[06] STEVEN SPIELBERG Y EL PUENTE DE LA HISTORIA...
Steven
Spielberg no hace cine; no hace sólo cine en cuanto entretenimiento, quiero
decir.
Su última
película, El puente de los espías, cuyo
reciente estreno se ha visto acompañado de una publicidad “americana”,
excesiva a mi parecer, es otra muestra más.
El puente... ofrece cine, relato de la historia, radical contraste de sistemas y de códigos de
conducta... y firme apología
del hecho esencial que sostiene la nación americana: el respeto a unas reglas,
a unos principios que permiten a un irlandés –el protagonista–, o a un alemán –el agente de la CIA que le acomete de entrada– de procedencia, ser ciudadanos de pleno derecho. Y en la escuela es donde se forja ese
sentimiento ciudadano, donde se pretende arraigue de modo firme ...
No voy
a elogiar la factura técnica de la película –soberbia, como el doblaje– porque ni me corresponde ni resulta preciso. Simplemente vuelvo
al elogio de un director al que ya rendí mi pequeño homenaje en Sr. Spielberg:
algo le adeudo.
Tampoco vengo a determinar los propósitos del filme en
clave de sociedad americana de aquí y ahora: esos latigazos al desconocimiento,
alejamiento de conveniencia, conductas dubitativas, o en franco descuerdo en la ocasión ante el hecho esencial señalado, no pueden resultar tan sólo lanzadas de mera circunstancia... Conductas que manifiestan gentes anónimas, para quienes el papel del Donovan en la acusación de Nuremberg cayó en el olvido, o algunos servidores
públicos que con más firmeza debieran enarbolarlos –el
juez, el agente de la CIA o el agente de policía que debe proteger su vivienda, objetivo del terror pistolero...–, amen de personas de su entorno más cercano.
Lo que vengo a decir es que, para esta “escuadra invencible” que es Europa, árbol al que poco a poco se le
van podando sus raíces y que ante una embestida un poco firme acabará por sucumbir otra vez más, “El puente...” es más que una simple película.
Lección
de historia: la vergüenza de una época de guerra fría, del episodio de la
edificación del muro de la vergüenza y del alumbramiento de una "nación" inexistente, la enfática República "Democrática" Alemana, criatura de ese sanguinario lucifer de la política llamado Stalin que concitó tan abyecta como cuantiosa adhesión de muchos pretendidos "intelectuales" occidentales, liberticidas evidentes. Contraste de sistemas, lección de ética
de conductas honestas; apología firme de la
defensa de unos principios/reglas esenciales y de un modo de convivencia que se
nos agrieta a ojos vistas. Porque el eterno conflicto entre barbarie y
civilización, entre libertad y sometimiento, prosigue entre nosotros a toda
vela, como bien estamos viendo y traté de destacar en La-agonia-de-francia.
Conflicto que
muchos europeos, ebrios de bienestar y saciados de ignorancia, no parecen
percibir: el cine les ofrece una gran oportunidad de conocer y, acaso,
aprender. Ello justifica de por sí la campaña de publicidad desplegada...;
para
que la lección
del maestro Spielberg no caiga en saco roto.
Porque
entiendo que la firmeza en la defensa de esos
principios esenciales es la virtud a la que el cineasta hace constante elogio en su
trabajo. Basal sobre el que se construye todo el edificio de la convivencia
respetuosa en el que a mí me gusta morar y del que conozco muy bien su
procedencia.
Sin
olvidar otra enseñanza nada baladí: que la política es demasiado importante
como para confiarla exclusivamente en manos de gobiernos.
Gracias
de nuevo Steven; tus lecciones siempre son muy oportunas.
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