tu electorado? Que no puedes confundir con votantes, "votontos de los... " que dijo aquel alcalde de Getafe, Pedro C., premio "príncipe de facundias" de la pura teoría democrática.
Intolerante
con tu desaliño de frac, junto a los de la farándula, para postularte como
principal merecedor del reconocimiento a la mejor interpretación en la futura
edición de la tenida. Eso sí, pedazo de papel el tuyo, el del ariete, el firme baluarte
de la lucha en defensa de la clase trabajadora a la que allí
"representabas" [ay qué risa... aunque maldita la gracia que tiene]!
Porque
PIglesias, no me irás a hacer creer que en tu inane ensoñación has
acabado por convencerte de que la desdichada clase trabajadora de por aquí
esperaba tu llegada para ser redimida de una vez por todas; ¡Anda ya, impostor!
¿O acaso soy un necio y no entiendo nada, posibilidad que siempre acecha? Y los
canallas de la prensa y los "media" haciendo la ola por unos denarios de m.... en su cuenta
de resultados, aun a costa de postrar en la miseria a la nación.
Intolerante
con tu enciclopédica y obscena ignorancia acerca de Kant, de Tocqueville o de
Newton... Ya no digamos resolver una ecuación de 2º grado, con lo que me asomo
a los aledaños del analfabetismo funcional... Porque si tras un pasaje de un
montón de años por las aulas de un instituto has llegado a eso
gracias a la ESO, la cosa tiene bemoles, napoleón [aunque ahí , en el hecho
sustantivo de ignorar, tenga contigo un absolutamente desagradable punto de
coincidencia].
Intolerante
con el totalitarismo chavista/caribeño/iraní que abanderas, porque has sido,
seguramente seguirás en ello, su abyecto submarino.
Intolerante
con toda la demagogia protofascista que te resulta tan cara, y que exhalas, representas y exhibes.
Por
ejemplo, cuando hablas de “derechos humanos”. En mi cabeza cuadrada de físico, al oír esa expresión, y como no
soy experto en derecho, la disciplina que codifica los derechos, obra humana y
en consecuencia puro artificio, pienso
en algo consustancial a las personas, a su naturaleza.
En
consecuencia algo atemporal y al margen de la geografía. Así que me pregunto,
¿tenían nuestros ancestros de Atapuerca el derecho humano a vivienda digna?
O el
sacrosanto derecho a una ocupación dignamente retribuida, vulgo trabajo. Porque
si yo tengo ese derecho alguien deberá proveérmelo. Pero si ni yo mismo me
siento obligado a ofrecer empleo dignamente retribuido a mis congéneres, porque
para eso hay que tener un algo de lo que carezco, ¿cómo exigírselo a los
otros...? [Ya ves que soy muy elemental, muy primario, en mis preguntas; no
alcanzo a acercarme a la vuestra teatral sutileza en el Monipodio]
Mira PIglesias,
derechos humanos, esencialmente humanos, solo atisbo estos que siguen.
El primero,
derecho a la vida del recién nacido, regalo que no hemos preguntado si deseaba
recibir y que no puede sostener por sí mismo: es su patrimonio, su sacrosanta propiedad. Segundo,
su derecho, es decir la obligación de sus progenitores, a asegurar su progreso
hasta poder sostener por sí mismo el tal regalo. Y tercero y último, derecho a
poder elegir el camino con el que conformarse en su tránsito por este mundo,
cuya mejor definición para Ortega era esta: “un valle de lágrimas”. Lo es para
los más, no para ti, fugitivo de la suerte vallecana, ya huido y definitivamente instalado en las más altas cotas del Olimpo que decías ibas a derribar... ¡Y el que se quede atrás, que arree!
Porque
lo vales.
Te obsequiaré
con algo que desconoces, del Maestro Chaves Nogales, que estuvo en muchos
sitios, y le sirvió de guía:
"... la cosa mínima que
pretendía sacar adelante... mi única y humilde verdad era un odio insuperable a
la estupidez y a la crueldad..." "... Pero la estupidez y la crueldad
se enseñoreaban de España... los caldos de cultivo... nos los sirvieron de los
laboratorios de Moscú, Roma y Berlín... Después de tres siglos de barbecho la
tierra feraz de España hizo pavorosamente prolífica la semilla de la estupidez
y la crueldad ancestrales...".
De
nada, PIglesias. Acepta que sea un intolerante; no irás a creer tú y la peña
del Monipodio, desde el gran timonel Mariano a la lumbrera del Rivera, sus
respectivos adláteres y demás comparsas que encima de pagar vuestra fiesta
tenga que poner una mueca tan estúpida como la vuestra.
No sé si me entiendes... me malicio de lo peor, que tanto tu como ellos os aplicáis la del can: "llámame perro y échame pan!
Pero siempre he sentido la necesidad de ser ciudadano, y lo que se me ha ofrecido es ser súbdito de una monarquía de partidos instalada en pleno antiguo régimen, porque ahí nos sitúa el 56.3, que niega de plano lo que dice el 14 de nuestra sin par "carta magna". ¡Despreciables canallas que os sabéis/creéis impunes!
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